Colombia pierde un tesoro: el archivo personal de García Márquez fue vendido a EE.UU.

Colombia pierde un tesoro: el archivo personal de García Márquez fue vendido a EE.UU.

Por Jennifer Schuessler
Gabriel García Márquez, que murió en abril de este año, a los 87 años, fue un fuerte crítico del imperialismo de Estados Unidos, país al que tuvo vedada la entrada durante décadas, incluso después de que Cien años de soledad lo consagrara una celebridad mundial y le valiera el Premio Nobel de Literatura en 1982. Pero ahora, el escritor nacido en Colombia que pasó gran parte de su vida en la Ciudad de México “se fue para Texas”, como solían decir los inmigrantes del siglo XIX.
El Centro Ransom de la Universidad de Texas, en Austin, anunció ayer la adquisición de los archivos personales de García Márquez, que contienen manuscritos, cuadernos, álbumes de fotos, correspondencia y objetos personales, incluidas dos máquinas de escribir Smith Corono y cinco computadoras Apple.
En el Centro Ransom, uno de los archivos más importantes de Estados Unidos -y el único que se encuentra “en una zona fronteriza con América latina”, recalcó su director, Steve Enniss-, los restos literarios de García Márquez serán preservados junto a los de James Joyce, Ernest Hemingway, William Faulkner, Jorge Luis Borges y otras personalidades del mundo.
“Es casi como si James Joyce se encontrara con García Márquez, cuya influencia en la novela del siglo XX refleja de alguna manera la suya propia”, dijo Enniss al referirse a la adquisición. “García Márquez calza perfecto en nuestra colección. Cuesta pensar en un novelista que haya tenido un impacto más amplio.”
El archivo, adquirido a la familia del escritor, incluye material relacionado con todos los libros importantes de García Márquez, desde su señera novela Cien años de soledad -presente en el archivo a través de la versión mecanografiada definitiva enviada al editor, con una carátula manuscrita y apenas unas pocas correcciones-, hasta su última novela, la inconclusa En agosto nos vemos, de la cual existen al menos 10 versiones. Tanto el Centro Ransom como la familia se negaron a revelar el monto de la transacción. Vale aclarar que Colombia no realizó ninguna oferta.
Cien años, publicada en español en 1967 y en inglés en 1970, probablemente haya cambiado la literatura universal, y convirtió a García Márquez en una celebridad mundial, pero es como el borrador de libros posteriores que tal vez tengan más interés para los académicos.
“Es como una ventana abierta al laboratorio de un afamado alquimista que no siempre estaba dispuesto a revelar las recetas de sus pociones mágicas”, dijo José Montelongo, un especialista en literatura latinoamericana de la Universidad de Texas, quien en julio visitó junto a Enniss la casa de García Márquez en el DF para evaluar el material disponible. “Nos mostraron las debilidades, las versiones descartadas, las palabras eliminadas. Uno empieza a entender la profundidad del esfuerzo creativo.”
Por cierto que García Márquez expresó en vida su preocupación ante la idea de que los académicos metieran mano en los rastros que dejó. “Es como que te agarren en calzoncillos”, le dijo a Playboyen 1983.
Según la biografía de 2009 escrita por Gerald Martin, el “Gabo” destruía sus notas de trabajo diario y los árboles familiares de Cien años. El autor no objetaba que su esposa Mercedes rescatara manuscritos de libros posteriores, pero era más “inflexible” en cuanto a materiales más personales.
“No creo que quisiera dejar una huella personal de papel”, dijo Rodrigo García, uno de los dos hijos del escritor, quien aseguró que su padre era “un hombre de teléfono”, que escribía pocas cartas familiares. “Lo que él diría es que todo lo que vivió y todo lo que pensó está en sus libros.”
García Márquez, que conservaba pocas copias de las cartas que enviaba, mantuvo correspondencia con otros escritores. Las alrededor de 2000 piezas de correspondencia de su archivo incluyen cartas de Graham Greene, Milan Kundera, Julio Cortázar, Günter Grass y Carlos Fuentes, quien en 1979 le comentó la idea de preparar con Cortázar una carta “para denunciar públicamente las listas negras en Estados Unidos”. (La prohibición de ingreso a Estados Unidos para García Márquez, claramente una respuesta a su cercanía con el Partido Comunista colombiano en la década de 1950, fue levantada por el presidente Bill Clinton en 1995.)
El archivo contiene poco material relacionado con su amistad con Fidel Castro o a sus actividades políticas, no porque haya sido retenido por su familia, sino porque García Márquez prefería ocuparse de esas relaciones en persona o telefónicamente.
El archivo, que fue preparado para su venta por el dealer Glenn Horowitz pero que aún no está completamente catalogado, sí muestra el costado político de García Márquez “de manera oblicua”, según Montelongo.
El experto citó la correspondencia con la edición en español de la revista Life, en la que García Márquez se negaba a ser entrevistado por esa publicación porque sentía que generaría la falsa sensación de que Life era una revista abierta a las ideas de izquierda.
Los álbumes con más de 40 fotos del archivo contienen algunas imágenes de Castro, así como una crónica visual de Gabo en su vida privada.
También está el tema de la novela inconclusa. García, cineasta y guionista que vive en California, dijo que su madre y su hermano no habían decidido aún si publicarían ese libro sobre una mujer casada de mediana edad que tiene un romance en una isla tropical. Extractos del libro han aparecido publicados en The New Yorker y en el periódico español La Vanguardia.
Pero según García, definitivamente ésa no era la última historia que su padre quería contar.
García recuerda un comentario de su padre poco antes de morir: “Una de las cosas más tristes de morirse es que es el único hecho de mi vida sobre el que no podré escribir”.
LA NACION