Calle 13: “Lo que hacemos es una documentación del presente”

Calle 13: “Lo que hacemos es una documentación del presente”

Por Sebastián Ramos
Cuando ingresa al lujoso hotel ubicado en Recoleta, ensimismado en su teléfono celular, René Pérez Joglar parece la sombra de su alter ego Residente, ese animal en cuero que vomita versos/slogans comprometidos arriba de los escenarios como la estampita del grupo Calle 13, siempre dispuesto a comerse a quien quiera enfrentarlo.
La noche anterior a este encuentro con La Nacion, René se presentó con su banda en un festival porteño, como parte de la extensa gira de su último álbum, Multiviral, y, ahora mismo, viene de recibir el Premio Democracia -Estela de Carlotto es su presidenta honoraria- como “Personalidad destacada de Latinoamérica”. Pasado mañana, si Calle 13 gana tan solo una de las once nominaciones que tiene en la décimo quinta entrega de los premios Grammy Latinos, los puerrtorriqueños se convertirán, contradicciones mediante, en los artistas más ganadores de la historia de estos galardones organizados por la industria musical con sede en Miami.
Hay algo en el talante de René que parece reflejar todo lo que le sucede por estos días: trajín, responsabilidades no buscadas, críticas prejuiciosas y, quizá también, preocupaciones normales de un flamante padre primerizo -en agosto nació Milo, el hijo que tuvo con la modelo argentina Soledad Fandiño.
Sin embargo, una vez que el grabador se encienda, sentado en el medio de este ambiente de estilo neoclásico, René volverá a ser René y reivindicará el trabajo social que ha hecho desde antes de formar la banda, cargará una vez más contra los medios de comunicación que distorsionan la realidad y sostendrá con firmeza que, en estos nueve años, lo que hizo Calle 13 es una suerte de “documentación” de lo que ocurre en el mundo de hoy.
Cuando ingresa en el lujoso hotel ubicado en Recoleta, ensimismado en su teléfono celular, René Pérez Joglar parece la sombra de su álter ego Residente, ese animal en cuero que vomita versos/eslóganes comprometidos arriba de los escenarios como la estampita del grupo Calle 13, siempre dispuesto a comerse a quien quiera enfrentarlo.
La noche anterior a este encuentro con la nacion, René se presentó con su banda en un festival porteño, como parte de la extensa gira de su último álbum, Multiviral, y ahora mismo viene de recibir el Premio Democracia -Estela de Carlotto es su presidenta honoraria- como “personalidad destacada de Latinoamérica”. Pasado mañana, si Calle 13 se alza tan sólo con una de las once nominaciones que tiene en la decimoquinta entrega de los premios Grammy Latinos, los puerrtorriqueños se convertirán, contradicciones mediante, en los artistas más ganadores de la historia de estos galardones organizados por la industria musical con sede en Miami.
Hay algo en el talante de René que parece reflejar todo lo que le sucede por estos días: trajín, responsabilidades no buscadas, críticas prejuiciosas y, quizá también, preocupaciones normales de un flamante padre primerizo (en agosto nació Milo, el hijo que tuvo con la modelo y actriz argentina Soledad Fandiño).
Sin embargo, una vez que el grabador se encienda, sentado en medio de este ambiente de estilo neoclásico, René volverá a ser René y reivindicará el trabajo social que ha hecho desde antes de formar la banda, cargará una vez más contra los medios de comunicación que distorsionan la realidad y sostendrá con firmeza que, en estos nueve años, lo que hizo Calle 13 es una suerte de “documentación” de lo que ocurre en el mundo de hoy.

-¿Significa algo especial para vos este Premio Democracia?
René: -Es algo que no esperaba, pero siempre es bien recibido, aunque lo que hago no lo hago por los premios. Ellos me dijeron que me lo entregaban por el trabajo social que he hecho con el grupo, que es algo que ha sido básico para mí, que hice antes de Calle 13 y no por ser Calle 13 iba a parar de hacerlo. Es algo que me enseñaron mis papás, cuando era pequeño: “Cuando puedas ayudar a la gente con lo que puedas ayúdalos, porque con un poquito ya ayuda”. He utilizado la plataforma de Calle 13 como una herramienta para colaborar con que la situación social mejore un poco… Tampoco puedo cambiar el mundo, obviamente, pero sé que ayudan cosas como una colecta de alimentos y ropa como hemos hecho.

