18 Apr ¿Es posible enamorarse a través de un cuestionario?
Por Carolina Amoroso
“Para enamorarte de alguien, hacé esto.” Con este título (To Fall in Love With Anyone, Do This, en inglés), el diario The New York Times publicó, hace algunas semanas, una crónica autobiográfica de Mandy Len Catron, una escritora y profesora de la Universidad de British Columbia en Vancouver, que está trabajando, casualmente, en un libro sobre los peligros de las historias de amor.
En ese pequeño ensayo, Catron cita el estudio de un psicólogo norteamericano, llamado Arthur Aron, que, hace más de quince años, logró que dos personas se enamoraran en un laboratorio a través de un cuestionario diseñado para facilitar el acercamiento íntimo.
“La primera vez que leí acerca del estudio, yo estaba atravesando una ruptura… Me sentía bastante estancada. Entonces, como buena académica que soy, recurrí a la ciencia, deseando encontrar una manera de amar más inteligente”, escribió Catron en su artículo, antes de explayarse en los detalles.
“Le expliqué el estudio a un conocido de la universidad: un hombre y una mujer heterosexuales entran en un laboratorio por puertas separadas. Se sientan cara a cara y contestan una serie de preguntas que van incrementando en cuanto a su carácter personal. Luego, se miran en silencio a los ojos durante cuatro minutos. El detalle más tentador: seis meses después, dos de los participantes estaban casados. Invitaron a todo el laboratorio a la ceremonia”, detalla Mandy.
Movida por la curiosidad, la autora de la crónica decidió probar con aquel “conocido” de la universidad la propuesta de Aron. ¿El resultado? Créase o no, se enamoraron y, aun cuando asume que pudo haber pasado de cualquier otra manera, Mandy Len Catron reconoce grandes virtudes en el estudio: “El estudio de Arthur Aron me enseñó que es posible, y hasta simple, generar confianza e intimidad, ambos sentimientos necesarios para que el amor prospere (…) El estudio sí nos dio un camino de entrada a la relación que se sentía deliberado. Pasamos semanas en ese espacio íntimo que creamos esa noche, esperando ver en qué se iba a convertir”, dice, sobre el final de su relato.
Fogoneadas por la increíble pero real historia, las 36 preguntas (que son mayoritariamente interrogantes, pero que también contienen consignas enunciativas) no sólo llegaron a las páginas de ese diario, sino que también fueron motivo de interés para otros medios, como The Guardian (que repitió el experimento con dos personas y publicó una nota con los resultados), The New Yorker, The Telegraph y la factoría viral Buzz Feed, entre muchos otros. Rápidamente, y pese a haber sido desarrollado mucho tiempo atrás, el cuestionario comenzó a circular en las redes también, despertando curiosidad -aun entre los escépticos- y algunas divertidas parodias.
¿Cuáles son algunas de las preguntas que propone el cuestionario? Para empezar, en este estudio, titulado formalmente “The Experimental Generation of Interpersonal Closeness” (La generación experimental de cercanía interpersonal), el orden de los factores sí altera el producto. Las preguntas deben ser respondidas en orden, en tres series de 12. En el primer set, aparecen las siguientes: “Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo, ¿a quién invitarías a cenar?”, “¿Qué constituiría un día perfecto para vos?”, “¿Tenés una intuición secreta acerca de cómo vas a morir?”, “Si pudieras cambiar algo de la manera en la que fuiste criado, ¿qué sería?” y “Si pudieras despertarte mañana con alguna cualidad o habilidad que antes no tenías, ¿cuál sería?”
En el segundo set, algunos de los interrogantes son: “Si una bola de cristal pudiera decirte la verdad acerca de vos mismo, tu vida, tu futuro o cualquier otra cosa, ¿qué querrías saber?”, “¿Cuál ha sido el mayor logro de tu vida?”, “¿Cuál es tu recuerdo más preciado?”, “¿Qué valorás más en una amistad?” y “¿Cómo evaluás tu relación con tu madre?”
El set final, quizás el más personal, contiene propuestas que plantean la hipótesis de un “nosotros”. Su primera consigna es: “Formulá tres frases verdaderas que contengan la palabra «nosotros». Por ejemplo: «Nosotros estamos en esta habitación sintiendo…».” Otras de las preguntas/consignas de este tercer set incluyen: “¿Cuándo lloraste por última vez frente a una persona? ¿Y solo?”, “Si fueras a morir esta tarde sin oportunidad de comunicarte con nadie, ¿qué lamentarías no haberle dicho a alguien? ¿Por qué no se lo has dicho todavía?”.
Para Paula Schargorodsky, directora de cine argentina y creadora del cortometraje viral 35 and single [35 y soltera], que publicó The New York Times y que próximamente se convertirá en largometraje, las 36 preguntas de Aron tienen sus virtudes: “Leí las preguntas y realmente me parece que lo que está bueno de lo que proponen es la idea de tomarse el tiempo para conocerse más en profundidad”, observa, y agrega: “Lo que me gustó cuando vi las preguntas es que tienen que ver con mostrar las vulnerabilidades, y eso está bueno porque en general siempre mostramos la parte más linda de nosotros”.
Por otro lado, la cineasta advierte que es importante, antes de iniciar el cuestionario, hacerse una pregunta individual: ¿Por qué quiero estar en pareja? “Me parece que falta esa pregunta previa para estar en equilibrio con uno. Estar en pareja es aprender. Y es importante no repetir los patrones que se repitieron en nuestras parejas anteriores -señala-. Me parece que no hay que estar en un lugar muy desesperado a la hora de querer buscar. Hay como una contradicción: queremos estar en pareja, pero no es algo que podés buscar. Creo que lo importante es darle un espacio y un tiempo al encuentro.”
Con la reciente notoriedad que adquirió el estudio Aron, las parodias de las 36 preguntas no tardaron en llegar. La revista The New Yorker publicó la contracara del artículo de Mandy Len Catron: “Para desenamorarte, hacé esto” (To Fall Out of Love, Do This). Entre las preguntas que enumera el sarcástico cuestionario, figuran las siguientes: “Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo, ¿a quién le pegarías una piña en la cara?”, “En promedio, ¿cuánto tiempo te lleva componer tus tuits antes de publicarlos? ¿Te das cuenta de que no importa?”, “Decí cinco cosas que te irritan de tu partenaire”, “¿Cuál es tu canción favorita? No, no es ésa. Nunca te oí escuchar esa canción” (en clara referencia a que la respuesta será más cool que la realidad).
La obsesión de los hombres y mujeres por encontrar a su pareja ideal o enamorarse no resulta nueva: desde el estudio de los signos del zodiaco hasta experimentos pseudocientíficos que pretenden mostrar afinidades, cuando en verdad nadie sabe si las parejas se fundan en afinidades u otros componentes.
Lo cierto es que, más allá del escepticismo y de las humoradas, seguramente las 36 preguntas plantean al menos un curioso desafío para los que todavía se encuentran en busca de su media naranja: ¿podemos ver al otro como verdaderamente es en un primer encuentro? O, lo que es aún más difícil, ¿podemos exponer con honestidad nuestras luces y sombras a la hora de la seducción?.
LA NACION