13 Aug Chevrolet Camaro, potencia con estilo americano
Por Jorge Pandini
Hay autos y autos. Pequeños y grandes, familiares y deportivos, antiguos y modernos, dóciles y potentes.
Salir a la calle con los nuevos modelos es parte de nuestro trabajo. Y después de tantos años en esta profesión aprendimos a medir el impacto que el auto produce en los otros automovilistas.
Y cuando provoca asombro a su paso, cuando los otros conductores se ponen a la par para verlo, cuando sacan su mano con el pulgar arriba o cuando los peatones lo aplauden estamos, a no dudarlo, frente a un modelo muy especial.
Todo eso es lo que provoca el Chevrolet Camaro SS que pudimos probar esta semana. Potente, musculoso, deportivo, nadie se mantiene indiferente ante su presencia. Es un auto admirado, tanto por los amantes de los diseños americanos y por la historia de este emblema de Chevrolet como por quienes por primera vez lo ven de cerca.
El Camaro es uno de sos íconos cuya versión moderna intenta sintetizar la historia que lo hizo famoso con las nuevas tecnologías, sin abandonar el espíritu con el que nació hace varias décadas. Una propuesta que muchas veces no resulta exitosa.
Sin embargo, éste sí lo consigue y ahí está una de las claves de su éxito; quien lo compra quiere un Camaro moderno, sí, pero fiel a la idea del modelo de 1967.
Recuerdo la primera vez que lo vi; fue en 2007, cuando todavía era concept, y pude dar unas vueltas en el autódromo de Homestead, en Miami. Era todavía un ensayo de diseño sobre una mecánica provisoria. No pudimos acelerar, apenas fueron unos giros a 50 km/h. Pero ya anticipaba lo que ofrecería el modelo de serie. Aquel mismo año, el vicepresidente de Diseño Global de GM, Ed Welburn, me confesó que estaba muy feliz con el proyecto. “Yo mismo manejo un Camaro 68 todos los días a mi oficina y le aseguro que el nuevo es un modelo que rescata el estilo del Chevrolet Camaro que todo el mundo recuerda, pero a la vez es absolutamente moderno.”
De diseño impactante, con llantas de 20 pulgadas y un potente V8 de 405 CV, sentarse al volante de este muscle car americano es toda una experiencia. Basta un par de aceleradas para saber que estamos sentados en un sangre pura. El diseño interior combina lo clásico y lo moderno, con los instrumentos esperables en todo deportivo (incluyendo temperatura de aceite) y una pantalla central táctil que despliega navegador, audio, controles del auto y telefonía.
Tener 405 CV bajo el pie derecho, combinado con una caja automática de 6 marchas, no es para cualquiera, pero sin duda los controles de tracción y estabilidad facilitan la conducción de la bestia. Cuando trepan las revoluciones y el motor comienza a rugir, este V8 demuestra de lo que es capaz. Excelente la dirección y el comportamiento de las suspensiones que, obviamente, son rígidas y firmes por estar desarrolladas para mantener la estabilidad a altísimas velocidades.
Para estar bien afirmado, está equipado con llantas de aluminio de 20 pulgadas y posee neumáticos delanteros 245/45 ZR20 y traseros 275/40 ZR20.
Obviamente, potencia y velocidad no van de la mano con un consumo económico; sin embargo, las relaciones de caja permiten viajar a 120 km/h con solo 2000 rpm, con un consumo promedio de 13 litros cada 100 km.
Equipado con múltiples sistema de seguridad y confort (6 airbags, ABS, climatizador, calefactor de asientos, audio de alta fidelidad, caja con opción secuencial) el viaje se torna placentero.
Pero sin dudas, su mayor atractivo es el comportamiento dinámico potente y un diseño que resalta musculatura y deportividad. En definitiva, un auto que nació clásico y que es un digno heredero de la mejor tradición americana.
Si verlo despierta admiración, manejarlo es una experiencia inolvidable.
LA NACION