03 Mar El avance de los think tanks: los expertos detrás de los candidatos
Por Manuel Torino
En la Kolinera, una casona recuperada en el barrio de Monserrat, Alicia Kirchner escucha las propuestas de su tropa y responde con una arenga: “¡La Patria se disputa todos los días en la calle!” Cientos de militantes asienten ante la consigna de su líder y el búnker de la Corriente de Liberación Nacional Kolina estalla en un estruendo nacional y popular.
A unas pocas cuadras de esta postal de kirchnerismo explícito, la escena se tiñe de amarillo: en un moderno edificio de San Telmo, un selecto grupo de jóvenes Pro se acomoda en una colorida sala de reuniones de la Fundación Pensar para presentarle a Mauricio Macri un programa sobre políticas sociales.
A primera vista, la grieta puede parecer infranqueable, pero ambas situaciones tienen un trasfondo común. De cara al 2015 electoral, los partidos políticos se preparan no solo para ganar, sino también para gobernar.
Y mientras los candidatos acaparan los flashes, en las sombras los think tanks (concepto que suele ser traducido como “tanques de pensamiento” o “usinas de ideas”) trabajan sin pausa para allanar el terreno de la larga recta final hacia la Casa Rosada.
Por estos días, no hay presidenciable que se precie de tal que no tenga un equipo de expertos en políticas públicas ensayando fórmulas en sus laboratorios de ideas con la esperanza de que, triunfo en octubre próximo mediante, sus estrategias se materialicen en la arena política.
La Argentina cuenta con una rica tradición en la materia. Y con una efervescente actualidad. De hecho, el país ocupa el séptimo lugar a nivel mundial en cantidad de think tanks -entre políticos e independientes-, con un total de 137 instituciones, y es el único de América latina en el top ten global, según se desprende del informe Global Go To Think Tank 2014 que elabora la Universidad de Pensilvania.
“El país tiene una experiencia distintiva en términos de densidad y de protagonismo de los think tanks”, dice Fernando Straface, director Ejecutivo del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec). Y agrega: “Históricamente, estas instituciones estaban muy enfocadas en la parte económica de la agenda. Ahora, son más integrales y buscan un equilibrio entre lo social, lo institucional y lo económico”.
En carrera
Si se toma el molde estadounidense o europeo, cuyos poderosos think tanks cuentan con una coherencia ideológica y una solvencia programática que los hacen verdaderos faros de pensamiento estratégico para el desarrollo de los países, las versiones locales están a años luz de distancia.
Bajo esta perspectiva, la Fundación Pensar es quizás la que más se asemeja al modelo de los países desarrollados entre las entidades de los candidatos con chances reales de sentarse en el sillón de Rivadavia.
Lanzada en 2010, la usina de ideas del Pro cuenta con más de 200 personas (entre empleados fijos, part time y voluntarios) que trabajan “en las propuestas y en los equipos técnicos y políticos para gobernar la Argentina”, dice su director Ejecutivo, el economista Miguel Braun.
Sus equipos técnicos se reúnen periódicamente con el jefe de Gobierno porteño, por lo que se jactan de inocular con ideas a Macri y a sus principales funcionarios. Un ejemplo de la influencia de Pensar es el plan de política agroindustrial que el macrismo presentó este año como uno de los pilares de su programa de gobierno en caso de ganar en octubre próximo. “Fue un trabajo de tres años en la Fundación y refleja la visión del país que tenemos, en donde la agroindustria es un verdadero motor para el desarrollo”, cuenta Braun.
Con sede en el microcentro porteño pero con el foco puesto en la provincia de Buenos Aires y en el resto del país, la Fundación DAR (Desarrollo Argentino) es el think tank que pilotea José “Pepe” Scioli para que su hermano mayor pueda suceder a Cristina Kirchner. “Tomamos modelos y experiencias del exterior y las aggiornamos a la realidad de la Argentina”, explica el titular del la organización que está acompañado por especialistas en distintas áreas.
Nombres como Mario Blejer y Miguel Bein (Economía), Ginés González García y Alejandro Collia (Salud); Hugo Nielson (Minería); Néstor Ribet (Educación) y José Barbero (Transporte) ya llevan elaborados 21 documentos de trabajo en el año que DAR lleva de vida. Otra de sus señas particulares es la alianza institucional que mantiene con más de 20 universidades de todo el país.
“DAR es un espacio para desarrollar el potencial de la Argentina. Nuestro rol pasa por articular lo que ya se hizo y sumar nuevos proyectos”, sostiene “Pepe” Scioli. Y dispara: “Nosotros no dijimos. Hicimos, y ahora mostramos eso que hicimos”.
