El ‘Buffet’ chino busca ser el nuevo emperador del mundo de las finanzas

El ‘Buffet’ chino busca ser el nuevo emperador del mundo de las finanzas

Hace unas semanas, en la sección “lunch” del diario inglés Financial Times, que ya es célebre en el mundo de los hombres de negocios notables, le preguntaron cuál era el secreto para haber construido a sus 47 años un imperio de más de 8000 millones de dólares. “Soy un resultado de la mezcla de budismo, taoísmo, confusionismo y Warren Buffett”, respondió.
Casi como en ningún otro caso, la filosofía del Oráculo de Omaha parece ya inseparable de la imagen de este joven mega–empresario chino que comienza a hacer “ruido” en la tierra de los hombres con más dinero en el mundo, pero sobre todo, con mayores seguidores; entusiastas de todas partes del planeta que no sólo buscan un hombre de negocios con filosofía incorporada, sino un heredero de Buffett a quien seguir en las próximas décadas, en un contexto donde los problemas geopolíticos pero también los cambios en materia de cuáles países serán protagonistas “pedirán pista”. A no dudarlo, Guo Guangchang es, a los ojos del mundo, el próximo multimillonario al que habrá que seguirle la pista en el mundo de las inversiones.
Famoso por ser quien recientemente falló en su intento por quedarse con la Revista Forbes, pero que probablemente se quede con el Club Med (está negociando desde hace meses) y que ha comprado la compañía de seguros más grande de Portugal (Caixa Seguros), acaba de hacer doce adquisiciones de empresas en el exterior. Su nave insignia se llama Fosun, el consorcio privado más grande de China que incluye negocios de acero, minería, turismo y empresas farmacéuticas.
Fosun significa “estrella de la Universidad de Fudan” y hace referencia a la institución académica que lo formó y que aún reviste mayor celebridad en Shanghai. Pero Guangchang no sólo ha pasado por los claustros de Fudan: según contó en numerosas entrevistas, sus habilidades comenzaron mucho antes, cuando en un contexto con no pocas limitaciones para subsistir, les vendía pan a sus compañeros después de terminar de estudiar todos los días, en lo que para él fue un preanuncio sobre cómo combinar su intuición para hacer negocios con las necesidades que surgían entre quienes lo rodeaban.
Si bien sus críticos señalan que no es el hombre más rico de China ni tampoco el más inteligente, lo que parece llamar la atención del mundo sobre él ha sido cómo ha pasado de una pobreza campesina a manejar varios cientos de compañías en sólo algunas décadas.
Fanático del Tai-Chi, el arte marcial que utiliza no sólo la fuerza propia sino también la del oponente, Guangchang utilizó todos los conocimientos que estaban a su alcance para rodearse de los mejores en cada rubro. Fue así que, junto a tres amigos de la universidad, en 1992 logró poner en marcha Fosun. Hoy tiene entre sus activos las acciones del hospital de Shanghai.
“El propósito del taichi no es golpear primero al oponente para dominarlo, sino esperar y golpear en el momento preciso”, le dice al FT.
Esa filosofía lo relaciona en forma ineludible con Warren Buffett, quien paradójicamente ha comenzado a seguir a Guangchang, aunque este último le dijo a la cadena televisiva CNBC que prefiere que lo llamen “aprendiz de Buffett”.
Se bien se reconoce deudor del veterano millonario, lo es más de sus métodos de inversión. Señaló en varias oportunidades que su firma Fosun está hecha a imagen y semejanza de Berkshire Hathaway y que las inversiones en compañías de seguros le dan flujos de fondos que él puede invertir en otros emprendimientos. Así, traza un paralelismo entre la inversión en Caixa de Portugal, con la que realizó Buffett en Geico, aunque el inversor chino también compró la marca de ropa St. John y la joyería griega FolliFollie.
Además de ser parte del staff de los empresarios más destacados del orbe, Guo es también un dirigente del Partido Nacional Chino desde 2003 que agresivamente ha intentado políticas pro–negocios y hasta se aventuró en un emprendimiento en Sillicon Valley en una firma de alta tecnología. Quizás esta ha sido la diferencia más grande con Buffett. Y otra más: el Oráculo de Omaha le lleva varios millones de ventaja, unos u$s 64.000 millones para ser exactos.
EL CRONISTA