Y un día la Capilla Sixtina renació bajo una nueva luz

Y un día la Capilla Sixtina renació bajo una nueva luz

La capilla Sixtina, esta impresionante obra que ha sido testigo de los cónclaves para elegir nuevo Papa, cobrará vida gracias a una moderna técnica de iluminación y también a un sistema de climatización capaz de eliminar cualquier depósito de polvo en los delicados frescos, asegurando que sus colores se mantengan brillantes en los próximos años.
Como en aquel 30 de octubre de 1512, cuando el Papa Julio II descubrió por primera vez los frescos de la bóveda que encargó decorar a Miguel Ángel Buonarroti, hoy el público puede disfrutar de “los nuevos colores” que permite la innovadora iluminación de la Sixtina.
El Vaticano preparó la sorpresa hasta el último detalle. Tras entrar en penumbra en la Capilla, un técnico encendió con su teléfono móvil “la Sixtina” y una luz clara, pero no demasiado brillante, iluminó como nunca se habían visto los frescos de Miguel Angel, Pietro Perugino, Domenico Ghirlandaio, Bartolomeo della Gatta o Botticelli.

“PALETA DE LUCES”
El director de los servicios técnicos del Governatorato -el gobierno que gestiona Ciudad del Vaticano- el español Rafael García de la Serrana Villalobos, que ha seguido a diario las nuevas instalaciones, explicó que con la anterior luz quedaban algunos frescos en sombra, pero con este nuevo método todos resaltan por igual y se aprecian los colores que con la luz tradicional aparecían apagados.
Los técnicos de la alemana Osram junto con expertos del Vaticano y de universidades de Hungría, Italia y el Instituto de Investigación y Energía de Cataluña, en España, han experimentado con sus “paletas de luz”, como los pintores con sus colores, para corregir el espectro de color demasiado blanco y frío que dan los leds y crear una iluminación única para la Capilla Sixtina.
El resultado es una luz clara y homogénea, que ilumina cada obra pictórica, desde el frontón del Juicio Final, a las bóvedas, o los laterales, de una manera uniforme y sin deslumbramiento para los visitantes.
“Una luz no elocuente”, que ilumina pero no es protagonista. Así la definió el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paoluci.
Los 7.000 puntos de luz son imperceptibles, escondidos debajo de las cornisas bajo las ventanas, para dar la sensación de que la iluminación no existe, pero sobre todo no son dañinos para las obras pues no emanan calor.
UN “ESCUDO DE OXÍGENO”
Por otro lado, gracias al nuevo sistema de climatización de Carrier, uno de los lugares más visitados del mundo seguirá siendo disfrutado sin que corra el peligro, pues se seguirán garantizando las 20.000 presencias diarias.
García de la Serrana Villalobos explicó cómo el anterior sistema de climatización estaba proyectado para las cerca de 700 personas que la visitaban por hora, pero ahora se ha llegado hasta 2.000 cada 60 minutos.
“Cada año, cuando se hacían las tareas de mantenimiento y limpieza de los frescos, nos dábamos cuenta de que se depositaban demasiados residuos y por tanto esta intervención era necesaria”, explicó el director de los servicios técnicos del Estado Vaticano.
El nuevo sistema de aireación, creado por la estadounidense Carrier, que ha necesitado tres años de estudio, permitirá mantener la Capilla Sixtina, mandada a construir en 1473 por el Papa Sixto IV -de ahí su nombre-, con las justas medidas de temperatura y humedad.
También controlará el nivel del anhídrido de carbono que produce la masiva presencia de visitantes.
“Con estas novedades se ha pensado en el bienestar del público, para que pueda apreciar mejor las pinturas y estar más cómodo, y también en la salud de los frescos y en su conservación”, resumió García de la Serrana Villalobos.
Con este nuevo escudo de “luz y oxígeno” se quieren recordar los 450 años de la muerte de Miguel Ángel, pero también el 20 aniversario de la restauración que devolvió los colores originales a los frescos de la Capilla Sixtina.
Las dos intervenciones costaron 3 millones de euros y fueron patrocinadas por las dos empresas y por la Unión Europea, que contribuyó con 870.000 euros.
Ahora, los miles de turistas que hacen largas colas cada día para poder entrar en los Museos Vaticanos tienen el privilegio de ver la Sixtina bajo una nueva luz.

