Ana, invitación a la memoria

Ana, invitación a la memoria

Por Gustavo Sarmiento
Una joven mira hacia adelante, erguida, con convicciones. Lleva el maletín de la escuela bajo el brazo izquierdo, y en la otra mano lo que parece la bolsa de las compras. O eso quiere aparentar para que los nazis no la descubran. Esa imagen de Ana Frank recorrió el mundo, primero a través de sus propias palabras; después en la escultura que reposa frente a su casa en Holanda, que toma esa escena de sus escritos, y desde ayer, en una estatua similar ubicada en la plazoleta Reina de Holanda, en Puerto Madero, frente al Dique 5.
“La figura de Ana Frank genera una enorme identificación, especialmente en adolescentes y jóvenes. Su historia de encierro y de vivir atravesada por mucha hostilidad no le impidió tener una visión positiva, por eso muchos encuentran en ella respuestas que dan sentido a la vida”, dijo Héctor Shalom, director del Centro Ana Frank Argentina, el único de América Latina.
La estatua de la adolescente judía fallecida a los 15 años en el campo de concentración Bergen-Belsen se inauguró ayer, en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos, con la presencia de autoridades nacionales, porteñas, del Centro Ana Frank Argentina, el embajador de los Países Bajos, legisladores y representantes de organizaciones como la DAIA y el CELS, y dos invitados de lujo, recién llegados de Holanda: el rabino Awraham Soetendorp, sobreviviente del Holocausto, y la creadora de la obra, Jet Schepp.
La escultura se basa en la emplazada en el barrio Merwedeplein, de Ámsterdam, y es la única réplica de la original. Allí vivió con su familia Ana (nacida en Alemania) entre los cuatro y los 13 años. Cuando fueron capturados por la Gestapo, en agosto de 1944, ella ya había dejado inmortalizado su diario íntimo, construido con los relatos que fue escribiendo durante los casi dos años y medio en los que vivió oculta junto a su familia y otras cuatro personas en un sótano de la capital holandesa. Ana murió de tifus en marzo del año siguiente, pocos días antes de que el campo de concentración fuera liberado.
El único sobreviviente fue Otto Frank, quien en 1947 publicó el diario con el título La casa de atrás, conteniendo 200 páginas que la misma Ana releyó, corrigió y reescribió antes de ser descubierta, con la intención de publicarlas tras la guerra. La holandesa Miep Gies las resguardó. Soetendorp recordó ayer que eran “íntimos amigos” con Otto y que ambos salvaron la casa de Ana, “que hubiera sido demolida en los años 50”.
El rabino, reconocido activista por los Derechos Humanos con destacada actuación entre palestinos e israelíes y que hoy será declarado Huésped de Honor por la Legislatura porteña, tuvo palabras especiales para las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y contó que si pudo sobrevivir al exterminio nazi fue gracias a una mujer alemana que durante la ocupación aceptó criar a ese bebé judío de tres meses que “alguien de la resistencia” le entregó en una maleta: “Mi destino hubiera sido el mismo que el de Ana y de otros 1,5 millones de bebés judíos que fueron asesinados si no fuera por el poder de la compasión.”
“Ana Frank representa las convicciones y el valor de la juventud, a pesar de que hay sectores que a veces colocan a nuestros jóvenes en el lugar de la carencia”, afirmó durante el acto el ministro de Educación, Alberto Sileoni, y se refirió a la escuela: “Debe ser transmisora de la memoria. Si las generaciones siguientes no recuerdan el horror y la injusticia, se pierden; y el que olvida, repite.”
La escultora Jet Schepp contó que leyó el diario a los 15 años y que su estatua se basa en la página del diario en la que Ana relata su caminata al escondite de la calle Prinsengracht, donde vestía “prenda sobre prenda, aunque hacía mucho calor, y sólo podía cargar una bolsa de compras y su maletín del colegio para no levantar sospechas”.
La escultura tiene la leyenda “Ana Frank, 1929-1945”, pero prevén que la base de mármol agregue el siguiente texto: “En sus 15 años vivió la infinitud de la esperanza, sus palabras se ponen de pie por ella y constituyen un símbolo de resistencia. El diario de Ana Frank inspira a los jóvenes en todo el mundo a construir libertad.”
TIEMPO ARGENTINO

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