22 Jan La noche en que el mundo empezó a conectarse
Por Ariel Torres
El 1 de noviembre se cumplieron 45 años del primer paso del hombre en el espacio virtual. A las 22.30 del 29 de octubre de 1969 se conectaron los dos primeros nodos de Arpanet, la antecesora de Internet. Es notable, porque tres meses antes dos hombres habían caminado sobre la superficie de la Luna por primera vez. Fue, 1969, un buen año, no hay dudas sobre eso.
Se me ocurrió que, para celebrar los 45 años de Arpanet, lo mejor sería que el padre de la criatura relatara exactamente lo que ocurrió aquella noche. Fue uno de los momentos más importantes de la historia moderna, y sin embargo sabemos muy poco de lo que pasó esa noche, no queda más registro que una anotación en un cuaderno y muchos aspectos técnicos y anecdóticos permanecen en la oscuridad.
Así que me puse en contacto con Leonard Kleinrock, el hombre que diseñó los mecanismos que hicieron posible Arpanet y, por extensión, Internet.
La diferencia entre Arpanet e Internet es grande, pero detrás de ambas la idea es la misma: que la información debe fragmentarse y encapsularse en paquetes que viajan de forma independiente entre origen y destino. Kleinrock desarrolló una teoría matemática para las redes basadas en paquetes en su tesis doctoral, y más tarde pudo ponerla en práctica en la agencia de investigaciones avanzadas de Estados Unidos (ARPA), gracias a que otro genio de la computación había recalado allí. En 1962, Joseph Licklider fue nombrado jefe de técnicas de procesamiento de información de ARPA y fomentó la investigación en redes informáticas. Kleinrock tuvo entonces los fondos y la oportunidad de probar sus teorías. Eventualmente, Kleinrock también diseñaría otro concepto clave para el funcionamiento de Internet, el enrutamiento jerárquico.
Ésta es la historia de cómo llegaron a esa noche y lo que realmente aconteció cuando enviaron el primero de los incontables mensajes que en el futuro circularían por esa red, narrada por el mismísimo Kleinrock, desde China, donde se encuentra en estos días.
“En septiembre de 1969, la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) recibió el primer conmutador de paquetes de Arpanet, a los que por entonces también se llamaba Interface Message Processor (o IMP). Lo conectamos a la computadora de tiempo compartido (una SDS Sigma-7), que mi grupo administraba en el Departamento de Ciencias de la Computación de la universidad, y pudimos entonces intercambiar bits entre el IMP y la computadora sin problemas.
“En octubre de 1969, el Instituto de Investigaciones de Stanford (SRI), que estaba 500 kilómetros al Norte, en Palo Alto, California, recibió el segundo IMP, y hacia fines del mes lo conectaron a su propia computadora de tiempo compartido (una SDS 940). Ahora teníamos una red de dos nodos y, por lo tanto, podíamos ejecutar algunos experimentos simples en esta incipiente red. El experimento que decidimos llevar adelante fue el de loguearnos en la computadora del SRI desde una terminal conectada a nuestra máquina en la UCLA. Era una tarea sencilla, pero probaría la capacidad de Arpanet para lograr su principal meta, es decir, permitir el logueo remoto de un sitio en otro por medio de la red.
“No sabíamos que estábamos a punto de realizar algo que tendría impacto global. En cuanto a lo que nos concernía, estábamos simplemente llevando adelante un experimento útil para verificar el funcionamiento de nuestra recién nacida red. No había nadie de la prensa, ni una cámara, ni un grabador, ¡nada! ¿Acaso preparamos un mensaje memorable que pasara a la historia? En absoluto. Nuestros predecesores habían sido mucho más sabios. El primer mensaje de telégrafo, por Samuel Morse en 1844 (“What God hath wrought”); el primer mensaje mediante un teléfono, por Alexander Graham Bell, en 1876 (“Watson, come here. I need you”); el primer mensaje desde el espacio, por Neil Armstrong, en 1969 (“That’s one small step for (a) man, one giant leap for mankind”). ¡Estos hombres entendieron los medios de difusión y la prensa!
“Esa noche del 29 de octubre de 1969, mi programador en la UCLA, Charlie Kline, se sentó en la terminal y se conectó por medio de la línea telefónica con el programador del SRI, Bill Duvall, mientras nos preparábamos para loguearnos, sólo para estar seguros de que la red de paquetes estaba comportándose como debía. Es irónico que estuviéramos usando el teléfono para probar la nueva tecnología de conmutación de paquetes, que estaba a punto de producir cambios disruptivos y que pondría en entredicho a la misma red de telefonía.
“Con prácticamente nadie presente, nos preparamos para loguearnos desde una terminal en la UCLA con la computadora del SRI. Resulta que ese sistema usaba un lenguaje de comandos basado en caracteres que hacía eco de cada carácter tipeado por el operador, uno a la vez. La SDS 940 también ofrecía el autocompletado de comandos. Es decir, una vez que tipeabas ‘log’, la 940 agregaría ‘in’ para completar el comando ‘login’. La computadora, naturalmente, daba por sentado que todos los usuarios estaban ubicados localmente, y no a cientos de kilómetros de distancia, como lo estábamos nosotros. Así que Charlie tipeó la ‘l’ y le preguntó a Bill si había recibido la ‘l’. Bill contestó ‘Sip, recibí la l’, y entonces la ‘l’ se repitió en nuestra pantalla. Charlie tipeó la ‘o’ y volvió a preguntar si había llegado. Bill dijo ‘Sip, recibí la o’, y la ‘o’ se repitió también en nuestra pantalla. Charlie tipeó la ‘g’ y le preguntó a Bill si había recibido la ‘g’, pero esta vez no hubo respuesta. ¡El sistema del SRI se había colgado!
“Así que el primer mensaje de Arpanet fue, en realidad, ‘lo’. Esto ocurrió a las 22.30 del 29 de octubre de 1969, y Charlie anotó esto en el registro del IMP: “Talked to SRI Host to Host” (“Hablé con el SRI, computadora a computadora”). Esa entrada en el cuaderno es el único registro del primer mensaje. Con la aventajada mirada de hoy, decimos que la interpretación de este maravilloso mensaje es ‘Lo, and behold’ [La exclamación en inglés tiene muchos significados, como ‘¡Oh, sorpresa!’, pero con el matiz de llamar la atención sobre algo, por lo que también podría traducirse como ‘¡Ahí tienen!’]. ¡No podríamos haber esperado un mensaje más sucinto, profético y poderoso!
“Sin embargo, esa noche ninguno pensó mucho en eso. Descubrimos rápidamente y resolvimos la causa que había hecho colgar al sistema del SRI y más tarde completamos exitosamente el login. Nos fuimos a casa con la gratificante sensación de haber cumplido con ese experimento básico, pero ciertamente ninguno se sintió eufórico o reconoció el significado histórico de lo que habíamos hecho aquella noche.”
LA NACION