Ribeirão da Ilha, la meca oculta de las ostras

Ribeirão da Ilha, la meca oculta de las ostras

Si es la primera vez, Adriano recomienda probarlas al natural y acompañarlas con una copa de vino blanco francés. La degustación de la noche son las ostras y la mesa elegida está sobre un muelle, que interna al comensal unos diez metros en el mar, bajo un cielo estrellado.
Además de bonitas playas, la isla de Santa Catarina esconde otro secreto: allí se cultiva el 90 por ciento de las ostras que se comercializan en todo Brasil, y para probar las mejores hay que ir hacia el Sur, a la localidad de Ribeirão da Ilha, donde este manjar es algo de todos los días, un pequeño lujo gourmet casi al alcance de cualquiera.
Sucede que aquí la temperatura y la calidad del agua son ideales para este cultivo. Por eso, el negocio, según los empresarios de la región, está en pleno auge. El año pasado se vendieron unas 2300 toneladas de ostras y el aumento promedio es del 20 por ciento cada temporada.
La ostra de Santa Catarina es del tipo acrassostreagigas , concebida como ostra del Pacífico (nativa de las costas asiáticas), de forma curvada y sabor más fuerte que el de la ostra común. Tiene propiedades nutritivas y es un alimento saludable, con poderes que aseguran ser afrodisíacos y rejuvenecedores. Pero su sabor y su consistencia, carnosa y suave, es lo que atrapa al paladar.
Sobre la costanera de este pequeño pueblo, donde la actividad principal desde su fundación, en 1760, siempre fue la pesca, ahora hay instalados casi una docena de restaurantes. Algunos más rústicos, otros con mayor infraestructura, pero todos con una carta que abunda en frutos del mar, mejillones y ostras del Pacífico, una tradición gastronómica que atrae cada vez más turistas. Y con la intención de potenciar esta actividad, Florianópolis ha sido declarada como la capital nacional de las ostras, con una fiesta gastronómica en su honor que se realiza cada octubre.
Pero para probar las ostras se puede ir en cualquier época del año. Y nada mejor que elegir una de las casas más tradicionales, una de las primeras en servir ostras en Riberão da Ilha: Ostradamus. Su dueño, Jaime José de Barcelos, se enorgullece al contar la “gran novedad”, un depurador de ostras que diferencia al restaurante desde hace tres años. “Somos los primeros en Brasil en dar toda garantía de servir una ostra sin ningún tipo de contaminación ni riesgo para la salud. Y nuestros clientes pueden ver las ostras depuradas vivas en nuestro acuario”.
Es cierto, la gran pecera exhibida en la entrada es una de las primeras cosas que llaman la atención. Pero queda pronto en el olvido cuando se atraviesa el salón y se llega hasta el muelle, con un sector cubierto y otro al aire libre para comer bajo las estrellas y con el ruido del oleaje de fondo.
Adriano recomienda probar, ante todas las variedades, la ostra al natural, apenas con un toque de sal y limón. Pero hay otras once opciones: al vapor; gratinada; con ajo y aceite; con tomate, cebolla y salsa de queso sardo; ostra do bora , que llega al plato con quesos de catupiry y mozzarella; a la milanesa; a la vinagreta; con Martini y limón; con jengibre, aceite de oliva y miel; a la gran padano , con queso de sabor fuerte y a la carbonel, servidas con un tipo de salame, que junto con la ostra propone una combinación perfeita .
Adriano asegura que la preferida de los argentinos es la gratinada. Una porción, doce otras servidas en bandeja, cuesta 33 reales, o su equivalente de unos 75 pesos. Pero lo ideal, recomienda el mozo, son las medias porciones, así se puede desgustar más de una variedad. Una de las últimas mesas en dejar Ostradamus tiene acento porteño. Los Biasoli probaron las ostras gratinadas y aseguran que son riquísimas. “Mucha gente no lo sabe, pero si venís a Florianópolis no podés dejar de comer ostras. Es un lujo que nos dimos y por un precio súper accesible..
LA NACION