-Se te ha criticado por frivolizar algunas protestas quizás y mezclar temas como el sufrimiento del pueblo palestino con el asesinato de Luciano Arruga, aquí en la Argentina…
René: -Lo único que hago es ofrecerle la oportunidad a alguien de que se suba a la tarima y hable sobre lo que está sintiendo en su país, en su barrio, socialmente, si tiene algún señalamiento que hacer porque nadie lo escucha. A veces lo hago yo mismo cuando me explican bien la situación y siento que la entiendo bien y creo que la puedo defender como ellos. No es algo complicado de hacer. Lo complicado quizá sea la repercusión que tiene. Mucha gente lo malinterpreta y empiezan a tacharte de cualquier cosa, hasta le ponen tinte político. Imagínate, a mí me dicen comunista y no tiene nada malo serlo, pero yo no soy comunista. En mi vida he dicho ser un revolucionario. Lo mío es un trabajo social, algo que no tengo la obligación de hacer, podría estar pendiente de mi familia y ya, pero es algo con lo que crecimos. Yo veía a mi mamá y a mi papá siempre ayudando a gente, en manifestaciones siendo portadores de problemas sociales en Puerto Rico, y yo entonces los he seguido. Siempre habrá algún idiota que no captura qué es lo que estamos haciendo. Son los mismos que no entienden entre estilos musicales, que dicen que la música que hacemos es reggaetón porque tuvimos un tema que iba por ahí; como pensar que somos un grupo de cumbia porque hicimos “La cumbia de los aburridos” o un grupo de bossa nova o uno de rock porque tenemos un tema con Tom Morello.

-¿Sentís que en un punto son una banda que escribe canciones con “el diario en la mano”?
René: -Sí, bueno, lo que estamos haciendo es una especie de documentación de lo que está ocurriendo, de una época. En muchos aspectos, de hecho es una documentación de un estilo de escribir, de cómo decir las cosas, pero también tiene temas más universales, como “El aguante”, que resumen una historia y la traen al día de hoy. Lo que hago con las letras es documentar lo que está ocurriendo con el presente y ya luego pasan los años y se convierten en historia, en el pasado, pero están ahí. Es como una documentación de todo tipo. No sólo cuestiones sociales serias, sino también esas cuestiones sociales de fiesta, la juerga, como se dice en Puerto Rico o en otros países para describir una fiesta. Todo eso está dentro de esa documentación.

Buscando un sonido 3D
En medio de la charla, René parece haber cambiado algo de su semblante inicial y cuando se acerca su medio hermano y media naranja compositiva, Eduardo Cabra Martínez -Visitante arriba del escenario-, en su cara se dibuja una sonrisa franca. El yin y el yang que mantiene en equilibrio a este fenómeno musical llamado Calle 13 se hace evidente cuando están juntos. Acostumbrado al bajo perfil, Visitante hoy parece haber absorbido la energía de Residente y será él, de aquí en más, el responsable de las definiciones más interesantes sobre el presente del grupo.

-¿No encuentran cierta contradicción entre ser una banda supuestamente antiestablishment y al mismo tiempo ser la banda más premiada de una institución como los Grammy Latinos?
Eduardo: -Esta última vez tuve mis dudas, porque era el primer disco que hacíamos de manera independiente y porque sentía que en cierto sentido estaba en otro circuito. Me sorprendió que la gente estuviera alerta a nuestro trabajo y a lo que estábamos diciendo. Pero lo tomo supernormal, aunque sea una anormalidad. Si bien no hacemos todo esto para ganar premios, creo que es una oportunidad brutal para treparnos en el escenario y hacer una buena presentación, porque hay que jugar el juego igual. Si quieres que tu música se conecte con las personas, tienes que estar dispuesto a este tipo de cosas.

