Un verdadero clásico del cine cumple 75 años

Un verdadero clásico del cine cumple 75 años

Por Chris Melzer
Si al estreno de una película acuden un par de miles de personas, es mucho, pero cuando son decenas de miles, es una sensación. Cuando Lo que el viento se llevó llegó por primera vez a la gran pantalla, hace exactamente 75 años, fueron un millón de espectadores. Toda Atlanta celebró el nacimiento de un film que, si se tiene en cuenta la evolución del costo de la vida, sigue siendo hoy el más exitoso en la historia del cine.
Aún hoy, quien quiera verla en un cine la encontrará en pequeñas salas de Nueva York, que siguen reponiéndola. Todo un récord.
La película y la novela homónima en la que se basa se enmarcan en la Guerra Civil (1861-1865), en la que murieron más estadounidenses que todas las guerras anteriores. Quince años después de que terminara la contienda, una adolescente dijo en Atlanta: “Quiero ser famosa. Como oradora, escritora, artista, luchadora, política o lo que sea.” Y funcionó: Margaret Mitchell sólo publicó un libro en vida, pero con él ganó millones de dólares, un premio Pulitzer y los corazones de varias generaciones.
Mitchell escribió la novela tras sufrir un accidente a caballo. Siempre un capítulo tras otro, pero desde atrás hacia delante. En un primer momento, la heroína iba a llamarse Pansy, pero claramente fue un acierto cambiarlo a Scarlet, o Escarlata.
La película gira en torno a la relación entre la protagonista y el encantador pero huidizo Rhett Butler. Y tras unas mil páginas y casi cuatro horas de metraje, finalmente… no acaban juntos. Cuando ella le confiesa su amor y le pregunta adónde irá y qué será de su vida si él se va, Rhett responde con la ya famosa: “Francamente querida, me importa un bledo.” Eso sí, la novela termina con un mensaje de optimismo: la última frase es “Mañana será otro día.”
Cuando la novela se publicó, en 1936, a Mitchell se la quitaban de las manos. Al principio, había nuevas ediciones cada mes, que en aquel entonces costaban tres dólares (unos 50 dólares de ahora). La película, dirigida por Victor Fleming, también fue cara: costó 3,85 millones de dólares, incluidos los 50 mil que se llevó la escritora.
A día de hoy, esa cifra sería la de una producción de bajo presupuesto, pero entonces dejaba a la gente sin aliento. Además, en aquellos años ’30 en los que terminó la era del blanco y negro, impresionaba su colorido. Y, por supuesto, causaron sensación la elegante Vivien Leigh y el perfecto Clark Gable.
El estreno en la ciudad de Atlanta fue el 15 de diciembre de 1939. Al año siguiente, Lo que el viento se llevó consiguió 13 nominaciones a los Oscar, y se llevó diez estatuillas, entre ellas mejor película, director, actriz protagonista y actriz de reparto para Hattie McDaniel. La entrañable Mammy de la gran pantalla se convirtió en la primera actriz afroamericana en ser nominada al Oscar y llevárselo.
El día del estreno fue declarado festivo por el gobernador de Georgia. La película estuvo años en cartelera y los 400 millones de dólares que cosechó siguen siendo hoy el sueño de muchos productores.
Por comparar con algunos hits, la última entrega de Star Trek o el robótico espectáculo de Titanes del Pacífico recaudaron unas cifras similares, pero hacerlas costó 50 veces más.
Con todo, hubo películas que hicieron una caja mucho mayor, de miles de millones. Pero hoy en día, una entrada para el cine cuesta 18 veces más que entonces. Por eso, se considera que Lo que el viento se llevó sigue estando en el ranking por delante de Avatar o Titanic: porque puede ser que la epopeya en 3D de James Cameron se embolsara 2700 millones en todo el mundo y sea líder en términos absolutos, pero según el Libro Guinness, Lo que el viento se llevó habría hecho el doble con los precios actuales de entradas: exactamente 5362 millones de dólares.
Aunque aquel 15 de diciembre nadie contaba con tan gigantescas cifras, la llegada de la película fue una fiesta que en Atlanta se celebró durante tres días, con el glamoroso estreno como punto culminante. Prácticamente todas las estrellas se dieron cita allí, excepto notables ausencias: debido a la imperante segregación racial, los actores negros ni pudieron ver en el cine el estreno de su propia película.
TIEMPO ARGENTINO