05 Nov Adiós al “sí, quiero”: menos casamientos, más uniones civiles
Por Fernando Massa
Al momento de dar el paso más importante en una relación, para las parejas porteñas la practicidad parece pesar hoy mucho más que las formalidades. El año pasado, las parejas se inclinaron más por uniones consensuales, como los certificados de convivencia y las uniones civiles, que por el matrimonio tradicional.
Un informe difundido ayer por la Dirección General de Estadística y Censos de la ciudad reveló que mientras hace diez años por cada unión civil había 217 matrimonios, en 2013 la relación fue de 1 a 17.
Más categórico todavía es lo que muestra respecto de la cantidad de certificados de convivencia tramitados en el mismo período, que superó por primera vez a la de matrimonios: 12.712 a 11.206.
Las uniones civiles, cuyo número se cuadruplicó desde 2009, otorgan un conjunto de derechos, como la extensión de la cobertura de la empresa de medicina prepaga, pensión por fallecimiento y licencia por enfermedad de la pareja, entre otros.
Entre 1990 y 2013, la cantidad de matrimonios convencionales en la ciudad cayó de 21.966 por año a 11.642, según un informe anterior de la Dirección General de Estadística y Censos.
El informe denominado “La tendencia de las uniones civiles en la ciudad de Buenos Aires 2003/2013” explica este cambio durante la última década a raíz del aumento de las parejas que tenían una convivencia de al menos dos años -la ley establece ese requisito para la inscripción de la unión civil o, en su caso, la existencia de hijos en común- y que decidieron inscribir su unión, a la par que van disminuyendo las parejas que optaron por el matrimonio.
“Esta tendencia, que no ha dejado de lado la convivencia, sino esa forma tradicional de convivir que es el matrimonio, viene de la generación de los que nacieron en los años 80 y que comenzaron sus relaciones de pareja alrededor de 2000”, dijo ayer a LA NACION la socióloga Victoria Mazzeo, jefa del Departamento de Análisis Demográfico de la Dirección General de Estadística y Censos de la ciudad.
Para el médico de la Asociación Psicoanalítica Argentina Eduardo Drucaroff, es necesario puntualizar que esta tendencia a la elección de nuevas formas de convivencia es un fenómeno propio de una gran ciudad como Buenos Aires. “Cada vez más la gente joven tiende a formalizar lo que es imprescindible para encuadrar su funcionamiento legal: desde la obra social o cualquier instancia para demostrar que están en una situación de unión o convivencia. Pero no necesariamente pasar por un registro civil, lo que implica una mayor formalización que va perdiendo vigencia”, dijo.
También se ocupa de desmitificar esa creencia de que a mayor formalidad, mayor compromiso. “El compromiso depende de cómo se lo tome cada pareja: el compromiso puede ser muy alto y la formalización baja, o viceversa -dijo Drucaroff-. Aunque es cierto que las relaciones parecen hoy como más descartables, lo que se llama cultura líquida. No sabemos, de todas formas, los efectos que esto puede generar a largo plazo: es un fenómeno creciente, pero relativamente nuevo, y que en cada pareja es distinto.”
La unión civil, reglamentada en mayo de 2003 en la ciudad de Buenos Aires y seguida más tarde por otras jurisdicciones provinciales, estableció la unión de dos personas con independencia de su sexo u orientación sexual. Y si bien se impulsó para legalizar la situación de hecho de parejas homosexuales antes de la creación del matrimonio igualitario, la licenciada Mazzeo destacó que con los años se vio un incremento en la elección de esta figura por parte de parejas heterosexuales. Así, mientras que en 2004 hubo apenas 69 uniones civiles de parejas heterosexuales, el año pasado ese número ascendió a 641.
En cuanto al perfil de las parejas que optaron por la unión civil, el informe muestra que la edad promedio en el momento de la inscripción de la unión es diferente según el sexo y el tipo de unión. Por ejemplo, los varones tienen una edad promedio más alta que las mujeres, con excepción de 2013, cuando resultó más alta en el caso de las mujeres en uniones de igual sexo. Por otro lado, la edad a la hora de unirse es menor en las parejas heterosexuales.
De todas maneras, es la mujer quien ha postergado más la unión en los últimos años, cualquiera sea el tipo. “En las últimas décadas se ha registrado en la ciudad una participación femenina más elevada en el mercado de trabajo vinculada con mayores niveles de escolaridad y eso influye mucho. Se pospone el ingreso a la pareja, y ahora hay más individuación previa: es decir, suelen tener un período destinado a vivir solas, algo que no se daba en generaciones anteriores, que salían de la casa para vivir en pareja”, dijo Mazzeo.
Además, el informe revela que las uniones civiles se presentan como una opción de vida en pareja elegida por quienes estuvieron en uniones legales anteriores: en una de cada tres uniones, uno o ambos convivientes son viudos o divorciados. Desde 2009 hasta 2013, quienes se inclinaron por la unión civil fueron en un 66% solteros; en un 17%, ambos viudos o divorciados, y en otro 17%, un soltero con un viudo o divorciado; mientras que en los matrimonios en el 80% de los casos son ambos solteros; un 14%, un soltero con viudo o divorciado, y sólo en un 6%, ambos viudos o divorciados. “Es una elección que tiene que ver con la posibilidad futura de poder deshacer el vínculo de común acuerdo y con mayor rapidez”, explicó Mazzeo.
Otro punto que llamó la atención de Mazzeo mientras buscaba datos en el censo de 2010 es que si bien en la ciudad de Buenos Aires hay mayor cantidad de parejas de varones del mismo sexo que de mujeres que se unieron civilmente, es esa jurisdicción en la única en que se da esta particularidad. En el resto del país, prevalecen las uniones entre mujeres. Las hipótesis por investigar según Mazzeo son dos: o en la ciudad de Buenos Aires existe un comportamiento atípico o en el interior del país los hombres no se animan a decirlo abiertamente.
Drucaroff, por su parte, insiste en la relatividad respecto del tipo de vínculo asumido por la pareja y el compromiso existente entre ellos. “Una cosa es lo que aparece en la superficie y otra es la ligazón inconsciente, lo que es mucho más determinante que cualquier otra cosa, según pensamos los psicoanalistas. Y eso se refleja en el consultorio cuando aparecen los problemas en parejas cuya complejidad se puede ir desgranando sólo después de varias sesiones.”
LA NACION