21 Nov La historia sin fin
Cloud Atlas, película y libro, ambos imperdibles.
Por Marcelo Stiletano
El domingo 9 de septiembre del 2012 quedará en la historia del Festival Internacional de Cine de Toronto. En el mediodía de esa soleada jornada, frente a una multitud de cronistas, reporteros gráficos y camarógrafos llegados de todo el mundo, los hermanos Wachowski dejaron atrás toda una vida de voluntario y deliberado silencio. Hasta ese momento nadie había oído en público la palabra de los artífices de Matrix, tan severos en esa exigencia de no hablar ni hacerse ver frente a los medios que hasta la imponían en cada nuevo contrato firmado con Hollywood.
La reclusión concluyó con una larga hora de diálogo entre la prensa internacional y los realizadores, que llegaron a la sala de conferencias junto con el restante director de su nueva película (el alemán Tom Tykwer) y los 13 actores y actrices principales, lo que obligó a disponer un escenario atípico para este tipo de encuentros, con dos filas de asientos y micrófonos. Semejante despliegue funcionó casi como síntesis simbólica perfecta de Cloud Atlas , la red invisible, una de las producciones más ambiciosas y complejas de los últimos tiempos, llamada a despertar (como ocurre actualmente) toda clase de polémicas, debates y divisiones tajantes de opiniones.
Desde entonces, los Wachowski hablaron numerosas veces de la película. Pero aquella primera aparición en Toronto entregó una certeza que con el tiempo fue quedando mucho más clara: el cambio de perspectiva estaba ligado ante todo a un cambio de género. El que transformó a partir de 2012, operación de cambio de sexo mediante, al mayor de los Wachowski, antes llamado Larry, en Lana.
Algo más de un mes más tarde del estreno mundial de Cloud Atlas en Toronto, Lana Wachowski fue la oradora principal de la comida que Human Rights Campaign (la organización más importante en número de los Estados Unidos para la defensa de los derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales) llevó adelante con el propósito de recaudar fondos. Allí reveló que estuvo a punto de suicidarse en su juventud, contó que sufrió castigos físicos cuando estudiaba en un colegio católico y sobre todo dijo que esta nueva etapa está guiada por la máxima del obispo Berkeley, uno de los grandes filósofos del siglo XVIII: “Ser es ser percibido”.
La frase sintetiza la nueva etapa de apertura que los Wachowski habían iniciado en Toronto. “Siempre fuimos muy reservados y creemos que ser famoso, lejos de mejorar a una persona, puede complicarle la vida. Pero también sabíamos que un día eso tendría que cambiar. Para alguien como yo, que afrontó la decisión de un cambio de género, permanecer invisible puede significar en algún punto la pérdida de identidad. Por eso creo que llegó el momento de hacer pública mi situación”, señaló Lana. Y al hablar específicamente de Cloud Atlas , asoció su postura no convencional y cuestionadora al proyecto que estamos por conocer: “Esta película es la cosa más inconformista que mi hermano y yo hemos hecho hasta ahora”.
El proyecto nació casi por azar, cuando Natalie Portman le regaló a Lana un ejemplar de Cloud Atlas , la novela escrita por David Mitchell, en el set de rodaje de V de Vendetta . Allí se despertó casi una obsesión por tratar de llevar a la pantalla un texto que la mayoría considera aún hoy imposible de filmar debido a la acumulación de historias, épocas, contextos y personajes que cubren varios siglos, aunque aparezcan unidos por lazos espirituales e ideas como la reencarnación.
Con el tiempo, a los primeros bosquejos del guión elaborado por los Wachowski se unió Tykwer ( Corre, Lola, corre ; Agente Internacional ) y el proyecto, elaborado a lo largo de casi cuatro años, fue superando todos los obstáculos. Tras la compleja adaptación resultó no menos trabajoso conseguir financiamiento, que llegó con la suma de aportes de capitales orientales (China, Singapur, Hong Kong) y alemanes. El resultado es una de las más costosas producciones independientes de la historia (algo más de 100 millones de dólares), filmada en escenarios naturales de las islas Baleares y de Escocia y en los gigantescos estudios Babelsberg, de Berlín.
Todos los riesgos que el equipo de producción de Cloud Atlas estuvo dispuesto a correr también sorprendieron a los actores protagónicos, convocados para desempeñar varios papeles (cinco o seis por cabeza) que les exigieron enormes transformaciones fisonómicas, ya que sus personajes variaban según la época y el contexto fijados en cada capítulo del libro. No dejan de sorprender, además, algunas inesperadas facetas expuestas por las caras conocidas que aparecen en el film. ¿Podíamos imaginar antes de Cloud Atlas a Hugh Grant interpretando a un feroz guerrero caníbal o a Tom Hanks como un primitivo cazador cubierto de pieles?
Ellos y el resto del elenco protagónico (Halle Berry, Jim Sturgess, Hugo Weaving, Jim Broadbent, James D’Arcy, Susan Sarandon, Ben Whishaw, David Gyasi, Keith David, Zhou Xun y Doona Bae) reconocieron más de una vez su sorpresa al comprobar cómo funcionaba el complejo proceso de una película hecha a tres manos. Cloud Atlas se realizó con dos unidades de producción paralelas y un trío de directores que permanentemente se mantenían en contacto directo vía Skype mientras uno filmaba en interiores de Berlín y otro sobre las aguas de Mallorca. Los Wachowski dirigieron las tres historias más extremas en términos temporales (la más antigua, ambientada en un viaje hacia el Pacífico de 1849, y la más futurista, en tiempos post-apocalípticos), en tanto que Tykwer filmó las tres más cercanas en el tiempo. Luego de rodar por separado, los tres permanecieron juntos todo el tiempo en la sala de edición hilvanando la compleja estructura narrativa de la película.
LEJOS DE HOLLYWOOD
“Cloud Atlas en el fondo es un maravilloso acto de amor”, confesó Lana antes de la proyección de gala realizada en el teatro Príncipe de Gales, de Toronto, que culminó con 10 minutos de aplausos con el público de pie. Ese entusiasmo inicial no se contagió al público estadounidense, que recibió fríamente el estreno del film a fines de octubre y hasta anteayer dejó en taquilla magros 26 millones de dólares. Todos esperan que con sucesivos lanzamientos internacionales (sobre todo en Asia) los 65 millones acumulados hasta aquí en la taquilla internacional puedan al menos equilibrar la fuerte y costosa inversión realizada.
Lejos de esas preocupaciones, a los Wachowski parece inquietarlos más la necesidad de ser consecuentes con el “vínculo no convencional” que según propia confesión mantienen desde sus comienzos con los estudios de Hollywood. De hecho, ya están trabajando en una nueva película, una historia de ciencia ficción titulada Jupiter Ascending , que ya tiene confirmados algunos nombres en su elenco: Channing Tatum, Mila Kunis y Eddie Redmayne. De la trama se sabe muy poco, aunque a partir de lo ocurrido con Cloud Atlas todos esperan que tarde o temprano Lana Wachowski reaparezca en público luciendo su cabellera rasta en furioso color fucsia (un “rosa atómico”, según su risueña confesión) y mantenga su flamante vocación de exponer en público lo que antes mantenía en privado.
LA NACION