29 Sep Obama y Putin se enfrentan por Siria, pero no cierran la puerta a un plan conjunto
Por Rafael Mathus Ruiz
Sin ocultar sus profundas diferencias, como en los tiempos de la Guerra Fría, Estados Unidos y Rusia mostraron voluntad en las Naciones Unidas para buscar una solución conjunta a la guerra civil en Siria, el conflicto actual más acuciante, en pos de derrotar a un enemigo común: Estado Islámico.
“Estados Unidos está preparado para trabajar con cualquier nación, incluyendo a Rusia e Irán”, sostuvo Barack Obama, en su discurso ante la Asamblea General. “Pero debemos reconocer que no puede haber, después de semejante derramamiento de sangre, de semejante carnicería, una vuelta al statu quo previo a la guerra”, agregó.
Poco más de una hora después, desde el mismo podio, llegó la réplica de Vladimir Putin.
“Creemos que es un enorme error rehusarse a cooperar con el gobierno sirio y sus fuerzas armadas, que combaten valientemente el terrorismo cara a cara”, afirmó Putin, que regresó a la ONU tras diez años, y abogó por crear una “coalición genuinamente amplia” para hacer frente a la amenaza terrorista en Medio Oriente.
Obama y Putin, y sus antagónicas visiones sobre el mundo, fueron los protagonistas excluyentes del inicio del debate de la 70a Asamblea General de la ONU. Brindaron en el tradicional almuerzo de mandatarios y tuvieron un encuentro privado, algo que no ocurría desde hacía dos años. Ofrecieron señales amistosas en sus discursos, pero, más que nada, se deshicieron el uno al otro en críticas.
La guerra civil en Siria, que ya se ha cobrado la vida de 240.000 personas, ha desplazado a cuatro millones de personas y ha creado -junto con el terrorismo- un éxodo hacia Europa que el mundo no atestiguaba desde la Segunda Guerra Mundial, dominó el encuentro de líderes en las Naciones Unidas, organización que celebró sus 70 años de vida.
La diferencia central entre las dos superpotencias que controlan la ONU es la misma de siempre: el rol y el destino del régimen de Bashar al-Assad. Obama lo llamó un “tirano” que bombardea a su gente, aunque esta vez no habló de una “transición política inclusiva”, como en 2014, sino de “transición gestionada”, un matiz que no pasó desapercibido: aquí se percibe una mayor tolerancia de Washington a una salida de la guerra que incluya a Al-Assad.
“Sí, el realismo dicta que las concesiones serán necesarias para terminar con los combates y acabar finalmente con Estado Islámico”, admitió Obama. “Pero el realismo también requiere una transición gestionada de Al-Assad a un nuevo líder y un gobierno inclusivo que reconozca que hay que poner fin a este caos, para que el pueblo sirio pueda comenzar a reconstruir el país”, especificó.
Putin defendió a Al-Assad, cuyo gobierno considera legítimo, y criticó con fiereza la decisión occidental de armar a los rebeldes sirios. Su propuesta: una resolución del Consejo de Seguridad para coordinar una respuesta militar que incluya a Damasco.
Las diferencias respecto del rol de Al-Assad no fueron exclusivas de Rusia y Estados Unidos. El presidente iraní, Hassan Rohani, otro aliado de Al-Assad, se mostró a favor de un “frente unido” para combatir el extremismo islámico. El presidente de Francia, François Hollande, insistió en que Al-Assad no puede ser parte de esa coalición, una idea que calificó de “posible, deseable y necesaria”.
“Al-Assad es el origen del problema, no puede ser parte de la solución”, dijo Hollande ante la Asamblea. Luego, insistió sobre la idea. Dijo que no se puede hacer trabajar juntos a “víctimas y victimarios”.
Las divisiones entre Rusia y Estados Unidos han sido una de las principales razones de la escalada de violencia en Siria.
Al abrir la sesión, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, había culpado a la “parálisis diplomática” por la escalada “fuera de control” de la violencia en Siria. Cinco países, dijo, tienen la clave para revertir la situación: Rusia, Estados Unidos, Arabia Saudita, Irán y Turquía. Sin concesiones, “es inútil esperar un cambio”, advirtió Ban, en lo que fue su última intervención como jefe de las Naciones Unidas.
Las diferencias entre Obama y Putin quedaron estampadas en las críticas que ambos se dedicaron en sus discursos.
Obama, en un tono lúgubre, advirtió en el inicio de su discurso del riesgo de retornar a un mundo “más oscuro, más desordenado”. En dos críticas implícitas a Moscú, criticó a los grandes Estados que creen que “el orden debe imponerse por la fuerza” y que “los derechos individuales no importan”. Además, insistió en que la anexión de Crimea fue una “violación flagrante” de la soberanía de una nación.
Al hablar de Estados Unidos sin nombrarlo, Putin se mostró molesto porque un “centro único de dominio” emergió tras la Guerra Fría.
Con todo, un mantra parecía guiar los últimos movimientos en la alta diplomacia global: no los une el amor, sino el espanto. La amenaza del terrorismo islámico, y el surgimiento de Estado Islámico en Irak y Siria, se ha erigido como una razón de peso para intentar, pese a los fracasos anteriores, una respuesta coordinada.
El rey Abdulá II de Jordania, cuyo país ha recibido a cientos de miles de refugiados, dijo ayer que la amenaza de EI era comparable a una tercera guerra mundial. En la ONU, creada justamente para evitar una tercera guerra mundial, las potencias intentarán, una vez más, poner las diferencias de lado y terminar con la violencia en Siria.
LA NACION