En cambio, la usina de ideas del diputado por el Frente Renovador Sergio Massa es menos orgánica. Por ahora, carece de nombre. Se sostiene más bien a base de figuras de renombre que trabajan codo a codo con el tigrense en su plataforma de gobierno para 2015. Alberto Fernández, Adrián Pérez, Daniel Arroyo, Felipe Solá y Roberto Lavagna son algunos de los que lo apuntalan en su estrategia política y social. Donde sí hay equipo articulado es en el área económica: Ricardo Delgado, Miguel Peirano y Martín Redrado aportan sus ideas para “salir gradualmente del cepo cambiario” o para bajar la inflación “a cinco puntos en cuatro años”.
Por su parte, la falta de un think tank propiamente dicho en el Frente Amplio UNEN parece un reflejo de las internas que aquejan al partido. Mientras Hermes Binner y el socialismo santafesino se nutren del tradicional Centro de Estudios Municipales y Provinciales (Cemupro), otros referentes de centro-izquierda se apoyan en los académicos del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) y Ernesto Sanz teje su estrategia de gobierno con los radicales Jesús Rodríguez y Ricardo Gil Lavedra.
Obstáculos
A la hora de intentar trasladar la generación de conocimiento a la realidad política, los think tanks suelen encontrar distintos obstáculos en el camino. Uno de los más polémicos es el modo de financiamiento. Si bien la mayoría de estas usinas responden que subsisten gracias a “aportes privados” -ya sea de sus propios miembros, de donaciones particulares o incluso de empresas- lo cierto es que muchas veces el límite entre lo partidario y lo estatal suele quedar desdibujado.
“Tratamos de ser muy cuidadosos. En Pensar hay un equipo reducido que trabaja para la Fundación, pero también somos uno de los lugares donde el Pro canaliza su militancia”, dice Braun. Y admite: “Por supuesto que también hay diputados y funcionarios que dedican voluntariamente su tiempo libre a la Fundación”.
Al respecto, Straface reconoce el conflicto de intereses. “Se trata de asegurar que no se usen recursos del Estado para el desarrollo de partidos políticos. De todas formas, por lo general se financian con aportes privados y, en algunos casos, con financiamiento de think tanks internacionales”.
Otro de los desafíos para consolidar el rol de estas instituciones en la escena política argentina pasa por superar la lógica electoralista y perdurar en el tiempo. Así lo explica el referente de Cippec: “Hoy hay dos destinos. Si le va bien, el think tank es absorbido por el nuevo gobierno y se desinfla. Y si le va mal, desaparece por falta de recursos. Para la discusión política es clave que haya permanencia de estas instituciones en el tiempo”.
Mil flores
La incógnita frente al año electoral que comienza también sobrevuela en Kolina, una de las usinas de ideas y de militancia kirchnerista más activas. La agrupación nació en 2010 cuando, en uno de sus últimos actos públicos, el expresidente Néstor Kirchner, flanqueado por su hermana Alicia, pidió “que florezcan mil flores a lo largo y a lo ancho de la patria”.
Hoy la corriente es timoneada por la ministra de Desarrollo Social y entre sus referentes aparece el vice de la cartera, el bonaerense Carlos Castagneto, y la ministra de Industria Débora Giorgi, además de representantes de todas las provincias.
Al inaugurar el año pasado la Kolinera, la sede central ubicada sobre la calle Estados Unidos, la propia Alicia definió a la organización como “un espacio que se viene consolidando desde hace mucho tiempo, que da respuesta a distintas inquietudes, que está armado como deben ser las cosas, consolidadamente y organizadamente, porque esta corriente de liberación nacional, fundamentalmente, desde la organización busca la transformación”.
El objetivo estratégico de Kolina, dicen fuera de micrófono en el búnker ultra K, “es aportar a la integración y hacerlo desde la liberación. Liberarnos del neoliberalismo que hoy sacude a Europa, tener la mirada de los países de la región sur en nuestras historias comunes”.
Con presencia territorial en todas las provincias del país, la organización K cuenta también con una secretaría de formación donde los propios militantes preparan nuevos cuadros técnicos y políticos en “usinas temáticas” que cubren aspectos sociales, políticos, económicos, jurídicos y hasta deportivos.
“Seamos libres, la formación como práctica emancipadora”, “Las amenazas al Proyecto Nacional”, “Argentina y la integración latinoamericana” o “El chantaje de los buitres”, son algunos de los ciclos que anuncia por estos días Kolina.
En silencio, los think tanks de los presidenciables avanzan a paso firme hacia las elecciones de 2015. Hoy en las sombras, trabajan para mañana marcar el camino de la Argentina que viene.
EL CRONISTA