La ceguera de una camarógrafa racista y la imagen que la condena

La ceguera de una camarógrafa racista y la imagen que la condena

Por Miguel Wiñazki
Un hombre corre con un chico en brazos, un policía lo toma por el hombro y trata de frenarlo, el hombre escapa; y una reportera, Petra Laszlo, le lanza una zancadilla. El hombre cae, insulta. Se levanta y sigue. Fue en esa frontera –siempre caliente– entre Serbia y Hungría. La zancadilla quedó filmada. Otra escena de la vergüenza.
La camarógrafa filma y es filmada. Observa y actúa. Es una reportera “militante”. De la ultraderecha húngara. La filmaron también cuando seguía lanzando patadas a los que llegaban del otro lado del mar. Una pequeña trampa, un pie interpuesto como quien no quiere la cosa y sobre todo las cámaras que los registraron exhibieron lo que es justamente el odio a los que llegan de otra parte.
Ella después continuó. Lanzó patadas arteras y nunca se quitó un barbijo, que utilizaba como símbolo de su intención de no contaminarse con los otros. La policía también usaba barbijos. Todos corrían a los nómades, que también corrían.
El hombre que cae con la criatura en brazos insulta desde el piso. Se rebela. Se hace oir. Lo entendimos todos, aunque no comprendamos su idioma. Muestra la valentía del que está jugado, brota su indignación. Se llama Osama Al-Ghadab. Era entrenador de fútbol en Siria. Su hijo, al que llevaba en brazos, tiene siete años. Osama era un opositor al régimen sanguinario de Bachar Al Assad. Fue capturado por las fuerzas del gobierno, logró huir, aunque no se sabe bien cómo. Y después siguió huyendo de la locura persecutoria de los gendarmes del Estado Islámico.Y sigue huyendo.
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Es curioso (aunque ya nada es demasiado curioso en el mundo): la xenofobia en Hungría, un país que tiene una larguísima historia de exiliados. Después de la revolución que intentaron allí en l956 contra el monolítico bloque soviético, los tanques bolcheviques azuzaron a miles que tenían intenciones de huir. Muchos húngaros llegaron a España; Franco sostenía una cruzada contra los comunistas y los recibió como un gesto político falangista. Algunos inclusos llegaron a la Argentina.
Pero los xenófobos no estudian historia. Y a la vez, en rigor, no hay países sin xenófobos; aunque sean minorías intolerantes, están en todas partes. Petra Laszlo desapareció de Twitter, de Facebook y de su celular. Sin embargo, está grabada ya en la memoria global. Esto no es nuevo. Las persecuciones son tan viejas como la humanidad, así como las zancadillas y la traición.
La yuxtaposición de filmaciones muestra los distintos planos de la información. Aquí hay dos noticias. Los nómades, desterritorializados sirios que corren hacia donde pueden, y la malicia. Y hay otra noticia. La mirada. Lo que filma Laszlo, no es lo mismo que lo que filman quienes la enfocan a ella.
Mirar es informar. El primer paso de la información es la mirada. El enfoque. Ahí hubo dos enfoques para dos situaciones que fueron una: la inmigración a pie y otro pie que intenta detenerla.
Fue un foul con alevosía, una maldad feroz y delicada, una maniobra, impecable y defectuosa. Porque Osama cayó, pero fue filmado. Y las imágenes lo pusieron de pie.
CLARIN