Los pacientes toman el control del diván

Los pacientes toman el control del diván

Por Tesy De Biase
“El saber ayuda a los pacientes a tomar el control sobre lo que les pasa”, define el licenciado Ezequiel Benito, presidente de la Asociación para el Avance de la Ciencia Psicológica, entidad que acaba de organizar el primer congreso internacional en Buenos Aires, con presencia de sus principales referentes locales e internacionales.
A días de haber viajado para dictar una de las conferencias centrales, Nadine Kaslow, presidenta de la Sociedad Americana de Psicología (APA), refuerza: “El conocimiento es poder. Cuanto más se informen las personas sobre la naturaleza de sus dificultades psicológicas y sobre las estrategias efectivas para abordarlas, más probabilidades tienen de recibir un tratamiento adecuado y beneficiarse de él”.
La información científica en manos “legas” no es un tema de fácil digestión en el mundo académico psicológico. Las miradas difieren según el cristal con el que miran los dos modelos terapéuticos clásicamente enfrentados: el psicoanálisis y la autodenominada psicología científica, que incluye a un grupo de psicoterapias unidas bajo las premisas de la medicina basada en la evidencia. Es decir que avalan sólo aquellas estrategias cuya eficacia terapéutica pueda ser comprobada empíricamente.
Entre las múltiples diferencias que distancian a ambos modelos, el lugar que ocupa la información y la relación entre el terapeuta y el paciente implican posiciones irreconciliables. Ezequiel Benito aclara un aspecto nodal del vínculo terapéutico: mientras el modelo psicoanalítico tiene un dispositivo de asimetría evidente, con el analista sentado detrás de un paciente que permanece acostado y de espaldas, el nuevo modelo se asemeja al de un entrenador o docente, que comparte información con el paciente.
“Cuanta más información la persona tenga sobre lo que le pasa, mejor va a poder tomar decisiones. El conocimiento acerca de lo que a uno le ocurre es en sí mismo una intervención psicoterapéutica”, teoriza. Y ejemplifica: “Durante un ataque de pánico, el paciente tiene sudoración, palpitaciones, respiración acelerada y siente que está a punto de morirse porque cree que por una falla del corazón, el cuerpo está colapsando.
Lejos de intentar darle un significado a ese síntoma en el entramado de la vida intrapsíquica del paciente, un terapeuta cognitivo conductual ya en la primera sesión le explica cómo funciona el cuerpo y cómo su mente está provocando el cuadro. Es simplemente tomar control sobre lo que le pasa, justamente porque en un ataque de pánico, la persona siente que no tiene control. No hay magia en la terapia cognitiva conductual, es un procedimiento más abierto y directo que el psicoanalítico; el terapeuta comparte con el paciente un alto nivel de información, casi tanto como el que el mismo terapeuta sabe”.

EL SABER QUITA EL MIEDO
“El saber te quita el miedo y te da seguridad, por eso es mejor saber que no saber”, testimonia Estela Quiroga, una licenciada en Letras diagnosticada desde hace años con una enfermedad autoinmune que está siempre agazapada, amenazándola, pero que nunca le gana. “Es como en los cuentos de hadas -confiesa- si sabés que alguien es capaz de sortear los peligros, aprendés que es posible hacerlo y disminuís tu vulnerabilidad. Por eso yo no dudo en indagar toda la bibliografía que me ofrezca estrategias para vencer la depresión y la angustia que se asocian a la enfermedad. También me contacto con otras personas que atravesaron la situación y pueden enseñarme cómo enfrentarla.”
Para Kaslow, los pacientes necesitan tomar un rol activo frente a sus desafíos psicológicos.:”Tenemos evidencia científica que demuestra que un paciente empoderado tiene mejor calidad de atención psicológica”.
El fenómeno del paciente empoderado tiene apenas una década y es el resultado de la circulación democrática de información científica que posibilitó Internet. Los profesionales de la salud recién hoy comienzan a asumirlo como un nuevo protagonista activo en el terreno terapéutico. La bibliografía científica viene dando muestras sobre los resultados positivos que el saber del paciente tiene sobre su propio proceso de salud, pero más especialmente en el campo médico. El mundo psi todavía presenta resistencias.
“Los pacientes necesitan encarar una relación de colaboración con el terapeuta, recopilar información con base científica y adoptar medidas para el bienestar”, comenta Klaslow a la nacion. “Tener un conocimiento científico sobre el funcionamiento de la mente y el comportamiento habilita a las personas a comprender mejor los pensamientos, sentimientos y actos propios y de los otros. Esto puede ayudar a que las personas manejen con más eficacia su estrés, alcancen sus objetivos y logren vidas más positivas.”
El enfoque que sostienen quienes se inscriben en la psicología científica “está centrado en el paciente, empoderado y autónomo. En este contexto, se vuelve esencial que los pacientes asuman un rol activo en su tratamiento, ya que muchas de las decisiones se asumen de manera compartida y se vuelve transparente un amplio conjunto de conocimientos.
La posibilidad de exponer a los pacientes de manera abierta la misma información de los terapeutas ha demostrado contribuir fuertemente a su recuperación, disminuir la ansiedad y brindar la percepción de control necesaria para desarrollar una alianza de trabajo”, define Benito. Desde este modelo, el terapeuta propone al paciente “conocer más sobre su trastorno y así la búsqueda de información se vuelve un aliado del tratamiento en lugar de un enemigo que amenaza la alianza terapéutica. Desde esta perspectiva, un paciente informado es un paciente fortalecido”.
LA NACION