MISTERIOS DE UNA OBRA FANTÁSTICA
El poder de las luces LED logra que el ojo humano pueda disfrutar de una de las obras más espectaculares de la historia. Sin embargo, hay misterios que no es capaz de iluminar. En efecto, los frescos de la Capilla Sixtina del Vaticano esconden muchos secretos. Mensajes ocultos, algunos de tipo cabalístico y otros muy poco católicos, que Miguel Ángel dejó hace 500 años para la posteridad.
Cada año, más de cuatro millones de personas visitan la Sixtina, parada obligatoria en un tour por el Vaticano, para admirar los frescos del genial Miguel Ángel (1475-1564). Sin embargo, pocos son los que pueden descifrar los mensajes que escondió, desde referencias judías y cabalísticas a conocimientos anatómicos y burlas a Julio II, quien le encargó la obra.
Varios autores se dedicaron a detallar estas impresionantes presunciones. Uno de ellos fue Roy Doliner, especialista en historia y doctrina judías, en su libro “Los secretos de la Capilla Sixtina. Los mensajes prohibidos del Miguel Ángel en el corazón del Vaticano”.
La Capilla Sixtina sería, según este autor, un reconocimiento a las raíces judaicas de la religión cristiana, “un puente” entre judaísmo y cristianismo.
En efecto, Doliner explica que cuando se acabó la limpieza de la Capilla Sixtina, se dio cuenta de la existencia de símbolos e imágenes que no correspondían con lo que señalaban las guías oficiales. “Empecé mis investigaciones, pero era muy escéptico y, después de varios años y muchos descubrimientos, finalmente Miguel Ángel me convenció”.
“En medio de una de las épocas más intolerantes y llenas de odio en Europa, Miguel Ángel arriesgó su carrera e incluso su propia vida para promover el entendimiento y la amistad entre religiones”, asegura Doliner. Por ello realizó un “inmenso e ingenioso acto de ocultación” de sus ideas, en ocasiones sólo comprensible para los conocedores del Talmud o de la Cábala.

El PAPA JULIO II
Giuliano della Rovere, el papa Julio II, era un hombre “cuyo ego no conocía límites”, pero con una vista tremenda para el talento artístico. Por eso eligió a Buonarroti para decorar la bóveda de la Sixtina y le entregó un proyecto cuyo punto central sería Jesucristo acompañado por los apóstoles.
Doliner explica cómo el artista logró que el Papa le dejara ejecutar su propio proyecto: “la adulación”. La primera figura que pintó fue “un apuesto perfil de Julio II encarnando al profeta Zacarías y situado justo sobre la puerta por la que entraban los Papas, lo que suponía que todos los futuros Papas deberían caminar bajo sus pies” y eso “le gustó tanto que dio a Miguel Ángel carta blanca para hacer el resto de la bóveda”.
Pero además dibujó dos angelitos, uno de ellos oculto entre sombras, que dirige hacia la nuca del Papa-profeta un puño cerrado con el pulgar que sobresale entre el índice y el corazón, “un gesto extremadamente obsceno” en aquella época. Si Julio II lo hubiese descubierto, la carrera y seguramente la vida de Miguel Ángel habrían acabado allí mismo.
La Iglesia descubrió algunos de los mensajes secretos “más tarde, y se enfadaron tanto que se refirieron a ellos como ‘esas obscenidades y herejías’ en los frescos”, explica el escritor.

