17 Jan En el agua: cómo ganan los holandeses su batalla diaria contra las crecidas y el mayor caudal de las lluvias
Por Laura Rocha
“Dios creó la Tierra y los holandeses crearon los Países Bajos.” Esta expresión popular sólo se comprende cuando se recorre la geografía holandesa y se detectan, camufladas con el paisaje natural, las soluciones en las que hace miles de años los habitantes de estas tierras, muchas por debajo del nivel del mar, trabajan para resguardarse del agua.
Diques, canales, polders (tierras ganadas al mar) y reservorios que se combinan con el ambiente y que permiten a los habitantes estar protegidos de crecidas y de lluvias abundantes. ¿La estrategia? El planeamiento, sobre la base de los escenarios del cambio climático que modificarán drásticamente la frecuencia de las tormentas, el régimen de precipitaciones y el aumento del nivel del mar.
Según estudios internacionales, el 70% de las capitales del mundo se encuentran en zonas costeras o en los márgenes de ríos. Cada vez hay más zonas urbanas con más de 5 millones de habitantes; por lo general, son las personas con menos recursos económicos quienes se instalan en zonas con riesgo de inundaciones.
Entre esas capitales están Buenos Aires, el norte y el sur del conurbano y La Plata, zonas golpeadas duramente por el agua en estos dos últimos años. Las estrategias holandesas podrían ser un buen ejemplo a seguir si se tiene en cuenta que el delta del Rin, por caso, comparte características con el del Paraná o que el Mar del Norte golpea, sin tregua, las costas cuando soplan vientos fuertes, como las sudestadas que afectan a porteños y bonaerenses.
Con el aumento de los niveles del mar, que muchos expertos prevén que sea de 1 a 1,5 metros en este siglo, y con el cambio en las lluvias, la protección contra las inundaciones es una cuestión central.
Con la más alta tecnología de control de inundaciones, en los Países Bajos son conscientes del daño que las crecidas de los océanos y los ríos pueden causarles. La ingeniería hidráulica evoluciona en esta región desde la Edad Media y sus 16,7 millones de habitantes han “mantenido los pies secos” (keep dry feet) gracias a una red de diques, canales y maravillas de la ingeniería, como la barrera de Maeslant, cerca de Rotterdam. Allí dos compuertas flotantes, cada una de la misma longitud que la torre Eiffel, se cierran automáticamente para proteger la ciudad y su puerto principal cuando surgen amenazas de tormenta en el Mar del Norte. Aunque hasta el momento no se ha utilizado, cada año se hace una prueba de su funcionamiento.
Los deltas, tal como el del norte de Buenos Aires, que fue epicentro de los daños que varias tormentas han dejado en los últimos diez días y que ha sido escenario de las inundaciones más graves de la década, también son un desvelo para los holandeses. Para ellos, los valles y las tierras que están en estas zonas son los más productivos, a pesar de que más de medio país vive en constante amenaza de inundación por estar 6 metros por debajo del nivel del mar.
Imágenes satelitales, minería de datos, simulaciones e innovación constante son algunas de las herramientas que este país combina para los proyectos que tiene en marcha en vista de las peores recurrencias de lluvias en 400 años (en varios de losproyectos hidráulicos de la Argentina las recurrencias máximas calculadas no superan los 20 años).
“CÓMO LO HACEMOS”
“La cuestión no es qué queremos hacer, sino cómo la hacemos: con hierro y cemento o de un modo más natural”, indicó la ministra de Ambiente e Infraestructura de Holanda, Melanie Schultz van Haegen-Maas Geesteranus, a un grupo de periodistas extranjeros -entre ellos, esta cronista- en una conferencia de prensa.
Los Países Bajos, que deben su denominación precisamente a la geografía, eligieron un mix de tecnología y vuelta a soluciones milenarias para proteger a 9 millones de personas que viven en riesgo permanente de inundación.
En lugar de rectificar o de intentar contener el agua de los ríos, los holandeses han decidido devolverles el espacio que les habían quitado. El programa se llama Room for the River (2006-2015) y hay en marcha unos 40 proyectos, por un total de 2300 millones de euros, con los que se busca que los cursos de agua puedan desagotar su caudal en el mar cuando hay crecidas, sin afectar los lugares por los que pasan. El plan abarca las cuencas del Mosa, el Rin y el Escalda.
A la vista de varios de esos proyectos, surge el interrogante de si la cuenca de losríos Salado o Luján, en Buenos Aires, podrían ser escenario para aplicar estas políticas. Muchos de los problemas dedesbordes de estos cursos de agua se generan por el espacio que el río ha perdido, ya sea por la ampliación de áreas productivas en antiguos valles de inundación o por la falta de planeamiento de urbanizaciones en sus riberas y exceso en los desarrollos inmobiliarios.
En Holanda la organización del gobierno también influye en proyectos y decisiones. La cuestión del agua es lo más importante para el país. A las obras y proyectos contribuyen las juntas de agua regionales, que funcionan desde hace cientos de años y a las que cada ciudadano aporta unos 400 euros al año.
Un ejemplo de estos proyectos está en la ribera del Mosa, que separa Holanda de Bélgica. “Aunque el río puede ser nuestro amigo, puede ser un enemigo. Con una lluvia fuerte puede crecer seis o siete metros en pocas horas. Esto fue precisamente lo que pasó en diciembre de 1993. Y en enero de 1995 el Mosa volvió a atacarnos. Esa vez más de 20.000 personas debieron ser evacuadas”, relató Patrick van der Broeck, ministro regional de la provincia de Limburgo, la que está más al sur del país y que cuenta con 1.200.000 habitantes.
