01 Nov La convivencia durante las vacaciones, un desafío que muchas parejas no pasan
Por José Miguel Aguilar
Marcela y Juan Diego encontraron en Punta del Este la realidad del desamor. El sol veraniego que en otros años albergó sus besos y sus buenos momentos fue en 2011 testigo de sus discusiones, sus desacuerdos y un rotundo “se acabó”. Tras varios meses de sumergirse en la rutina para evitar las quejas, llegó el verano; por segundo año consecutivo, la chica de 28 años y su novio de 30 decidieron realizar un viaje de quince días a Uruguay, pero al décimo día de convivir se dijeron “basta”.
Sin una rutina en la que ahogar los problemas, la convivencia entre ellos se volvió de tiempo exclusivo. “Los primeros días discutíamos por saber qué haríamos o a dónde ir, luego por las mujeres que él miraba y los chicos que me miraban a mí; el quinto día nos estábamos gritando por cosas que ocurrieron seis meses atrás; a los diez días nos dimos cuenta de que no podíamos seguir”, recuerda Marcela, que al volver de Punta del Este sólo pasó por el departamento de su ex para sacar sus cosas y dejarlo en el pasado.
Las vacaciones veraniegas suelen ser las más esperadas por muchas parejas por ser un espacio para relajarse, pero también se convierten en un período de revelaciones. El tiempo libre y más momentos para compartir suelen servir como catalizadores para que afloren discordias.
“En la temporada vacacional, la pareja comparte mucho tiempo, y es algo a lo que quizá no están acostumbrados. El trabajo de cada uno puede funcionar como un intervalo libre que hace aflojar la tensión producida al estar juntos. Hay un factor importante que durante esos días se pone de manifiesto: el desconocimiento. ¿Quién es ese otro con el cual comparto mi vida?”, explica la licenciada Graciela Faiman, miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), especialista en psicoanálisis de familia y pareja.
Angélica S. y su novio tenían año y medio de relación; en ese tiempo habían realizado algunos viajes cortos con amigos de ambos, pero decidieron que sus primeras vacaciones juntos serían en enero. Por dos semanas decidieron cambiar sus departamentos en Buenos Aires por un monoambiente en Pinamar; fue allí donde convivieron, se desbordaron los problemas y, al regresar, ella le dio el adiós definitivo. “Nos quedábamos uno en casa del otro, pero no más de un fin de semana; estar tanto tiempo juntos era una experiencia nueva, y fue un fracaso. Después de varios días recogiendo ropa, cocinando, lavando y encargándome de todo mientras el sillón adoptaba su forma, me cansé” dice Angélica, de 27 años.
Faiman afirma que durante el año, a partir de las demandas laborales, la pareja comparte menos tiempo y que en algunos casos es quizás demasiado breve, por lo que no hay una percepción de los cambios propios y del otro. La psicoanalista expresa que en las vacaciones compartidas pasar de lo que se cree conocer a la realidad puede ser un giro dramático.
Más allá de los problemas habituales de convivencia durante el verano también es común que afloren discordias vinculadas a las luchas de poder entre los miembros de la pareja. “Aunque las personas se quieren, les cuesta tolerar el disenso, que el otro piense o sienta diferente. Por momentos viven como enemigos. Esto a veces se remite a problemas de autoestima y confianza que no exteriorizamos o comunicamos”, dice la psicoanalista Laura Orsi.
Faiman explica que si la pareja lleva ya muchos años de convivencia puede ocurrir que alguno o tal vez ambos hayan experimentado cambios fuertes en su personalidad que han pasado inadvertidos para el otro. “En el momento de las vacaciones, ese encuentro produce el choque entre lo que creíamos y la realidad. «¡Vos antes no era así!» puede ser la queja común en la pareja”, señala.
Psicólogos y abogados especialistas en divorcio aseguran que las vacaciones de verano dejan a su paso una hilera de discusiones y rupturas que se reflejan en los meses posteriores. Ésta es la temporada de divorcios, uno de cada tres se produce después de las vacaciones”, afirma el abogado Leonardo Glikin, fundador y director del estudio Glikin y Asociados, especialistas en casos de familia.
Vilma Mamut, psicóloga especialista en relaciones, asegura que muchas parejas acuden a terapia los meses posteriores a las vacaciones de verano. “Una vez que se destapan los problemas es difícil negar que existe discordia en la pareja. Algunos optan por la decisión más radical, la separación. Otros prefieren buscar ayuda y reencaminar su relación”, dice.
Faiman afirma que para evitar que las vacaciones de verano se conviertan en un campo de batalla es necesario dedicarle tiempo a la relación el resto del año. “Hay que pasar más tiempo juntos, dialogar y conocerse”, dice la especialista, que también recomienda no hacer planes exagerados para el verano, que terminan convirtiéndose en una gran exigencia y generadores de frustración y discordia.
Laura Orsi afirma que una sana convivencia puede lograse con elementos que todos conocen pero que pocos aplican: el diálogo, la complicidad, la ternura, el respeto mutuo, la confianza y la flexibilidad. “Es necesario negociar con tu pareja, los conflictos pueden solventase si hablamos constantemente, no esporádicamente.”
LA NACION