El plan de Juncker merece el respaldo total de Europa

El plan de Juncker merece el respaldo total de Europa

Los líderes de Europa están acercándose a un momento crítico en la crisis de refugiados, la más seria que golpea el continente desde fines de la segunda guerra mundial. Cerca de 500.000 migrantes entraron en la UE este año y se espera que otros miles lo hagan en los próximos meses.
Las consecuencias se ven en las escenas de caos que se observan en todo el bloque, desde la pesadilla en la isla griega de Lesbos hasta los repetidos tumultos en el puerto francés de Calais. Lo ideal hubiera sido que los 28 estados miembro de la UE acordaran una respuesta común a una emergencia humana de esta escala. Pero dada la creciente susceptibilidad popular sobre la inmigración en muchos estados, los gobiernos tienen grandes diferencias en cuanto a cómo actuar.
En un intento por crear un enfoque común para abordar la crisis, el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker dio a conocer un plan de “audaz acción concertada”. No ofrece una solución integral sino una serie vital de medidas que debería tomar Europa. En el corazón está la propuesta de que 160.000 refugiados actualmente ubicados en Europa continental sean repartidos en toda la UE mediante un mecanismo obligatorio de cuotas. Cuando los ministros del Interior del bloque se reúnan el lunes, deberían apoyar la propuesta de Juncker.
Las diferencias entre los estados de la UE por la crisis hasta ahora han sido lamentables. Italia, Grecia y Hungría están en la primera línea de la ola de refugiados y son los que sienten la mayor tensión; pero pocos aliados europeos están dispuestos a aliviar su carga. Alemania actuó con nobleza, ofreciendo asilo a 200.000 migrantes este año. Pero Polonia, uno de los estados de la UE más grandes, se muestra reacio a recibir más de unos pocos miles. Gran Bretaña dijo que albergará 20.000 refugiados directamente de los campos ubicados sobre la frontera de Siria, pero en el término de cinco años. Escalonando así su compromiso, el Reino Unido está siendo menos generoso que otros estados como Francia. Como resultado, David Cameron no está comprendiendo bien la escala del desafío que enfrenta Europa en cuanto a los refugiados.

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Gran Bretaña ya descartó cualquier participación en el plan de Juncker pero el resto de la UE debería ahora encolumnarse detrás de esa propuesta. Los estados miembro deberían poner en perspectiva la idea de reubicar 160.000 refugiados. La cifra es suficientemente elevada para aliviar la presión sobre Hungría, Italia y Grecia; pero es diminuta si se la compara con las presiones que enfrentan algunas naciones de Medio Oriente tras el derrumbe de Siria. Tal como afirmó Juncker ayer, el número que propone representa apenas el 0,11% de la población total de la UE. Por el contrario, la cantidad de refugiados sirios en campos de El Líbano _un país cuya riqueza es una quinta parte de la de la UE_ es equivalente al 25% de los ciudadanos libaneses.
El plan tiene otros méritos. Propone una agencia fronteriza de la UE mejor financiada para tratar con los refugiados a medida que llegan a tierra europea. Y más importante, implementaría una política para que que vuelvan a sus países de origen aquellos migrantes económicos provenientes de países seguros, con el argumento de que no califican para obtener asilo. Cualquier repatriación masiva es difícil. Pero es vital que la UE deje en claro que la migración hacia Europa no es un viaje de ida garantizado sino un proceso sujeto a normativas.
La crisis de refugiados sacudió las emociones más profundas y complejas en toda la UE. Juncker ahora está ofreciendo un enfoque que es realista pero humano. En su propuesta, el bloque reconoce que no puede brindar un hogar a millones de migrantes económicos que buscan una mejor vida en Europa. Pero fiel a sus tradiciones humanitarias, la UE le dará la bienvenida a aquellos que fueron desplazados por la violencia y la guerra. Después de tanta división y confusión en sus filas, Juncker expuso el camino correcto debe tomar Europa.
EL CRONISTA