08 Jan Crisis de los 30: muchos jóvenes se cuestionan la falta de logros
Por Carolina Amoroso
Una casa propia, una pareja estable, un trabajo apasionante y una carrera prometedora, planes de tener hijos, viajes, un auto y hasta quizás un perro para abrazar en la idílica fotografía del perfil de Facebook. Todo esto soñaron, alguna vez, muchos de los jóvenes adultos que hoy están en sus 30, o que se acercan al umbral de la década, con una sensación de frustración y desconcierto frente a todos los ideales (propios o ajenos) que abrazaron años atrás y aún no llegaron a cumplir.
“A mí se me mezcló la llegada de los 30 con una crisis vocacional”, dice Carlos da Cruz, un licenciado en administración de empresas de 30 años. “Empecé a estudiar hace tres años la carrera de comedia musical y me estoy haciendo ahora preguntas acerca de mi vocación. Comencé a replantearme ahora lo que quizá me debí haber planteado a los 20… Yo pensé que a los 30 ya iba a tener resueltos un montón de temas y me doy cuenta de que mi vida aún está en construcción. Fantaseaba con estar viviendo con mi pareja, en un techo propio, y sigo alquilando. Siento que todavía estoy en lo que pensaba que eran los 24… Lo que aprendí de chiquito acerca de lo que era la adultez no está sucediendo.”
Como Carlos, los jóvenes de esta generación salieron a la vida en el inicio del siglo, cuando se imponían como referentes Steve Jobs o el propio Mark Zuckerberg, que en su tercera década de vida alcanzaban la cúspide del éxito. Con modelos como éstos, la sombra de ideales inmensos, las adversidades económicas y los avatares de la vida afectiva llenan de preguntas el presente de muchos treintañeros.
“Hombres y mujeres nos hacemos replanteos existenciales toda nuestra vida, pero quizás haya momentos cruciales donde tienen una intensidad mayor. Ahora, como algo muy reciente, por lo que dicen nuestros pacientes, aparece una crisis que se acerca a los 30, que surge cuando la persona siente que no ha cumplido con los ideales que se había trazado, ya sea en el trabajo o en los afectos”, explica María de las Mercedes Amado de Zaffore, psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
“Se vive en una sociedad de consumo y, muchas veces, los ideales personales y el mundo afectivo entran en conflicto con esos paradigmas sociales. Entonces, quien no tiene éxito, tal como lo concibe la sociedad, siente un fracaso. Pero es importante saber que una crisis es cambio y que, muchas veces, se toca fondo para salir a una vida mejor -agrega-. En los 30, la soledad de pareja o laboral puede ser dolorosa y hay que elaborar el duelo de lo que aún no está. Es la única forma de poder salir.”
Por su parte, la doctora Beatriz Zelcer, vicepresidenta de la APA, prefiere el término “replanteo existencial” para hablar de la crisis de los 30. Mientras sostiene que a esa edad tiene “más peso lo profesional”, observa que en las mujeres sin pareja los interrogantes sobre la vida afectiva cobran gran relevancia. “Aparece mucho en las mujeres de treinta el tema de no poder conseguir pareja o el mito de que no hay hombres”, dice.
Su observación se confirma en casos como el de Laura, licenciada en Comunicación: “Estoy a menos de un año de cumplir 30 y no tengo la vida que me imaginé que iba a tener a esta edad. Sé que las comparaciones no convienen, pero a veces siento que hay algo mal conmigo, porque de mis amigas la que no está casada tiene planes de casarse pronto. Algunas ya tienen hijos y yo ni siquiera tengo novio”.
Para Mario Molina, que preside la Federación de Psicólogos de la República Argentina (Fepra), “hay algo mítico que hace que al llegar a cada década ocurra un replanteo de lo logrado o lo no logrado”. Asegura que la llamada crisis de los 30 es un problema reciente, muy marcado por las exigencias culturales de la época. “Es un fenómeno que viene desde los noventa. Un cambio global, ni porteño ni argentino. Es un mal de época de las grandes ciudades, donde la exigencia o la vida cultural exige mucho más. La década de los 30 es la mitad de la vida, con lo cual puede apremiar el deseo de logros, sea una familia, la casa propia, un auto o cierto trabajo”, dice.
Pero ¿cómo puede abordarse esta crisis? Para Jaime, de 32 años, hay que “cambiar el foco”. Cuenta que le “pegó” cerca de los 28, cuando cumplía 10 años de haber terminado el colegio. “Uno tenía la fantasía de que era enorme a los 30 y yo sentía que no había alcanzado todo eso que creía que había que alcanzar, sobre todo en lo profesional -dice-. Le conté a un amigo lo que me pasaba y él, quizá con una vida profesional mucho más exitosa, me dijo: «A mí me pasa lo mismo». Me sorprendió y nos sentamos a revalorizar lo que habíamos alcanzado.”
Carlos da Cruz, por su parte, encuentra alivio en sus deseos, lejos de los viejos mandatos. “Trato de dejar de lado el deber ser y escuchar más lo que realmente quiero y, con paciencia, darles tiempo a los proyectos para que se concreten. Para todo eso, ayuda mucho hacer terapia.”
El término “crisis de los 30” comenzó a utilizarse recién hace algunos años, ya que sólo se hablaba de la crisis de los 40 o de la mitad de la vida. Hoy, hay quienes hablan del colapso previo a los 30 o la crisis del cuarto de vida. En una nota publicada en The Guardian, el doctor Oliver Robinson, de la Universidad de Greenwich, en Londres, explica: “Las crisis del cuarto de vida no ocurre literalmente en esa etapa de la vida. Sucede entre los 25 y los 35 años, y es más común cerca de los 30”.
LA NACION