Duelo: las redes sociales también ayudan a decir adiós

Duelo: las redes sociales también ayudan a decir adiós

Por Carolina Amoroso
“Nuestro matrimonio se terminó.” “Papá nos dejó hoy.” “Hace un año, el cielo sumó un ángel. Desde acá, te extrañamos y te recordamos siempre.” “Hoy cierro un ciclo. Gracias por tanto.”
Frases como éstas abundan en las redes sociales, donde, resguardados en la virtualidad y sus “muros”, los usuarios se animan a hacer públicos algunos de sus dolores más hondos. Una muerte, una ruptura amorosa, la despedida de una mascota y hasta un fin de ciclo laboral son algunas de las experiencias de pérdida que pueden encontrar un espacio perfecto para ser compartidas, con la esperanza de que la tristeza ceda.
Este hábito se plasma cada vez con mayor frecuencia en Facebook, la red social más popular. Allí se complementan los textos personales con fotografías, canciones y videos. En Twitter también se replica, aunque usualmente se manifiesta ante la muerte de figuras públicas. “Cuando uno está en proceso de duelo, necesita dos cosas: una es reflexionar y volver a darle una significación a lo que se ha perdido; la otra es escuchar una palabra de aliento que permita ver mejor lo sucedido”, observa Diana Litvinoff, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
“La proliferación de redes demuestra que las personas buscan comunicarse -agrega la especialista-. «Duelar» siempre es un proceso individual, sea o no compartido en la red, pero poner en palabras lo que a uno le pasa sirve para aliviar el dolor porque, del otro lado, no hay máquinas, hay personas.”

SOLEDADES COMPARTIDAS
“Un guerrero partió al cielo. Desde allí y para siempre, nos bendecirá tu luz”, escribió en su muro Ana María Fago, una psicóloga de 57 años que eligió expresar, a través de su cuenta de Facebook, el dolor que sintió ante la muerte de Ernesto, su “compañero de vida” y ex esposo, a quien, luego de haberse divorciado 17 años antes, decidió acompañar en el duro tránsito de la enfermedad que le quitó la vida.
“Más allá del duelo que estoy atravesando en este momento, Facebook es para mí una vía de expresión, como quien pinta un cuadro. En realidad, tengo en cuenta que puede estar siendo visto por personas que pueden no estar de acuerdo, pero verdaderamente siento que es casi como una soledad compartida, uno comparte algo que está sintiendo desde el lugar en el que está. De algún modo, significa quebrar ese muro, poder compartir algo que lo derribe”, dice Ana María.
Al igual que ella, Verónica Hermosilla, de 29 años, también eligió el “muro” para recordar a su padre, fallecido en 2010. “Mis amigos se enteraron de que había muerto mi papá por Facebook y publico muchas cosas que siento que me unen a él, como cosas relacionadas al club de fútbol del que somos fanáticos, Aldosivi, de Mar del Plata”, cuenta.
Para Enrique Novelli, psicoanalista, también miembro de APA, el duelo (entendido como una reacción frente a una pérdida) pertenece al universo de la intimidad y la mejor manera de transitarlo es dándose permisos para estar bien cuando se está bien y para estar mal cuando se está mal. “Para pasar este trance, lo mejor es hablar de aquello perdido”, dice.
Sin embargo, también advierte que puede haber, en algunos casos, cierta pregnancia respecto del dolor: “Es casi como si la persona perdiera una parte de sí. Esto se ve muy claramente en las separaciones de pareja, donde este tipo de comportamientos, de necesitar expresar de manera pública algo que se siente, remite a algo que se manifiesta desde los primeros años del ser humano, que es la búsqueda de comprensión, en última instancia, la búsqueda de amor”.
Así se revela en el caso de Lucía, de 27 años, que posteaba canciones o mensajes indirectos para su ex novio cuando terminó la relación. “Escribía frases y subí varias veces la canción “That I Would Be Good”, de Alanis Morissette, o canciones de Ismael Serrano, porque sabía que la gente más cercana se daba cuenta de que esos mensajes eran para él, y me sentía acompañada”, cuenta.

DILEMAS DE MORIR EN LA WEB
¿Qué pasa con nuestra identidad virtual cuando dejamos de existir en la vida real? ¿Cómo reaccionar frente a un perfil que ya no tiene un usuario real detrás?
Para el sociólogo Marcelo Urresti, docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), las redes sociales plantean varios dilemas frente a la muerte de un usuario, ya que fueron concebidas, en principio, como “redes de la felicidad”, por lo tanto, la tendencia a tramitar duelos en ellas forma parte de un “uso desviado” o inesperado.
“Nadie se acostumbra a procesar una muerte, pero la sociedad viene preparándonos para ciertas convenciones sobre qué hay que hacer: el cementerio, el velatorio, el entierro, incluso fórmulas del lenguaje. Pero en el caso de Facebook, todo es nuevo y hay que aprender a procesar en esa plataforma qué se hace con alguien que murió -sostiene Urresti-. El problema que tiene esta red en particular es que obliga a la comunicación. Es muy dificil que no haya una manifestación ante la muerte. Si falleció alguien querido para mí o para uno de mis contactos, me quedan dos alternativas: o me hago el que no sé nada, o me veo obligado, por una cuestión de cortesía en la red, a enviar mis condolencias. Si no existiera esta plataforma, no sucedería. ¿A qué lleva esto? A que los procesos de duelo sean tremendos en cuanto a la magnitud que adquieren.”
En respuesta a la necesidad de que el cierre de la vida real esté acompañado por un cierre de la vida virtual, se desarrollaron aplicaciones y sitios diseñados para esto, como Afternote, que permite archivar las cosas más importantes, confeccionar una bucket list (lista de cosas que se quieren hacer antes de dejar la vida), y deseos y mensajes para las personas más queridas.
El sitio permite invitar a tres “trustees” (personas de confianza) que pueden acceder a estos deseos y mensajes una vez que el usuario muere. Otra de las alternativas es Dead Man’s Switch, que es un servicio de mails póstumos, en el que un usuario crea mensajes que desea enviar una vez que muere. Les exige a sus usuarios que ingresen con cierta periodicidad y, si no lo hacen, entiende que la persona murió y envía esos mensajes.
LA NACION