20 Nov Dietas de moda, soluciones mágicas con efecto “rebote”
Con la llegada de esta época, una de las frases más escuchadas es “¡Tengo que ponerme a dieta ya!”. La urgencia por ponerse en forma y bajar de peso lleva a miles de personas a recurrir a las dietas de moda, caracterizadas por ser masivas, prometer resultados rápidos y duraderos y restringir la alimentación a determinados grupos de alimentos. Esta es la fórmula perfecta para poner en riesgo la salud de quienes la siguen, ya que producen desde desequilibrios nutricionales hasta efecto rebote, recuperando los kilos perdidos rápidamente.
El doctor Silvio Schraier, director de la carrera de médicos especialistas en nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA (sede Hospital Italiano de Buenos Aires) y ex presidente de la Fundación Argentina de Nutrición (FAN), explicó que “la fantasía tradicional es que en la primavera, con la ropa más liviana, hay que lucir el cuerpo y bajar de peso. Esto es muy bueno si se aprovecha ese envión para emprender un plan de vida más saludable, y así llegar al próximo año con un mejor peso y poder mantenerlo”.
Pero, lamentablemente, el médico comentó que “junto a la necesidad de bajar de peso, viene la fantasía de la solución mágica o milagrosa. Y aparecen las dietas que no tienen ninguna base científica, supuestamente recomendadas por algún famoso, que ofrecen resultados rápidos y duraderos a costa de un gran esfuerzo a corto plazo, y cuya única consecuencia segura es el efecto rebote, es decir que los kilos vuelven al poco tiempo, y de peor forma.
La ecuación es sencilla: si alguna de las dietas milagrosas diera resultado real, no habría tanta gente con sobrepeso buscando la nueva dieta año a año. La realidad es que el mismo individuo que quiere hoy adelgazar fracasó por intentos anteriores.
Las dietas de moda permiten un descenso rápido de peso, ya que “en lugar de grasa (el objetivo de todo tratamiento para la obesidad), se pierde gran cantidad de agua y de masa muscular. Ello hace que cada vez sea más difícil bajar de peso, puesto que al reducirse la cantidad de músculo disminuye la cantidad de maquinaria metabólica para quemar grasa”, comentó el especialista.
“Eso, sin mencionar los déficit nutricionales y riesgos para la salud que comporta, por ejemplo, seguir planes alimenticios que prohíben los carbohidratos, los vegetales, los sólidos o cuanta prohibición se le ocurra a la dieta de moda. Desde mayores niveles de colesterol y triglicéridos (como en las dietas hipergrasas) o riesgo de sobrecarga a los riñones (con dietas hiperproteicas) hasta carencias vitamínicas y minerales que, según el paciente, pueden ser muy riesgosas a corto o largo plazo”, enfatizó Schraier.
No obstante, después de comprobar que las dietas de moda fracasan, se vuelve otra vez a lo sensato, que consiste en un plan de alimentación razonable, adaptado al perfil de cada paciente, con una leve reducción de calorías, lógica, a expensas de adecuar el tamaño de las porciones, sin alimentos prohibidos; una actividad física moderada, y suplementos dietarios de eficacia probada que contribuyen al descenso de peso”, subrayó el médico nutricionista.
El efecto rebote. ¿Por qué se produce el efecto rebote? Por un descenso inadecuado de peso. “Si, por ejemplo, bajo 10 kilos rápido, lo más seguro es que 8 kilos sean de grasa, y el resto de agua y músculo. Cuando dejo la dieta y me realimento de golpe, gano más grasa que músculo: recupero los 10 kilos, pero van a componerse casi íntegramente de grasa, que luego será más difícil bajar”, detalló Schraier.
“Por si esto fuera poco, la motivación está desgastada en el paciente que se sometió a dietas muy restrictivas durante 15 ó 30 días o más y luego recuperó el peso perdido; hay que entender que la obesidad es una enfermedad con componentes socioafectivos, no es una actitud voluntaria, y es un paciente que se debe tratar a largo plazo. Si restringe la alimentación en forma exagerada, va a compensar esa restricción con comilonas cuando deje la dieta, y cada vez le cuesta más seguir un plan”.
Por eso, lo recomendable para mantener el peso es desarrollar hábitos saludables. No prohibir, sino razonar. “No sirve coserse la boca, porque es necesario alimentarse y de manera equilibrada; tampoco sirve matarse en el gimnasio, porque en el descenso de peso el 70 por ciento se logra con la alimentación y apenas el 30 por ciento con la actividad física”, afirmó el médico, quien ejemplificó: “Una caminata activa de 60 minutos consume unas 300 calorías, pero se tarda apenas 5 minutos en comer un alfajor, que implica la misma cantidad de calorías. Es decir que lo que costó una hora de esfuerzo quemar, se cubre en 5 minutos con comida. La solución es comer en forma equilibrada para no incorporar tantas calorías, y seguir un plan de actividad física adaptado a cada persona”.
Actividad física. Otro rol importante de la actividad física es cuando ya no se debe restringir más las calorías. “Para bajar de peso, reduzco la cantidad de calorías, por ejemplo unas 400 calorías menos por día. Al principio se van a ver resultados, durante dos, tres meses. Pero recordemos que “de fábrica” venimos preparados para ahorrar, es decir, para guardar las calorías a fin de sobrevivir. Como el organismo no distingue entre una decisión voluntaria para bajar de peso y una hambruna, se llega a la meseta, cuando se frena la reducción de peso. Es entonces cuando, en lugar de restringir más la dieta y generar enojo y frustración tanto en el paciente como en el médico, se debe aumentar la actividad física; en general, no se debe hacer planes de alimentación de menos de 1200 calorías para un adulto”, destacó Schraier.
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