14 Oct Un testigo y actor privilegiado de los últimos 70 años de la historia argentina
Por Felipe Yapur
La muerte se lleva con Antonio Cafiero a uno de los últimos peronistas que tuvo el privilegio no sólo de ser testigo de las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón, sino también de haber sido protagonistas de aquellos años. Son pocos lo que pudieron hacerlo. Cafiero vivió, sufrió, gozó y hasta modificó el devenir de los últimos 70 años de la vida política, social, cultural y económica de la Argentina. No es poco para un solo hombre y para una sola vida.
Cafiero fue uno de los hijos de inmigrantes que, fruto del trabajo incansable de sus padres, se transformó en “m’hijo el dotor”. Logró llegar a la universidad para recibirse de contador público en 1944 y cuatro años más tarde se doctoró en Ciencias Económicas.
A esa altura, ya había conocido a Perón y sobre todo a Evita, quien se interesó por su intento por construir un movimiento estudiantil peronista. Evita, cuentan, lo llamó compañero y el joven Cafiero ingresó a la política.
Cafiero, un contador interminable de anécdotas, supo relatar que este conocimiento con Evita le permitió organizar un encuentro latinoamericano de estudiantes en Colombia que coincidió con el asesinato del dirigente político Jorge Eliécer Gaitán y que provocó una revuelta fenomenal y una represión de igual intensidad. El propio Cafiero supo relatar que había ayudado a escapar a otro joven dirigente estudiantil; se trataba de Fidel Castro Ruz.
Años después Cafiero fue designado como consejero financiero en la embajada argentina en Washington para luego transformarse en director del Departamento Socioeconómico de la Cancillería y por último ministro de Comercio Exterior de la Nación.
El Golpe de 1955 lo hizo conocer por primera vez la cárcel. Tras estar un año detenido, poco a poco se fue integrando a lo que se conoció como la “Resistencia Peronista” y en los años sesenta ocupó varios cargos en el Movimiento Nacional Justicialista.
CITA CON LANUSSE
Cafiero no perdió el contacto con el líder en el exilio y durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse estuvo a un tris de convertirse en el delegado de Perón. Sin embargo, un mal cálculo en la táctica política lo llevó a cometer un error al reunirse con Lanusse. Un hecho que molestó a Perón y, cuentan, fue la razón por la que se inclinó por Héctor J. Cámpora.
Tal vez su ferviente devoción católica evitó que ante tamaña equivocación abandonara su persistencia en la política.
El fallecimiento de Perón lo encontró ocupando un puesto en la vieja Caja Nacional de Ahorro y Seguro. El gobierno de María Estela Martínez lo designó como interventor de Mendoza y, luego del tétrico Rodrigazo, asumió la conducción del Ministerio de Economía.
A principios de 1976, Cafiero estaba a punto de asumir como embajador ante el Vaticano pero ante la noticia del Golpe del 24 de marzo decidió regresar. Así, otra vez un golpe de estado llevó a Cafiero a un calabozo por peronista.
El retorno de la democracia también lo tuvo como protagonista. El triunfo de Raúl Alfonsín sumió al peronismo en una crisis interna que, a pesar de conducir buena parte de las provincias, lo tenía sin rumbo definido.
RENOVACIÓN Y COMPROMISO
A partir de allí encabezó lo que se conoció como la “Renovación Peronista”. Esta nueva experiencia crecía con fuerza y parecía encaminada a transformase en la alternativa de gobierno y poder cuando la democracia tembló ante la sublevación militar de 1987.
Cafiero era diputado nacional y se perfilaba como candidato a gobernador de las elección de ese año pero igual no dudó en acompañar a Alfonsín en esos aciagos días de pascua en el balcón de la Casa Rosada. Ello no le evitó triunfar en los comicios de entonces y se transformó así en el gobernador del principal distrito del país.
LA PRESIDENCIA QUE NO FUE
Convencido tal vez de profundizar la vida democrática en el peronismo, aceptó participar de una interna presidencial. Cafiero, a diferencia de su contrincante, eligió no mentir ni lanzar promesas sin ton ni son y fue derrotado por Carlos Menem.
Tras una experiencia como embajador en Chile, en 1993 fue electo senador por Buenos Aires. Vivió los años tormentosos de la Alianza e incluso por disciplina partidaria votó a favor de la denominada ley “Banelco”, como se conoció a la flexibilización laboral. Cafiero demostró su lealtad a la decisión de su partido pero no dudó denunciar la existencia de coimas.
Años más tarde, en un programa de TV, el camionero Hugo Moyano le recriminó aquella actitud: “A usted no le interesa otra disciplina que la de su gremio y no entiende el peronismo, así que no se haga el peronista”, le respondió.
El kirchnerismo lo encontró finalizando su mandato como senador. A la muerte de Néstor Kirchner, el veterano dirigente dijo que el ex presidente “pertenecía a la raza de los verdaderos políticos, muy fiel a sus convicciones. Adoptó decisiones en su gobierno que podríamos definir como bien peronistas”.
Cafiero nació el 12 de septiembre de 1922, tuvo 10 hijos y varias decenas de nietos. Hacía poco que había cumplido 92. Ayer, enterado de su muerte, el dirigente radical Leopoldo Moreau lo homenajeó parafraseando a Cafiero cuando éste habló frente al féretro de Alfonsín al decir que “Cafiero no es solo del peronismo, ahora es de todos”.
TIEMPO ARGENTINO