19 Jan Masajes: crece su uso cuando no hay solución con fármacos
Por Fabiola Czubaj
Se podría decir que Silvia Lopatin, jubilada y ama de casa, se volvió adicta al masaje. “Empecé hace 20 años y anduve bárbaro, así que no lo abandoné más. Ahora, voy una vez por semana o cada 15 días porque tiendo a contracturarme mucho en la zona cervical y dorsal”, cuenta a LA NACION. Con esa rutina, siente que puede hacer todas las tareas normalmente.
Su primera consulta fue por un problema con un nervio en las piernas. Le dieron una medicación tan fuerte que le costaba levantarse. “Me sentía peor. Así que probé con el masaje y empecé a mejorar. Enseguida, el médico me suspendió el medicamento y, desde entonces, seguí muy bien. Hoy en día, me parece que los médicos son afectos a este tipo de terapias porque los medicamentos que primero te calman después te arruinan el estómago”, dice Silvia.
Su percepción es lo que los masajistas que se dedican a los masajes terapéuticos ven en sus gabinetes. No sólo son cada vez más quienes consultan en busca de una solución para un dolor o malestar, sino que también aumentan los médicos que confían en las manos bien entrenadas para sus pacientes.
“Hay más derivaciones de parte de los médicos, que ven los cambios que producen los masajes terapéuticos. En manos profesionales, bien formadas, son coadyuvantes de la medicina. Está comprobado que el paciente se recupera más fácil”, asegura Jorge Weiner, presidente de la Asociación Argentina de Masajistas (AAM).
En la entidad, que posee 7700 asociados en el país (de una población estimada de ¡un millón! de masajistas que ofrecen sus servicios), estiman que ocho de cada 10 personas que consultan dicen que los medicamentos que utilizan para, por ejemplo, aliviar un dolor enmascaran el síntoma, pero no lo resuelven. “Cuando se pasa el efecto de un relajante muscular o un analgésico, el dolor vuelve a aparecer. Si no se elimina la causa, la contractura se vuelve cada vez más grave y el músculo queda contraído hasta endurecerse como una piedra”, explica Weiner, que es masajista desde hace 40 años, enfermero, técnico en electrofisiología y en hemodiálisis.
Además del dolor, principalmente en el cuello, la espalda o la cintura, en general por malas posturas y el estrés del estilo de vida actual, las consultas más frecuentes son por cansancio generalizado, problemas gástricos, dificultad respiratoria y molestias musculares en las piernas. Una población que aumentó en los últimos dos años son los aficionados a las carreras y las maratones.
“El masaje terapéutico puede abarcar todas las áreas corporales, porque puede trabajar desde una lesión que no requiera el trabajo de un kinesiólogo hasta ayudar a ampliar la capacidad respiratoria, mejorar el drenaje linfático después de una intervención o aliviar síntomas. No sólo se trabaja lo físico, sino también lo energético, como lo hace la medicina tradicional china, por ejemplo. El cuerpo solo va buscando su equilibrio y recomponer el síntoma”, explica Carola Maierowicz, masajista shiatzu con 25 años de experiencia y codirectora del 1er. Congreso Latinoamericano de Masajes, en esta ciudad (www.congresodemasajes.com).
Asegura que en las últimas dos décadas cambió la relación entre la medicina y el masaje. “Ahora, hay cada vez más médicos que derivan a sus pacientes a un masajista, cuando antes recomendaban ir al traumatólogo y al kinesiólogo exclusivamente. Hoy, el campo de acción de cada uno está más definido y, juntos, pueden trabajar con sus conocimientos específicos para el bienestar de la persona”, indica.
Para el psicólogo Sergio Herchcovichz, jefe del Departamento de Psicoterapias de la Universidad del Museo Social Argentino y codirector del Centro Jung de Buenos Aires, “existen muchas técnicas, recursos y profesionales que desde diversos ámbitos pueden ayudar a desestructurar el cuerpo y restablecer su estado natural de saludable equilibrio. Desde técnicas corporales y posturales, terapéuticas, masajes… Cualquier actividad que realicemos con conciencia, en relación con el cuerpo, ya le otorga al cuerpo el lugar y el saludable estado que merece”.
Como técnica manual, el masaje incluye distintas ramas. Los cinco más utilizados en el país son el descontracturante y el estético, seguido del drenaje linfático, el masaje estilo esalen o californiano, el tailandés y el shiatzu. Hay masajes para bebes, adultos y ancianos. “El masaje terapéutico deriva siempre de una disciplina o medicina tradicional antigua”, explica Maierowicz.
El masaje exprés, de entre 10 y 15 minutos, adaptado a una silla, como el que se ofrece en los aeropuertos o los centros comerciales, se puede realizar con cualquiera de esas técnicas, según aclara la masajista, y está orientado a una zona puntual, como es la espalda, el cuello y los hombros.
La doctora Alejandra Maratea se graduó en la Facultad de Medicina de la UBA y se formó durante años en medicinas tradicionales orientales. Para ella, que participará del próximo congreso, “la medicina tradicional occidental es excelente para solucionar un conjunto de enfermedades”, pero considera que para otros desequilibrios menores o funcionales “no es el modelo adecuado” para el cuerpo. “Las medicinas orientales son otro modelo, que ayuda más a equilibrar el organismo en aquello para lo que la medicina no tiene respuesta.”
En las manos preparadas, el masaje terapéutico “es preventivo, porque repara la causa de un síntoma, y genera un estímulo que refuerza el sistema de defensas -detalla Weiner-. Actúa en la higiene muscular y los sistemas nervioso y circulatorio. Día tras día, la gente se vuelca cada vez más a este tipo de masaje porque el sistema de salud no le está dando soluciones”.
LA NACION