Las pases con el Merlot

Las pases con el Merlot

En un viaje reciente pude visitar distintas bodegas de Río Negro y Neuquén y hablar con distintos enólogos. Cada lugar fue mágico, nos trataron maravillosamente, probamos vinos representantes de cada zona y del trabajo de cada persona que lo hace. Entre muchas de las charlas con los distintos productores la frase que más se repetía era: “Y bueno, hacemos Merlot también, pero ese no sale tanto”; mientras nos daban a probar cosas increíbles de barricas, de botellas estibadas hace años, de pruebas en microvinificaciones. Y es verdad: el Merlot no se vende tanto, es una uva poco popular. Algo que no se comprende bien en un país que cada vez quiere saber más sobre vinos y que gradual y efectivamente lo logra y donde el Merlot es una cepa con mucho para ofrecer y que pocos se dan la oportunidad de probar. Otro caso es ante las recomendaciones en el restaurante, habiendo de todos los precios y estilos, con una capacidad de satisfacer a todos en distintas circunstancias, la gente lo mira con desconfianza. Luego, claro, si esa persona se dejó llevar por la recomendación, suele pasar que se sorprende y entiende la fascinación que otros pueden tener con esta cepa que da ejemplares tan magníficos en distintos lugares del mundo, como por ejemplo en Pomerol y Saint-Emilion, en Francia, donde es el integrante principal de los cortes, o en algunas partes de Estados Unidos, como en Horse Heaven Valley, en el estado de Washington.
Por supuesto, una cepa puede dar productos distintos según las condiciones climáticas y geográficas, así como el trabajo que el hombre realiza tanto en la planta como en la bodega. Decir Merlot, como cualquier otro varietal, no es sinónimo de un solo tipo de vino, sino de algunas características generales que se expresan de distintas formas. Entre ellas, se destacan la fruta negra marcada, lo especiado como el regaliz; o su frescura, expresada en notas a menta; el cuerpo suave y redondo y su buen balance con la madera da como resultado un producto elegante, equilibrado y en la mayoría de los casos amigable, para beber solo o con distintos tipos de comida. Pero, como se dijo, estas son generalidades. Creo que el vuelco a hablar de estilos de vinos y no sólo de la uva que los compone es lo que nos hará avanzar como consumidores. En este aspecto, hay que tener en cuenta cada momento de la vida de la uva en el viñedo, su punto de cosecha, la tierra en la que fue plantada, la forma en la que fue cosechada, las levaduras que se utilizaron para hacerlo, los distintos momentos de la fermentación, el uso de madera y de qué tipo (si roble nuevo o no, su origen, si se usa o no, si todo el vino pasa por las barricas o sólo una parte, si son toneles más grandes o barricas más pequeñas), el tiempo en botella luego. Los factores son variados y los vinos demuestran esta diversidad.
En la Argentina, el Merlot se produce en casi todas las zonas vitivinícolas, pero encuentra su terruño propicio en lugares de gran amplitud térmica que hace mantener la acidez y que la madurez sea gradual, sin forzar al fruto, así como el desarrollo de su perfil aromático, siendo los casos más puntuales el Alto Valle de Río Negro, San Patricio del Chañar (en Neuquén), y en regiones como Valle de Uco, en Mendoza, donde la altitud es un factor decisivo.
Para hacer las pases con el Merlot, aquí propongo una selección especial para probar distintas etiquetas; para todos los bolsillos.

006 Merlot 2012. Producido en Mainqué, Río Negro, este pequeño nuevo proyecto llamado Bodega el Aniello, dirigida por Santiago Bernasconi, presenta un Merlot lleno de frutosidad, con una acidez fresca. Ideal para tomar solos o acompañar con una rica pasta con salsa de tomate ($ 99).

Miras Joven 2013. Este vino de la familia del enólogo Marcelo Miras tiene un perfil aromático distinto e inolvidable que recuerda a algunas flores secas, frutas negras, pimienta y clavo de olor. De Río Negro, transporta a su terroir, ofreciendo una experiencia única al beberlo. Ideal para tomar solo o con alguna carne de caza o ave con hinojos. ($ 108).

Sophenia Reserva Merlot 2011. Este vino de Gualtallary, Tupungato, Mendoza, presenta un estilo de Merlot muy delicado. Balance de frescura, intensidad de sabores, fruta y especias. Su zona de producción y el clima lo benefician, dando un vino de cuerpo medio, algo complejo , que lo hacen ideal para maridar con risotto de hongos. ($ 144).

Primogénito Merlot 2011. Este vino, de Bodega Patritti, en San Patricio del Chañar, Neuquén, realizado por Nicolás Avio, se presenta con una intensidad única, en parte por el terroir y, también, por la buena utilización de la madera para resaltarlo. Su cuerpo, medio pero vigoroso, su fruta negra y las notas a cedro y vainilla nos hacen pensar en carnes un poco untuosas para acompañarlo, como ojo de bife con alguna guarnición con papas y crema. ($ 148).

Diverso Merlot 2012. Vino diferente, de viñedos limpios de productos químicos, de Tupungato, en Valle de Uco, Mendoza. Con notas a fruta negra, algo de menta y violetas, así como un dejo a regaliz, de cuerpo medio, amable y de complejidad media. Para la gente que ya le gustaban los Merlot, este vino es un buen desafío e innovación. Un plato con el que me gusta puntualmente tomarlo es con una cazuela de ciervo o conejo especiado, con coriandro y fenogreco. ($ 240)

Particular Merlot 2007. De Bodegas Bianchi, en San Rafael, Mendoza, es ideal para aquellas personas que buscan complejidad y algo de evolución en sus vinos. Notas algo terrosas, frutas maduras y secas, equilibrio entre la madera y la uva. Marida muy bien con cocciones complejas de carnes, como un ragú de cordero con vegetales y hongos. ($ 250)

Mainqué Merlot 2012. De Bodega Chacra, en Mainque, Río Negro, caracterizada por seguir la biodinamia como filosofía (no sólo todo lo utilizado para su producción está certificado como orgánico sino que además guían según el calendario lunar toda la elaboración de sus productos), presenta una voluptuosidad muy bien equilibrada con la madera (24 meses en barrica francesa) y la frutosidad del vino. Ideal para acompañar alguna carne asada, como chivito o cordero ($ 420).
TIEMPO ARGENTINO

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