El consejo de un economista a los astrólogos para el próximo año

El consejo de un economista a los astrólogos para el próximo año

Por Martin Wolf
Como el fallecido John Kenneth Galbraith señalara: “La única función de la predicción económica es hacer que la astrología parezca una profesión respetable”.
Pero eso no significa que no podamos decir nada útil. Uno puede, al menos, identificar ciertas tendencias económicas y algunas incógnitas conocidas.
Es muy probable que la economía mundial crezca. Ha, después de todo, crecido cada año desde la segunda guerra mundial, con la única excepción de 2009, año de la crisis financiera mundial, cuando se contrajo un 2 por ciento con respecto a las tasas de cambio del mercado y se mantuvo más o menos constante en paridad del poder adquisitivo (PPA).
El Fondo Monetario Internacional sostiene que la economía mundial crecerá a casi el 4 por ciento en PPA. Éste es un buen punto de partida y también es de notar: dado un crecimiento anual del 4 por ciento, la economía mundial se duplica cada 18 años.
También podemos tener cierto grado de certeza de que las economías emergentes crecerán más rápido que las de altos ingresos y que las economías emergentes de Asia – las de Asia del este y el sur de Asia – serán las que más rápidamente crecerán. Esto, también, ha sido un patrón a largo plazo. Las economías emergentes de Asia han crecido más rápidamente que las economías emergentes en su conjunto todos los años, al menos desde 1980, incluso (aunque a duras penas) en 1998, el peor año de la crisis financiera asiática. El crecimiento asiático se está desacelerando, en gran parte debido a la desaceleración de China. Sin embargo, todavía se espera que se mantenga a una tasa anual superior al 6 por ciento.
Se pronostica que las economías emergentes en su conjunto crezcan cerca del 5 por ciento anual. Mientras tanto se espera que las economías de altos ingresos crezcan en un poco más del 2 por ciento. La principal razón por la que las economías emergentes crecen más rápido que las de altos ingresos se debe al factor de la puesta al día: la posibilidad de aplicar los conocimientos ya existentes. Este potencial tiene todavía muchas posibilidades. Salvo que suceda algún tipo de catástrofe, es probable que este factor continúe siendo el mayor impulso de la economía mundial durante muchas décadas.
Entre las economías de altos ingresos, es también sensato apostar que EEUU crecerá más rápidamente que Europa y Japón durante cualquier año en particular. Esto es en parte debido a su mejor perfil demográfico y en parte debido a un progreso más rápido en tecnología. ¿Hasta qué punto, entonces, podemos ir más allá para evaluar el 2015 más detalladamente?
Comencemos con los posibles positivos.
La predicción a corto plazo siempre se centra en la demanda. Pero es razonable incluir la oferta. Las economías con cantidades excepcionales de holgura pueden crecer más rápido de lo normal. Entre las economías de altos ingresos, las que tienen más holgura son las de la “periferia” de la eurozona. Estas economías podrían ahora crecer con relativa rapidez.
La mejora incluso podría empezar en 2015, ya que las tasas de interés a largo plazo son bajas, los balances del sector privado son más fuertes y los déficits fiscales están bajo control. Si el Banco Central Europeo tomara todas las medidas a su disposición, el aumento de la confianza podría sorprender.
Otro choque positivo en materia de oferta sería una recuperación del crecimiento de la productividad en las economías de altos ingresos afectadas por la crisis, entre ellos el Reino Unido y EEUU. Eso sólo sería una pequeña sorpresa. Una sorpresa positiva de la oferta también podría verse en India, que debería ser la economía principal de mayor crecimiento en el mundo en las próximas dos o tres décadas.
Otro factor útil es la persistentemente baja tasa de inflación. Esto permite que las autoridades monetarias continúen siendo acomodaticias. Es probable que EEUU y el Reino Unido se tomen su tiempo en ajustar los flujos de efectivo. En la eurozona y en Japón, la política incluso va en la dirección opuesta, ya que los temores de deflación siguen siendo fuertes. China también se ve impulsada a aflojar, a medida que su economía se debilita.
El factor positivo más importante de todos es la disminución de los precios del petróleo. Un interesante blog del FMI sostiene que, por ende, la producción mundial podría ser entre 0.3 por ciento y 0.7 por ciento mayor en 2015. Los precios más bajos del petróleo ayudan al reducir la inflación y aumentar los ingresos reales de los consumidores. Si los precios se mantienen bajos, este beneficio podría durar por un tiempo.
Ahora consideremos los posibles aspectos negativos. La experiencia sugiere que una gran crisis financiera es el evento económico que más pudiera perturbar el crecimiento mundial. Los riesgos obvios parecen ser una crisis financiera en China, un colapso de la eurozona, o una severa crisis en las economías emergentes a medida que se fortalece el dólar, las tasas de interés en EEUU suben y el capital huye. Cualquiera de estas posibilidades parece concebible.
Pero nada de eso parece probable puesto que, en gran parte, los responsables políticos en todos estos casos probablemente sean capaces de gestionar los riesgos. El mayor peligro parece ser la desintegración de la eurozona. Éste es un proyecto político cuyas bases políticas son frágiles. Su supervivencia es probable pero no es segura.
Otra posible fuente de perturbación grave sería una conmoción geopolítica. Pero tendría que ser grande. La guerra de Yom Kippur de 1973 y el ataque de Irak contra Irán en 1980 estuvieron estrechamente asociados con crisis disruptivas del petróleo. Sin embargo, los ataques terroristas más recientes no le han hecho ningún daño significativo a la economía global. El conflicto entre grandes potencias, una guerra nuclear en el Golfo o el terrorismo nuclear cambiarían las reglas del juego. Pero un conflicto directo entre las grandes potencias no ha sucedido desde la guerra de Corea. Los resultados económicos de las guerras con intermediarios resultaron manejables durante la guerra fría. Esperemos que sea igual con la nueva guerra fría entre Rusia y Occidente.
Otro año de crecimiento global bastante decente es, en resumen, el resultado más probable en 2015. Incluso podría ser un año relativamente bueno, sobre todo en EEUU. Pero – y esto es un gran pero – todavía hay profundos problemas estructurales.
En particular, seguimos dependiendo de los bancos centrales para administrar lo que he llamado el “síndrome de deficiencia crónica de la demanda”. El entorno de las tasas de interés ultra-bajas es su síntoma más revelador. A medida que baja la extraordinariamente alta tasa de inversión de China, es probable que empeore la deficiencia de la demanda. La deficiencia de la demanda de Alemania hace que la resolución de la crisis de la eurozona sea muy difícil.
Pero los bancos centrales deben ser capaces de hacerle frente a otro año.
EL CRONISTA