“El museo no debería ser sólo un reservorio de obras de arte”

“El museo no debería ser sólo un reservorio de obras de arte”

Por Natalia Páez
Mientras esperaba lo único que faltaba para ser nombrado como el flamante director del Museo Nacional de Bellas Artes -la firma de la presidenta Cristina Fernández-, el todavía director nacional de Artes Visuales Andrés Duprat ayer recibía llamados y correos de felicitación de artistas, directores de museos del país y del exterior y funcionarios de Cultura. El arquitecto, curador y guionista cinematográfico, ganó en una terna en la que participaron la hasta ahora directora interina del MNBA, Marcela Cardillo y la directora de la Casa Nacional del Bicentenario Liliana Piñeiro. No era la primera vez que concursaba este cargo. Ya en 2007 lo había hecho quedando a un punto de quien resultó ganador entonces, Guillermo Alonso. Nacido en La Plata en 1964, Duprat dirigió un museo por primera vez a los 26 años. Estuvo al frente del Museo de Bellas Artes de Bahía Blanca entre 1989 y 2002; y del de Arte Contemporáneo de la misma ciudad y fue responsable del área de Cultura de la Fundación Telefónica, desde entonces hasta 2004. El proyecto que presentó -y con el que resultó ganador en este concurso nacional- es conceptual y ambicioso. Se basó en una mirada actual sobre el rol de los museos en las ciudades y -si bien el MNBA alberga patrimonio histórico- propone siempre ponerlo en diálogo con debates y expresiones artísticas contemporáneas. Incluye un futuro plan maestro de reformas -no deja de lado su perfil de arquitecto- que optimicen los espacios del museo que funciona en un edificio que no fue construido con ese fin. Pero otro de los puntos importantes será la circulación de las obras. Duprat pone énfasis en la mirada nacional del museo: tiene una intención descentralizadora. Dice que una de las más grandes fortalezas del Museo es su colección: 12 mil piezas desde el medioevo hasta la actualidad. Una de las colecciones más importantes de América Latina.
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-Propone un nuevo organigrama del MNBA, ¿va a trabajar con la misma gente?
-Sí, porque una de las fortalezas del museo son sus recursos humanos. Tiene profesionales idóneos en distintas áreas artísticas y técnicas. Y puedo incorporar gente para las áreas nuevas.
-¿Por ejemplo?
-Se desprenderán del fortalecimiento de la dirección artística. Es muy importante el rol del director artístico, que debe ser un experto en artes. Mi cargo es más de gestión.
-¿Va a concursar ese cargo?
-Sí porque es un cargo fundamental. De esa área dependen muchas de contenido, de investigación, de gestión de colecciones, etcétera. Y yo propuse crear dos áreas que no existen. Una es extensión cultural, que se encargaría de las actividades complementarias, que no son estrictamente de áreas visuales. Un ejemplo: si hacés una muestra de arte erótico del siglo XIX, podría estar acompañada de una muestra de cine. Otra área que propongo es la editorial. Editar libros que no refieran sólo a los catálogos de las muestras. Me parece que un museo debería tener una producción editorial interesante del campo de las artes. Publicar investigaciones originales sobre la colección, o sobre arte argentino o latinoamericano. Creo que eso también lo articula mejor con la sociedad y propone una voz en el debate cultural contemporáneo. No quisiera que el museo sea sólo un reservorio de obras de arte.
-¿Su experiencia en museos del interior le aporta una visión federal?
-Puedo hablar desde ese lugar, un poco sí. Yo tengo gran admiración por Buenos Aires, una ciudad donde vivo hace muchos años, culturalmente fascinante, riquísima pero es un monstruo. La cabeza de Goliat de la que hablaba Martínez Estrada. Es necesario federalizar al Museo. Yo desde la Dirección de Artes Visuales he tratado de implementar lo más posible políticas de descentralización.Un concepto importante es fortalecer el carácter nacional del Museo. La colección, si bien está en Buenos Aires, es el acervo público de los argentinos.