LA FRANJA CENTRAL
La franja central de la bóveda es la parte más famosa de los frescos y, según el diseño original, debía estar decorada con un dibujo geométrico, a lo que Miguel Ángel se opuso y logró el permiso del Papa para plasmar su idea.
La imagen más conocida de la Capilla Sixtina, la Creación de Adán, oculta un inesperado secreto, descubierto en 1975 por un cirujano durante una visita turística. Al mirar la gran capa que envuelve a la figura de Dios no tuvo dudas de que estaba ante una sección transversal del cerebro. En otro de los frescos, los autores apuntan que puede verse, en una capa color púrpura, la forma y detalles de un riñón.
En cada uno de los paneles de la franja central el artista incluyó detalles de la tradición judía, así el árbol de la fruta prohibida no es un manzano sino una higuera, y el arca de Noé no tiene forma de barca sino de caja.

EL JUICIO FINAL
Años después de que acabara la bóveda, Miguel Ángel fue llamado por Clemente VII para pintar la pared del altar de la Capilla Sixtina. En aquella época Buonarroti tenía 60 años y dedicó casi siete a completar el trabajo, con el apoyo de dos ayudantes.
Esta obra está también cuajada de detalles heterodoxos, que rompían con los moldes de la tradición cristiana oficial, y encierra uno de los mensajes que más sorprendió a Doliner. “En medio de los santos católicos y en el círculo interno de las Almas Elegidas en el Cielo, Miguel Ángel escondió a dos religiosos judíos (uno lleva el sombrero con picos y el otro la redondela amarilla que la Iglesia les obligó a portar en diversas épocas). Eso estaba completamente prohibido y era muy peligroso en aquella época, pero él lo hizo y la Iglesia no supo que estaban allí durante cinco siglos”.
Otra “jugada” de Buonarroti fue ridiculizar al maestro de ceremonias de Pablo III, Biagio da Cesena, quien criticó el fresco antes de que estuviera acabado. La última figura que pintó el artista fue la del rey Minos camino del infierno, con la cara de Cesena, lo que provocó no pocas risas en la inauguración oficial.
Da Cesena suplicó al Papa para que su rostro fuera sacado del fresco, a lo que éste contestó: “Hijo mío, el Señor me ha concedido las llaves para gobernar el cielo y la tierra. Si deseas salir del Infierno, habla con Miguel Ángel”.

MENSAJES OCULTOS
La costumbre de ocultar significados fue una práctica extendida en la historia del arte, seguida, entre otros, por Leonardo da Vinci, Sandro Botticelli y Miguel Ángel, quien sobrecargó de personajes su obra para disimular los mensajes que quería transmitir, que eran más osados cuanto más altos y menos visibles en la bóveda de la capilla.
Pero no se trata sólo de detalles medio ocultos, sino que el artista eligió además algunos episodios bíblicos protagonizados por héroes del Antiguo Testamento y que esconden referencias cabalísticas.
Y un día la Capilla Sixtina renació bajo una nueva luz
La obra de Miguel Ángel cuenta ahora con una iluminación más homogénea y deja al descubierto algunos frescos, antes ocultos.

EL GENIAL MIGUEL ÁNGEL
Miguel Ángel es uno de los pintores más famosos de la Historia, pero él se consideraba escultor y, sin embargo, dedicó más de cuatro años a pintar la bóveda (1508-1512) y, dos décadas después, inició en la pared del altar “El Juicio Final” (1535-1541).
El artista no había realizado antes un fresco y en la bóveda se enfrentó al mayor del mundo -más de 1.100 metros cuadrados y 300 personajes- entre ellos sibilas paganas, profetas hebreos y antepasados judíos de Jesús, pero llama la atención que ninguno proceda del Nuevo Testamento.
Para el Vaticano, el concepto esencial de la bóveda es la historia religiosa antigua, integrada por el paganismo y el judaísmo, que desembocó en la llegada de Jesucristo, pero para Dolinder la realidad es diferente, y todo habría empezado años antes de que iniciase su gran obra.
El joven Miguel Ángel Buonarroti estuvo en contacto desde su adolescencia con maestros neoplatónicos “que buscaban crear una fusión entre la filosofía platónica, el misticismo judío y el cristianismo”, explica Doliner. En esos años aprendió sus primeros conceptos esotéricos y se acercó a las enseñanzas de la Torá, la Cábala, el Talmud y el Midrash.
EL LITORAL