21 Jul Crece la tendencia del uso de la tecnología para vigilar a los hijos
¿Con quién?, ¿dónde?, ¿habrá llegado bien?, ¿me habrá mentido? son ejemplos de preguntas frecuentes entre los padres de adolescentes. Para ellos, las tiendas Google Play y App Store rebosan de aplicaciones de control parental; algunas rayan en el espionaje: se instalan en los celulares, monitorean los movimientos de los hijos y hasta alertan si se separan del camino. Están aquellas por las que, además, se accede a la cámara del teléfono o a mensajes de texto borrados.
Dentro de este rubro, Life 360 superó los 10 millones de descargas; Family Locator y Kids Place, otras populares, el millón (ver Apps destacadas). CeluMap, una uruguaya disponible solo para Android y con convenio con Antel y Movistar, fue descargada más de 5.000 veces. Todas comparten un objetivo: la seguridad del ser querido.
Pero usar la tecnología para vigilarlos puede o no ser una solución porque no siempre está claro dónde se debe poner el límite. El deseo de velar por su seguridad y el derecho a la privacidad son valores que entran en pugna.
Otras voces son más críticas. Samuel Gibbs, periodista del diario inglés The Guardian, dijo que la tendencia, que incluye dispositivos como pulseras y relojes inteligentes, “tienen un parecido sorprendente con los que se utilizan para realizar un seguimiento de los delincuentes”.
¿Papá espía o papá sembrador?
El padre que se cuestiona si debe o no instalar este tipo de aplicaciones deberá, primero, saber cuál es la acción más adecuada según la edad de su hijo. “No es lo mismo hablar de control parental de un niño de 6 o 7 años que de uno de 15”, apuntó Balaguer.
Hasta aproximadamente los 8 años, los mecanismos que un padre pueda implementar ayudan a no exponer a sus hijos a situaciones de acceso a contenidos que son inapropiados para su edad o para evitar que entren en contacto con gente que puede resultar peligrosa. En este sentido, Balaguer entendió que el uso de una herramienta tecnológica de control parental es necesaria. Aquí aparecen herramientas como Kids Place que permiten bloquear ciertas aplicaciones o descargas automáticas.
Luego, hasta la mediana adolescencia -por los 16 años- “debe primar” el monitoreo por lo que el uso de aplicaciones de vigilancia puede ser “considerable”, a juicio de Balaguer. Por ejemplo, cuando se supone que algo anda mal (por ejemplo, acoso escolar o drogas), la tecnología puede ser una vía para hallar la verdad. No obstante, el experto recomendó no olvidar que padres e hijos deben conversar. La clave está en la confianza.
La tercera etapa corresponde a edades posteriores, cuando los jóvenes ya pasan muchas horas conectados y gran parte de su socialización es a través de las redes. En este momento, muchas veces los padres no saben con quiénes se vinculan realmente y, por eso, aparece la necesidad del control. “Hay muchos padres que por miedo buscan controlar y a veces ese propio miedo funciona en el modo inverso”, precisó. Ante padres “hiper controladores”, muchas veces hay niños o adolescentes que toman mayores riesgos. “Hecho el control, hecha la trampa”, señaló.
En el estudio Impacto de la Tecnología en niñas y niños de América Latina, una investigación realizada por la asociación Chicos.net, se definen cuatro perfiles de padres según su postura ante la vigilancia electrónica de sus hijos.
El padre “espía” es el que “no duda en vulnerar la intimidad de su hijo, amparado en que lo hace ‘por su bien'”; lo hace sin que medie una charla o remordimientos. El padre “marcador” es el que se reconoce como “temeroso, sobreprotector” y asume que sus hijos siempre serán “inocentes, ingenuos y, por ende, muy vulnerables”. A estos se le agrega el padre “guardaespaldas” que controla “tímida y débilmente, sin hacer notar la ‘presión'” para no generar roces con sus hijos. El último tipo de padre es el “sembrador”, el que busca estar presente. De todos, es el que se demuestra más respetuoso de la privacidad de sus hijos.
Existe una aplicación disponible en el país para localizar a personas a través de su celular que no pretende ser una herramienta de espionaje, sino un trato entre ambas partes. Su nombre es CeluMap y fue creada por la empresa uruguaya In Switch.
Durante su desarrollo se consideró el punto de vista de padres y allegados que comunicaban que querían contar con una solución para la problemática y así se decidió poner el foco en la familia, pero puede ser utilizada en el ámbito laboral.
La aplicación fue lanzada al mercado a finales del 2014. Cuenta con dos versiones: la que puede descargar cualquier usuario y las alternativas que se crearon para los operadores telefónicos Movistar y Ancel y que ellos mismos venden bajo su marca y que, como principal diferencia, no necesitan que la otra persona la tenga instalada.
Para seguir a alguien, éste debe autorizar que se lo ponga debajo del radar. Le va a llegar un mensaje de texto o una notificación con un código que permitirá que sea rastreable por el sistema. Pero como dijo Balaguer -“hecho el control, hecha la trampa”- se puede hacer la transacción sin que se dé cuenta el otro usuario si su teléfono está desbloqueado.
EL CRONISTA