-¿Propone un plan de circulación de las obras?
-El MNBA tiene tan buena y vasta colección que se transformó en un problema el no poder mostrarla completa. Eso se puede paliar. Lo que yo propongo es, por un lado, la ampliación del museo, por el otro la circulación de obras.
-¿Va a reformar el edificio?
-Esa sería la última etapa de un plan director. Primero es pensar en un proyecto posible, estudiar la viabilidad. Un anteproyecto de crecimiento y refuncionalización, con estrategias estudiadas, no tratando de ganar algunos metros acá, otros allá. -Y esto te lo digo como arquitecto-. Ese museo está en una antigua casa de bombas que se adaptó con algunas obras más felices y otras menos, con mucha voluntad, pero bueno… tiene limitaciones edilicias. No sólo de tamaño sino de funcionamiento. Es un trabajo intelectual y de campo. Hay que ver cada área, como la organizás, qué gente tiene…
-¿Y la circulación de obras?
-Una alternativa es hacer convenios y exponer la colección en distintos lados, en las provincias, incluso en Buenos Aires. Pueden ser comodatos o exposiciones cuasi permanentes o de mediano término. Y para hacer circular las obras hay que trazar con cuidado las directivas, porque tiene su complejidad. Son piezas muy importantes que necesitan ser trasladadas y albergadas en lugares que cumplan las normas museológicas internacionales. Pero la idea es ampliar el territorio de alcance del Museo a toda la Nación.
-¿Ve al Centro Cultural Kirchner como un espacio que podría albergar obras?
-No lo explicité así en mi proyecto, pero cabe dentro de lo que mencionamos antes. A mí me parece pertinente.
-El lugar por el momento no cumple las normas museológicas.
-Yo al CCK lo conozco bastante, hice algunas muestras allí. Cuando termine la obra, en algunos meses, cumplirá las condiciones y los estándares internacionales. De hecho está pensado para eso, para tener colecciones y muestras allí. Yo no manejo el CCK, pero me parece algo razonable. Pensemos en el Pompidou de París que destina tres de sus seis pisos para albergar colección del Museo Nacional de Arte Moderno de París. Al CCK le vendría bien tener parte de la colección de Bellas Artes, le sería una programación de altísima calidad.
-¿Qué opina de las lecturas políticas que se hacen de su elección como director?
-Soy una persona del medio cultural. No vengo de la política. Yo dirijo museos y he estado en gestión cultural desde que tengo 26 años. Fui a la escuela pública, a la universidad pública y me encanta trabajar en el Estado por un tema de servicio. Trabajé en el ámbito privado, también, aprendí de todo. Pero lo que me interesa es trabajar para el Estado. Siento que estoy devolviendo a la sociedad, de alguna manera, lo que me dio. Cuando yo era el director del Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca que es municipal, el intendente era radical. Yo hago un trabajo técnico.
-¿Son ciertas las versiones de que tiene cercanía a Jorge Telerman y a Daniel Scioli?
-A Scioli no lo vi nunca en mi vida. A Telerman lo conozco, tenemos un buen vínculo, pero no es un vínculo laboral. Él tiene una buena imagen mía y yo de él pero porque nos conocemos del mundo del arte. Lo respeto mucho, como respeto a quien armó el concurso, Américo Castilla que no tengo idea de qué partido es. Tampoco es tan grande el mundo de artes visuales. El jurado que me eligió estaba conformado por Néstor García Canclini, un argentino que vive hace 40 años en México; Antonio Seguí que es cordobés que vive hace 60 años en París; Ticio Escobar que es paraguayo. Eso me envalentonó mucho para presentarme. Que haya un jurado prestigioso. Pasa con muchos concursos, de pintura, de literatura que hay quienes dicen que están arreglados. Hay gente a la que le hubiera gustado más otra persona que yo para el cargo y eso es válido. Pero no se puede decir que soy un marciano, que me pusieron a dedo ni que me inventaron ayer.
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