04 Nov Paul Cezanne, el más moderno de todos los pintores del siglo XIX
Por Ignacio Gutiérrez Zaldívar
Nacido en 1839 en Aix en Provence (Francia), falleció allí en 1906. Su padre era un rico banquero de la región y con él trabajó un poco tiempo, partiendo a París con una mensualidad de su padre de 125 francos (25 dólares). Su maestro Pissarro recibía 150 francos de su padre en las primeras épocas.
Ingresó a la Academia Suisse, que era la más barata y costaba 25 francos por mes y donde había modelo vivo. Allí conoció a Pissarro, Guillemet y Manet, quienes lo introdujeron en las charlas de café junto a los reconocidos Courbet y Delacroix.
En sus visitas al museo del Louvre, son Caravaggio y Velázquez sus pintores preferidos. Realizó durante muchos años una pintura oscura y cargada de negros. Es recién luego de salir a pintar con Camille Pissarro, el Dios Padre y maestro de todos en su opinión, que descubre la luz y los colores vivos del midi-francés.
Participó en la primera exposición impresionista de 1874 y entre las tres obras que son muy criticadas se encontraba La casa del ahorcado, una de sus mejores obras que hoy podemos disfrutar en el Museo de Orsay en París. La misma había sido pintada en Anvers donde lo aloja el doctor Gachet, también protector de Van Gogh.
El padre le había subido la mensualidad a 400 francos (u$s 80), y en 1886 falleció dejándole una importante herencia, gracias a lo cual sus problemas económicos desaparecen. Sin embargo, siguió viviendo en el campo y se resistió a la vida de la comunidad artística de París. En su residencia, lo visitaban Renoir y otros pintores que lo querían y admiraban, y el visitaba frecuentemente a Camille Pissarro, quien vivía a 40 kilómetros, en Pontoise. Recién en 1895, y con 56 años, realizó su primera exposición individual. Fueron 100 obras escogidas por el gran marchand Ambroise Vollard. En ese momento, el reconocimiento y la fama llegaron. Ya en su obra se veía el cambio. Del post-impresionismo se llegaría a las formas más simples del cubismo. A partir de la obra de Cézanne, sus pequeñas pinceladas, sus planos de color y el ordenamiento como geométrico de las formas. De lo contrario, vean su serie sobre el Mont Sainte Victoire y lo comprobarán. La mayoría de sus obras están sin firmar y sin fechar. Es un caso claro de un artista que crea su mejor obra cerca de la tercera edad. Es la experiencia y análisis lo que lo lleva a la gran obra, a diferencia de otros que realizaron su mejor obra en los comienzos, como fue el caso de Pablo Picasso. Una de sus obras, de la cual existen cinco versiones, es la de mayor precio de la historia. Fue vendida hace dos años en más de u$s 250 millones por la familia real de Qatar y seguramente estará en el museo que se inaugurará allí el próximo año. Se titula Los jugadores de cartas y es un clásico del arte universal. Con su mujer tuvo idas y venidas. Hasta llegó a retirarla de su testamento, pero una de sus más bellas obras es un retrato de ella que comprara el genial marchand Beyeler en 1997 en u$s 23 millones (u$s 34 millones de hoy), y que luego de estar hasta hace unos días expuesta en el museo del Prado, podemos verla en Basilea en su increíble fundación, uno de los museos más lindos del mundo. Sus Naturalezas detenidas, mal llamadas aquí Naturalezas muertas son sus obras más buscadas. Se han pagado sumas enormes. Por ejemplo, una en 1999 de 60x73cm en el equivalente a u$s 86 millones de hoy. El año pasado, una pequeña de 38x46cm llegó a los u$s 42 millones, lo mismo otra vendida hace ocho años. Diez de sus obras se han vendido en más de u$s 20 millones en los últimos años y una de sus acuarelas en u$s 19 millones. Las grandes cosas las hacen los seres sencillos como lo fue Cézanne, que sufrió el rechazo en todos los salones, las burlas de los críticos, la falta de compradores y cuando el éxito llegó en la última década de su vida, continuó haciendo lo que mejor sabía hacer, crear y dejarnos a todos nosotros su fabulosa y celestial obra.
EL CRONISTA