Un ascenso “express” a lo grande

Un ascenso “express” a lo grande

Por Enrique Cruz (h)
Este equipo tuvo un ADN bien definido, el de Diego Osella. Cuando terminó la temporada en Primera, la de los 30 puntos, una cantidad de fechas inusual en la que Colón estuvo en la punta del torneo, con un sistema defensivo que muchas veces fue criticado pero que le dio solidez, seguridad y buenos resultados, todos le reclamaban más agresividad ofensiva a Osella. Pretendían que la propuesta cambiase de par en par, que se jugase a algo totalmente diferente, más a tono con la historia de aquellos equipos de buen juego de otros tiempos o con la necesidad de asumir el protagonismo de otra manera. Así como Osella fue el técnico que puso a Colón en el primer puesto durante tantas fechas en la A y que estuvo a punto de salvarlo —en definitiva le faltó un punto—, también es justo decir que fue el entrenador que también llegó a meterlo a Colón dentro del lote de los cinco primeros, posición que casi nunca abandonó en las 22 fechas de vida que tuvo el torneo. El comienzo no fue muy venturoso que digamos y los dos primeros empates (Instituto como local y Gimnasia de Jujuy como visitante) pusieron una voz de alerta respecto de las dificultades que se podían llegar a tener en una zona evidentemente más difícil que la otra. Y vino una etapa de irregularidad. Goleó a Chicago y a Guaraní Antonio Franco en el Centenario, pero en el medio hubo una actuación que preocupó muchísimo a Osella, la de aquella derrota ante Aldosivi en Mar del Plata. El equipo empezó a tener una filosofía enmarcada en ese ADN de Osella. Encontró buena respuesta en Pavón y Villarruel por los laterales, arrancando como volantes. Y en el medio, Garnier, Poblete y Leys, hasta que se lesionó, eran los que le daban mucha combatividad y un retroceso adecuado. No estaba tan solo Alario allá arriba, como pasó en Primera, pero tampoco se cambió la idea futbolera que el mismo técnico había profesado en la otra categoría, con sensibles bajas que lo obligaron a jugar así y a pelear cada partido como si fuese una final. El mejor momento apareció cuando se ganaron dos partidos seguidos, ante Guaraní y Argentinos Juniors. Sobre todo este último, en el Diego Maradona y con Riquelme en la cancha. Pero enseguida hubo un toque de alerta: la derrota por goleada ante San Martín de San Juan en el Centenario y aquella frase de Osella (“este es un partido saca-técnico”). Algo estaba pasando ahí adentro, más allá que los resultados no eran malos. Luego llegaron el empate con Ferro, la victoria ante Douglas Haig y un 0 a 0 metiéndose atrás y con muchos suplentes frente a Boca Unidos en Corrientes, para terminar la primera rueda con números que cerraban a esa altura, mucho más cuando con una impresionante noche de Pavón se le ganó a Instituto en Córdoba, la noche que se “rompió” Llama, obligando a la llegada (por lo que anteriormente le había pasado a Leys en Corrientes) de Lihue Prichoda para reforzar el equipo. Sendos empates con Gimnasia de Jujuy y Chicago obligaron a ganarle a Aldosivi, cosa que se consiguió y jugando un buen partido. Había que darle el golpe de gracia a la campaña asegurando el partido en Misiones ante Guaraní Antonio Franco, pero esa noche en Misiones fue muy mala en todo sentido: se perdió y el técnico criticó duramente al equipo, específicamente a Alario. Enseguida, el partido libre y la derrota como local ante Argentinos Juniors precipitaron la salida de Osella, que a muchos sorprendió. “Es para descomprimir”, dijo el entrenador que armó este equipo. Se pensó en De Felippe y dijo que no; en Pizzi y también la respuesta fue negativa; Burruchaga estuvo cerca pero al final no se llegó a un acuerdo y casi por decantación llegó Mostaza Merlo, quien debutó con un buen partido ante San Martín de San Juan y el 0 a 0 que sólo se explica a partir de la mala puntería de los delanteros, especialmente de Villarruel. Había que ganarle a Ferro sí o sí. Al principio costó, pero el equipo hizo merecimientos que la palomita de Bíttolo se encargó de registrar en un 1-0 suficiente para ir a Pergamino, alentado por 4.000 hinchas que desafiaron la negativa de la Afa de que haya hinchas visitantes o neutrales, para asegurar el regreso a Primera. Se encontraron con dos obstáculos: la pésima actuación del equipo que se tradujo en derrota y las inclemencias del tiempo (un temporal de agua). Así, todo se prolongó hasta este partido con Boca Unidos de Corrientes. Con nervios, con ansiedad y con los temores propios de este apasionante juego. Pero con un final feliz y un regreso “express” a Primera.
EL LITORAL