“Pero aprendimos nuestra lección y empezamos a trabajar en ello. Unos pocos kilómetros al norte de la provincia creamos un gran sistema de lagos, el Maasplassen, con la extracción de piedras. Cubre 3000 hectáreas y ahora es una de las áreas más grandes de Holanda para hacer deportes acuáticos, al tiempo que sirve de reservorio”, agregó. El Estado concesionó este proyecto a una empresa, que remueve la piedra del lecho del río y luego la recupera y la vende para obras de construcción.
El megaplán Room for the River contiene distintas intervenciones. La modificación y mudanza de diques, la remoción y relocalización de puentes y de población son necesarias para prevenir inundaciones. El polder Noordwaard, al sudeste de Rotterdam, fue una llanura inundable hasta 1973, cuando las obras en el delta lo hicieron adecuado para ganado y vegetales. Ahora se le está devolviendo su condición de llanura inundable para que absorba las aguas de inundación que podrían anegar las ciudades río arriba.
Habrá que sacrificar áreas productivas. En el área del dique había 26 granjas y 49 viviendas. Varias de estas últimas fueron demolidas y la mayoría de las granjas tendrá que trasladarse a otro lugar.
Todos estos trabajos no frenan las obras en los diques. Para ayudar a la naturaleza, los investigadores holandeses están trabajando en nuevos materiales, como el cemento flexible, para pegar rocas que absorban la energía, hierbas muy fuertes que disminuyan la acción de las olas y materiales geotextiles que prevengan la erosión interna, una de las principales causas de las fisuras. Sus defensores aseguran que los nuevos diseños ofrecen una solución más duradera que las barreras.
No quieren repetir su historia. En 1953, una tormenta huracanada y una serie de mareas de gran altura produjo gravísimas inundaciones en el área del delta (subida de 4,55 metros sobre el nivel del mar), lo que dejó más de 1800 muertos. El desborde de los diques afectó más de 160.000 hectáreas, causó pérdidas para la agricultura e inutilizó los campos por mucho tiempo. Según las previsiones, el año que viene 325 kilómetros de diques serán reforzados y reconstruidos en todo el país.
DISTRITO FLOTANTE
Las ciudades también trabajan en soluciones para no quedar anegadas. En Rotterdam, por ejemplo, la municipalidad está decidida a combatir el cambio climático. La ciudad, que contiene el puerto más grande de Europa, será la primera en comenzar con el desarrollo de un distrito completamente flotante.
El primer proyecto piloto se compone de tres domos conectados entre sí y anclados en el puerto antiguo (foto). El pabellón de usos múltiples fue diseñado por los arquitectos de DeltaSync y Publicdomain Architects y es un ejemplo de arquitectura innovadora y sostenible.
Con el objetivo de ser la capital mundial de la lucha contra el cambio climático, Rotterdam se propuso reducir 50% sus emisiones de carbono. Y tiene ambiciosos planes para adaptarse al crecimiento del nivel del mar pronosticado. La idea es construir una comunidad de casas flotantes; este pabellón es el primer paso. Hoy se usa para exposiciones y eventos.
Ahmed Aboutaleb, un musulmán descendiente de marroquíes, es el alcalde de esta ciudad. Cree que la batalla es contra el cambio climático y ha puesto en marcha varios proyectos para que una ciudad rodeada de agua y llena de cemento pueda drenar y absorber líquido para “mantener los pies secos”.
“Tenemos que pensar en la forma de transformar las amenazas en oportunidades. Hay que pensar en la construcción de edificios flotantes que hagan a una ciudad más resistente, pero también más atractiva. La necesidad de reducir las emisiones de CO2 y ahorrar, a su vez, energía ofrece una oportunidad para innovar y crear economías urbanas más potentes”, sostuvo Aboutaleb durante la inauguración del segundo encuentro Deltas en tiempos de cambio climático, en Rotterdam.
En este distrito con puerto los techos verdes son un hecho y se ha inaugurado hace casi un año una plaza de agua (water square) que tiene usos múltiples. La plaza Benthemplein, en pleno centro de Rotterdam, cuenta con el 90% de su superficie de cemento. Es usada por los alumnos de la escuela de diseño que está frente a ella como cancha de básquet y sus escalinatas son punto de encuentro para el almuerzo de oficinistas o vecinos que viven en los alrededores.
Sin embargo, cuando es tiempo de estar atentos a posibles anegamientos o las lluvias son copiosas, la altura de los diferentes espacios y un sistema de monitoreo y control centralizado la convierten en un reservorio que puede contener 1700 m3 de agua.
El objetivo que persigue el distrito es estar totalmente protegido contra el cambio climático para 2050. Aunque la ciudad cuenta con un plan de evacuación, el alcalde cree que no hay lugar adonde ir si el agua avanza: “Tenemos un plan de evacuación que cuenta con 100 millones de euros al año [el presupuesto anual del distrito es de 40.000 millones de euros]. Pero siempre digo a los ciudadanos que si la resignación se apodera de nosotros, no hay forma de escapar. Hoy se destinan 100 dólares al año de los impuestos de los ciudadanos para trabajar en defensas contra el agua. Y únicamente para eso. Sólo la innovación y el trabajo nos protegerán”.
Algunos de los proyectos en los que se trabaja hoy en Holanda suponen un estudio que incluye las peores estadísticas en 400.000 años respecto de los máximos de crecidas de ríos y mares. Se podría pensar que ya están protegidos. Sin embargo, cuando alguien menciona esta posibilidad, la respuesta no se hace esperar: “No sabemos si ese día puede ser mañana”.
LA NACION