Marilyn, ¿espía comunista?

Marilyn, ¿espía comunista?

Por David Alandete
Marilyn Monroe hizo muchas cosas en contra de su voluntad. Encasillada en papeles de rubia seductora, curvilínea y de pocas luces, su insatisfacción la convirtió en un juguete que se acabó de romper hace medio siglo, con su muerte, a los 36 años. Se sabe ahora que el FBI también quería convertir a Monroe en algo que no era: una espía comunista.
Eran los días del macartismo: Washington consideraba a Hollywood una Babilonia marxista y los agentes del FBI debieron creerse lo de que Monroe era una muñeca vulnerable y fácil de manipular. Hasta indagaron en su matrimonio con el dramaturgo Arthur Miller, por si era una tapadera para que éste, investigado por el Comité de Actividades Antiamericanas, popularizara la causa socialista.
El FBI hizo públicos la semana pasada una serie de documentos relativos a la actriz que se creían perdidos. El gobierno ya había difundido en Internet unos informes incompletos. En las nuevas revelaciones queda claro que los agentes se interesaron por la amistad de la actriz con célebres agentes comunistas en los EE. UU. y en el exilio. La principal revelación: algunos amigos de Monroe estaban preocupados por su amistad con Frederick Vanderbilt Field, la oveja negra de la millonaria familia Vanderbilt, que se exilió en México en los años 60, donde recibió una visita casi accidental de Monroe, que viajó a comprar muebles y quedó fascinada.
“La situación provocó una gran consternación entre el grupo que acompañaba a la señorita Monroe”, asegura uno de los informes. Los agentes controlaron sus viajes y sus relaciones personales desde 1955 hasta su muerte. Era el estilo del entonces director del cuerpo, J. Edgar Hoover, obsesionado con investigar a estrellas. En 1983, Field Vanderbilt publicó una autobiografía, en la que dio su versión de su encuentro. “Nos contó su gran apoyo por los derechos civiles, su admiración por lo que sucedía en China, su rabia por la persecución de los rojos y el macartismo y su odio a Hoover”. Era lógico. A su ex marido el FBI lo había sometido a un duro acoso.
LA NACION