El sector financiero mundial es demasiado grande

El sector financiero mundial es demasiado grande

Por Martin Wolf
¿Es posible tener un sector financiero demasiado grande? Perjudicada por las secuelas de crisis financieras, enfurecida por los rescates de instituciones financieras, indignada por los generosos salarios, horrorizadas por las repetidas actividades ilícitas y enojada por la impunidad de los responsables, para la mayoría de la gente común es muy fácil responder que sí.
Y no son los únicos. Tanto los académicos como el personal de influyentes instituciones internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco de Pagos Internacionales, opinan lo mismo. Es posible que el sector financiero sea demasiado grande. Más importante aún, algunas economías importantes se encuentran en esta posición, entre ellas las de Japón y EE.UU.
Es fácil cuestionar el papel de la actividad financiera. Después de todo, entre enero de 2012 y diciembre de 2014, las instituciones financieras pagaron u$s 139.000 millones en multas a las agencias estadounidenses de aplicación de la ley. Más significativo es el contraste entre el 7% del PBI estadounidense que en promedio representó el sector financiero entre 1998 y 2014, y su participación media a de 29% de las ganancias corporativas.
Una sociedad organizada ofrece dos maneras de enriquecerse. La forma tradicional es ejercer el poder de monopolio. Históricamente, el control monopólico sobre la tierra por lo general adquirido por la fuerza ha sido la principal ruta hacia la riqueza. Una economía de mercado competitiva ofrece una alternativa socialmente más conveniente: inventar y producir productos y servicios.
tumblr_ljyirtXN0h1qch7b8o1_1280
Desafortunadamente, también es posible obtener una renta en los mercados. El sector financiero, con su complejidad y subsidios implícitos, se encuentra en una excelente lugar para hacerlo. Pero estas prácticas no sólo desplazan dinero de un gran número de gente con menos recursos hacia una inferior cantidad de personas más ricas; también pueden afectar gravemente la economía.
Ése es el argumento de Luigi Zingales de la Chicago Booth School, un firme creyente en el libre mercado, en su discurso presidencial ante la American Finance Association. Los perjuicios adoptan dos formas. La primera representa el daño directo: un auge alimentado por un crédito insostenible, por ejemplo. La otra es el daño indirecto resultado de la menor confianza en los arreglos financieros vinculados a las crisis, al ‘engaño‘ generalizado, o a ambos.
El Profesor Zingales hace hincapié en los costos indirectos. Asegura que puede surgir un círculo vicioso entre la indignación pública, la obtención de rentas, y de nuevo más indignación. Cuando el enojo es considerable, es difícil mantener una pronta e imparcial solución de los contratos. Sin el apoyo del público, las entidades financieras deben buscar protección política. Pero sólo aquellos que disfrutan de grandes rentas pueden hacer lobby. Por lo tanto, ante el resentimiento de la gente, sólo sobreviven las entidades financieras —sobre todo, los bancos más poderosos. Inevitablemente, esto alimenta aún más la indignación.
Nadie niega que el sector financiero sea esencial para cualquier sociedad civilizada y próspera. Por el contrario, es su misma importancia lo que hace que los abusos sean tan peligrosos. De hecho, hay pruebas sustanciales de que un aumento del crédito en relación con el PBI inicialmente aumenta el crecimiento económico. Pero esta relación parece invertirse una vez que el crédito excede aproximadamente el 100% del PBI.
Otros investigadores han demostrado que la rápida expansión del crédito es un indicador significativo de que se viene una crisis. En una nota reciente, el FMI utilizó un pronóstico de desarrollo financiero más sofisticado que el coeficiente de crédito. Esto demuestra que el desarrollo financiero de hecho ha progresado rápidamente, sobre todo en los países avanzados. También demuestra que, después de un cierto punto, el financiamiento ocasiona daños al crecimiento.
Investigaciones adicionales indican que este efecto negativo se concentra en el crecimiento de la “productividad total de los factores”. Esto mide el ritmo de la innovación y de las mejoras en la eficiencia con la que se utilizan la mano de obra y el capital. En particular, el FMI plantea, después de un determinado momento, la asignación del capital y la eficacia del control de las empresas se sale de su cauce. Por lo tanto, el impacto de las influencia financiera sobre la calidad de la conducción corporativa representa un reto importante.
Houston, tenemos un problema. Contamos con una gran cantidad de evidencia que demuestra que demasiada actividad financiera deteriora la estabilidad económica y el crecimiento, distorsiona la distribución del ingreso, socava la confianza en la economía de mercado, corrompe la política, y conduce a un explosivo y, probablemente, ineficaz aumento en las regulaciones. Esto debiera preocuparnos a todos. Pero debiera ser especialmente preocupante para quienes confían más en las virtudes morales y económicas de los mercados competitivos.
Entonces, ¿qué se puede hacer? A continuación ofrezco algunas respuestas preliminares:
Primero, los valores son importantes. Como argumenta el Profesor Zingales, si a quienes eligen el campo de las finanzas se los incentiva a creer que tienen derecho a hacer lo que puedan para salirse con la suya, la confianza se deteriorará. Es muy costoso controlar mercados plagados de conflictos de intereses e información asimétrica. En general, nosotros no lo hacemos en el caso de los médicos porque confiamos en ellos. Tenemos que ser capaces de confiar en los financieros de la misma manera.
Segundo, hay que reducir los incentivos de las finanzas excesivas. El incentivo más importante es, indiscutiblemente, la deducción impositiva de los intereses. Esto debe terminar. A la larga, muchos contratos de deuda deben ser convertidos en contratos de riesgo compartido.
Tercero, es necesario deshacerse del concepto de “demasiado grande para quebrar y demasiado grande para ir a prisión”. Estos dos conceptos van juntos. La forma más sencilla de deshacerse de “demasiado grande para quebrar” sería aumentar sustancialmente el requisito de capital mínimo para las instituciones financieras de importancia sistémica mundial.
Muchas optarían entonces por dividirse. Después de eso, el miedo a las consecuencias penales también debiera disminuir. Personalmente, yo iría todavía más lejos y separaría los sistemas monetarios de los financieros introduciendo la “banca estrecha” es decir, respaldar depósitos a la vista con reservas en el banco central.
Por último, todo el mundo tiene que entender los incentivos existentes en todos esos “mercados de promesas”. Estos mercados están expuestos a la corrupción por parte de personas que no les importa si las promesas se mantienen o si las contrapartes son siquiera capaces de entender lo que se les prometió.
El mundo no necesita un sector financiero más grande sino mejor. Y sí, esto también podría terminar siendo un sector financiero sustancialmente menor.
EL CRONISTA