-Para componer este disco se tomaron un tiempo mayor que los anteriores, ¿qué cosas cambiaron en el proceso creativo?
Eduardo: -Fue algo necesario. Al principio era todo muy caótico, todo a la vez, la composición, la producción, la presentación en vivo, las entrevistas… Era bien heavy de verdad. Lo bueno de este disco es que teníamos la mente en blanco, no teníamos nada en la cabeza. Éste fue un disco que me dio tiempo a pensar también mi relación con la música, tuve que reorganizar muchas cosas, reordenar mi cabeza.

-¿Tenías un sonido en particular que querías plasmar en este momento?
Eduardo: -La única idea que tenía en el día uno era que quería que el disco sonara en 3D, no sabía cómo lo iba a lograr y creo que todavía me hace falta un poquito más para llegar. Ahora está en dos, dos y medio, pero seguiré probando hasta llegar a ese 3D.

-¿Cómo recordás tu primer acercamiento a la música?
Eduardo: -De muy pequeño estaba ya estudiando piano. Para mí, la música fue como lavarme los dientes. Uno no se acuerda cuál fue la primera vez que se lavó los dientes. Ya estaba ahí. El apoyo de la familia fue fundamental, porque el arte se sentía una posibilidad. Mi papá es músico, mi mamá me apoyó, mi padrastro y mi madrastra, que es actriz, la mamá de René, también me apoyaron. Y a los 15 años ya tocaba en la calle, dando tumbos por ahí. Conocí los recovecos de la isla gracias a la música.

-¿Y cuál fue el sonido que te cambió la vida, que te partió la cabeza como para querer ser músico?
Eduardo: -Está cabrón lo que te voy a decir, pero el sonido que me partió a mí fue el de los Cadillacs. Tenía 15 años y eran lo máximo. Creo que por eso también de cierta manera sigo apostando por las bandas numerosas. En la primera banda que tuve éramos ocho o nueve músicos, una banda de ska puertorriqueña. Después tuve otra banda, a los 20 años, que era de música afrocaribeña, muy influenciada por los Cadillacs, Rey Azúcar y todo eso, y éramos diez músicos, con tres percusionistas, metales. En Calle 13 nosotros dos somos los que ponemos la cara, pero somos una banda numerosa, seguimos apostando a eso. Yo creo que hace falta también, dado que ahora todos los productos son más reducidos, está el asunto del DJ que es una persona poniéndole play a un set y todo eso. Creo que de cierta manera siento que estoy fomentando las bandas numerosas, quizá como los Cadillacs hicieron conmigo en aquel momento.

-¿Y cómo te llevás con todo lo que genera René a su alrededor, con todo lo que dice y lo que se dice de él?
Eduardo: -Creo que es una condición de ser el frontman también. Confío y creo en la propuesta, si no no estaría aquí. Hubo músicos de la banda que se han ido porque no se sintieron cómodos. Pero esta propuesta no está hecha para que le guste a todo el mundo. Te gusta o no, no hay punto medio. Más allá de todo, creo que nadie puede dudar de que es una propuesta honesta.

-Por otro lado, me imagino que para vos también es bueno que él se lleve todas las luces…
A veces me aprovecho de eso también, pero la verdad es que yo estoy enfocado en la música. Ahora también estoy involucrado con proyectos jóvenes. Confío mucho en eso. Estoy produciendo ahora mismo a dos bandas con mucho potencial, pero que están empezando. Está cabrón, brother, porque creo que ha pasado algo en la música en los últimos diez años, que ha sido un reciclaje de música de los 90, al menos en la escena latina. Se siguen reciclando, están los mismos personajes, de alguna manera parece que tienen hasta un sindicato, que no les dan espacio a las propuestas jóvenes. Acaparan los medios, todo. Yo pensé que Internet iba abrir todo eso y en realidad fue como Anakin Skywalker: creías que iba a salvar el mundo y de repente… se convirtió en Darth Vader. Por eso apuesto por estas propuestas para fomentar un circuito nuevo de música chévere.
LA NACION

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