El Papa declaró mártir al asesinado arzobispo Oscar Arnulfo Romero

El Papa declaró mártir al asesinado arzobispo Oscar Arnulfo Romero

Por San Salvador de Bahía
El arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero, asesinado hace 35 años en medio de una misa por los escuadrones de la muerte, será beato 21 años después de comenzar su proceso de santificación, porque el Papa Francisco reconoció “el martirio que significó su crimen, ocurrido por odio a la fe”. Sobre el martirio de Romero ya se había expresado el congreso de teólogos de la popularmente llamada “fábrica de santos”, que semanas atrás había reconocido ese sufrimiento y dejado la decisión final en manos del congreso de los obispos y de los cardenales.
Ayer de mañana, como es la praxis, el Papa se reunió con el prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, cardenal Ángelo Amato, y aprobó el decreto que viabiliza la beatificación. La condición de mártir fue la que encontró mayores objeciones durante este proceso y acabó retrasando y obstaculizando la causa, que con el papado de Francisco retomó su curso. “Es providencial que el primer Papa latinoamericano beatifique a monseñor Romero”, fue la primera reacción del postulador de la beatificación, arzobispo Vicenzo Paglia.
El sector más conservador de la Iglesia consideraba que beatificar a Romero era como llevar a los altares a la Teología de la Liberación, la corriente que nació en América Latina y, al igual que Jesús, puso a los pobres en el centro de la escena. Según esta condición de mártir “in odium fidei” que Francisco le asignó a Romero, los teólogos no juzgan la posible intención política del asesinato del arzobispo, sino el intento de llegar al amor por la justicia y la predilección por los pobres que el obispo manifestaba en su idea de Iglesia.
La declaración del martirio era decisiva para su beatificación, ya que ahora no es necesario reconocer un milagro, con lo que después podría continuar la fase para la posible canonización. Será el Papa quien podrá decidir si saltar también esta fase y canonizar al arzobispo salvadoreño sin milagros, como es su potestad. El proceso de beatificación se abrió en marzo de 1994 y tras concluirse su fase diocesana, que redacta el informe sobre la vida, pasó en 1997 a consideración de la Congregación de la Doctrina de la Fe, de donde tras su estancamiento (virtualmente un “cajoneo” administrativo) la movilizó el Papa Francisco.
Romero fue asesinado el 24 de marzo por el disparo de un sicario contratado por el escuadrón de la muerte del mayor del ejército Roberto D’Aubuisson, cuando oficiaba misa en la capilla de un hospital oncológico. Francisco había señalado que no había impedimentos para la beatificación de Romero, de quien citó en enero parte de una homilía de mayo de 1977. El paso dado ayer, largamente reclamado por el pueblo salvadoreño, fue celebrado tanto por la Iglesia Católica como por el gobierno de Salvador Sánchez Cerén.
“Esta es una gran noticia para el pueblo salvadoreño”, dijo el secretario de Gobernabilidad y Comunicaciones de la Presidencia, Hato Hasbún, para quien fue “una gran decisión” la tomada por el Papa. Según Hasbún, el pueblo salvadoreño “tiene mucho para agradecerle a monseñor Romero, que es un guía en todo sentido”. En la misma dirección se manifestaron el Arzobispado de El Salvador y el vicario Rafael Urrutia, quien dijo que “la beatificación es una victoria de la fe”.
TIEMPO ARGENTINO