John Nash: una mente brillante que luchó contra la esquizofrenia

John Nash: una mente brillante que luchó contra la esquizofrenia

A un mes de su muerte, recordamos al gran matemático y premio Nobel. 

Por Erica Goode
El matemático y premio Nobel de Economía John F. Nash murió el 23 de mayo junto a su mujer en un accidente automovilístico en Nueva Jersey. Tenía 86 años.
Nash no sólo fue conocido por su aporte a la ampliación de los alcances y el poder de la teoría económica moderna, sino también por una vida en la que debió convivir con la enfermedad mental y que quedó retratada en el film Una mente brillante.
Anteayer, el conductor del taxi en el que viajaban Nash y su esposa, Alicia, de 82 años, perdió el control al intentar pasar a otro auto e impactó contra el guardrail y otro vehículo. La pareja salió expulsada del auto y murió en el acto.
Los Nash volvían de Noruega, donde John había recibido junto a Louis Niremberg, matemático de la Universidad de Nueva York, el Premio Abel de la Academia de Ciencias y Letras de Noruega.
Nash era reconocido como uno de los grandes matemáticos del siglo XX, especialmente por la originalidad de su pensamiento y por su audacia a la hora de atacar problemas complejos. “Los destacados logros de John inspiraron a generaciones de matemáticos, economistas y científicos”, dijo el presidente de la Universidad de Princeton, Christopher L. Eisgruber.
En su cuenta de Twitter, Russell Crowe, que interpretó a Nash en Una mente brillante, contó que estaba “consternado” por la muerte del científico. “Una asociación perfecta: mentes brillantes y corazones brillantes”, escribió sobre la pareja.
Su gran aporte fue la publicación, en 1950, de la teoría de juegos no cooperativos, que se convirtió en una herramienta matemática poderosa para analizar desde una amplia gama de situaciones competitivas hasta la toma de decisiones legislativas. En la actualidad, el enfoque se utiliza no sólo en la Economía, sino también en las ciencias sociales, e incluso la biología evolutiva.
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Harold W. Kuhn, profesor emérito de matemática de Princeton y amigo y colega de muchos años de Nash hasta su muerte, en 2014, dijo una vez: “Creo que en el siglo XX no ha habido muchas grandes ideas económicas, y tal vez su idea del equilibrio [la teoría que pensó] se encuentra entre las diez más importantes”.
“Jane Austen escribió seis novelas. Bach escribió seis partitas”, señaló Barry Mazur, un profesor de matemática de Harvard que era un recién llegado al Massachusetts Institute of Technology (MIT) cuando Nash enseñaba allí. “Sus aportes puramente matemáticos se ubican en ese nivel. Escribió muy poco, pero lo que escribió tuvo un impacto increíble”, añadió.

UNA OBRA BRILLANTE
El matemático se convirtió en un símbolo de la lucha contra la fuerza destructora de la enfermedad mental -padecía de esquizofrenia- y del estigma que suelen cargar quienes la padecen, gracias a la publicación de su biografía escrita por Sylvia Nasar y por el éxito de la película ganadora del Oscar. En ambas obras se relataba su brillante ascenso en medio de la esquizofrenia, la recuperación de su racionalidad y la obtención del Nobel en 1994.
Tras recibirse como matemático en Carnegie Mellon, Nash desembarcó en Princeton en 1948. Alto y atractivo, se hizo rápidamente famoso por su arrogancia intelectual, sus hábitos extraños -abandonaba las conversaciones por la mitad y silbaba sin parar- y su feroz ambición.
Allí, se abocó a la resolución de un problema que el matemático John von Neumann y el economista Oskar Morgenstern, pioneros de la Teoría del Juego, habían dejado sin resolver. Ellos sólo habían abordado lo que llamaron juegos de suma cero. Es decir, aquellos en los que la ganancia de un jugador es la pérdida de otro. Pero en la práctica los intereses de los jugadores no se oponen por completo, y hay oportunidades en las que la ganancia es mutua. La solución de Nash, que escribió cuando tenía 21 años, ofrecía el modo para analizar la manera en que cada jugador podía maximizar su ganancia al asumir que su rival también actuaría para maximizar la suya. Su aporte allanó el camino para que la teoría económica pudiese ser aplicada a una enorme variedad de otras situaciones que exceden los movimientos del mercado.

LUCHAR CONTRA LA LOCURA
En 1957 se casó, en segundas nupcias, con Alicia Larde, que se había graduado en física en el MIT. A principios de 1959, cuando su esposa estaba embarazada de su hijo John, Nash empezó a desmoronarse. Comenzó a sufrir de paranoia y alucinaciones que lo llevaron a que fuera internado. Fue el principio de un deterioro abrupto. Recibió terapia de electroshock. Finalmente, escapó durante un tiempo a Europa.
De vuelta en los Estados Unidos, deambuló durante años por el campus de Princeton, convertido en una figura solitaria que garabateaba fórmulas ininteligibles en los pizarrones. Aunque la teoría de juegos ganaba relevancia y su trabajo era cada vez más citado y enseñado, Nash había desaparecido del mundo profesional. Recién en 1994, cuando ganó el Nobel, el matemático retomó su carrera.
Alicia se divorció de él en 1963, pero en 1970 lo llevó a vivir con ella. La pareja volvió a casarse en 2001. Nash tuvo dos hijos, John David Stier -de un primer matrimonio con Eleanor Stier- y John Charles Martin.
LA NACIÓN

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