12 Oct El deslumbrante glaciar Perito Moreno
Por Guillermo Dozo
Con una regla sobre el mapa, en línea recta, entre Santa Fe y El Calafate hay unos 2.300 kilómetros. Pero si se ingresa en algunos de los trazadores de rutas por Internet, la distancia para viajar en automóvil asciende a 3.161 kilómetros. Una distancia enorme. Casi 700 kilómetros más que desde nuestra ciudad hasta Río de Janeiro. Sin embargo, vale el esfuerzo. Se trata de una de las joyas que nos regala la naturaleza y que brinda un espectáculo único: el glaciar Perito Moreno.
Llegar a El Calafate tanto por avión como por vía terrestre brinda una imagen similar porque lo que domina es la estepa patagónica, la misma que uno puede observar desde Zapala (Neuquén) hasta Río Grande (Tierra del Fuego) y que será más seca en la costa atlántica y un poco más húmeda al pie de las cordilleras. Una extensa zona de rutas que parecen interminables rectas que se pierden en el horizonte pero que, hacia el oeste, gana con la belleza de las montañas.
La ciudad comienza con la misma aridez de su entorno. No hay mucho por ver cuando uno se va acercando. Y cuando la zona urbana comienza a ser transitada se percibe que es una de las ciudades que más ha crecido en la Argentina. Hay casas y hoteles en lugares donde uno se pregunta: “¿Cómo harán para llegar?”, pero que gana en belleza y pintoresquismo cuando se llega al centro. Allí se percibe que es una ciudad que crece y se desarrolla absolutamente a la sombra del turismo y del turista.
Hoteles, bares, restoranes, casas de té, chocolaterías y un enorme abanico de casas dedicadas a la venta o al alquiler de ropa para la nieve constituyen gran parte de la oferta de la ciudad.
También existe una buena cantidad de empresas dedicadas a los tours para conocer las bellezas que se esconden al pie de la Cordillera: para ser breves, los más conocidos son una visita a la Estancia Cristina -que encierra una historia que es una nota aparte- navegando entre hielos y que roza el glaciar Upsala, de 24 horas; otro, de un día, que es llegar a las Torres del Paine, que dividen la Argentina de Chile; otra opción de treking por el Bosque Petrificado, un tesoro arqueológico increíble o las posibilidades de cabalgata con diferentes direcciones. Pero hay más, mucho más.
LA JOYA MÁS PRECIADA
Ahora bien. La perla del viaje, el objetivo que cada viajero tiene dentro suyo es llegar hasta el glaciar Perito Moreno, ubicado a unos 80 kilómetros de El Calafate, al que se llega por una ruta de asfalto en perfecto estado. Cuando resta poco para llegar se debe abonar el ingreso al Parque Nacional Los Glaciares, donde los residentes argentinos pagan 80 pesos y los estudiantes universitarios y residentes de la provincia de Santa Cruz, 30 pesos.
Allí se abre un espectáculo singular. La fría estepa, con sus cóndores y guanacos, cambia a un bosque subantártico -explica la guía- donde los árboles de lenga, ñire y guindo forman un techo verde que sorprende en cada curva. Estamos en un sitio que fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1981 y eso se percibe. Es, también, una amplia zona que pueden aprovechar los amantes del treking o de los zafaris fotográficos. Cuando el brazo Rico del Lago Argentino aparece a la izquierda del viajero, la belleza se multiplica por la presencia de un espejo de agua grisácea que busca superar el glaciar y llegar al Argentino propiamente dicho.
Pero gran parte de esa agua del Rico es represada por el Glaciar que avanza día tras día -vuelve a explicar la guía- y es esta puja la que forma esa especie de “puente” que luego será el espectáculo dentro del espectáculo: las famosas rupturas que cada tres o cuatro años se producen y que concitan la atención de miles de personas.
Cuando se está llegando al Perito Moreno y se observa desde algunos miradores su magnificencia está la opción de subir a uno de los barcos que ofrecen un breve paseo -una hora aproximadamente- hasta la pared sur del Glaciar. No puede dejar de hacerse. El barco se acerca hasta unos 250 a 300 metros de la pared sur del Glaciar y la visión sorprende. Es que durante años la imaginación intentó hacer una postal de lo que es el Perito Moreno. Pero el trabajo mental es insuficiente. Apenas uno alcanza a ver la pared de hielo y hacia atrás tres brazos de hielo que conforman cientos de kilómetros cuadrados de nieve que no se detiene en su avance.
POR LAS PASARELAS
Tras el barco, el último tramo es en bus y se llega a la zona más alta donde está el estacionamiento, una confitería como para reponer energías luego de la visita y el inicio a pie por las pasarelas hasta balcones. Allí se puede disfrutar de la belleza de un lugar único en el mundo. Además, la cara norte, que había estado oculta, se muestra con toda su energía.
En algún momento es bueno detenerse, mirar y escuchar. Porque, como el gigante tiene como tarea crecer y crecer, grandes trozos de hielo se desprenden de las paredes provocando un estruendo que provoca el asombro.
Queda aún más. La posibilidad de recorrer a pie un tramo del gigante de hielo, con un recorrido más corto o más largo. Y hasta se puede degustar un buen whisky enfriado con hielo que lleva varios años de viaje desde la montaña hasta el valle del Lago Argentino. Irrepetible.
Conclusión: un viaje que vale la pena, para conocer un rincón de la Argentina que nos debe llenar de orgullo y que ofrece una de las bellezas naturales más impactantes. Vale la pena la anécdota. Cuando contratan las visitas, en algún momento, el empleado puede usar una frase que llama la atención al referirse al Perito Moreno: “Es la octava maravilla del mundo”. Después de conocerlo hay que reconocer que no es una exageración.
CONSEJOS PRÁCTICOS
Temperatura. En verano, en un buen día de calor, la barra mercurial estará entre los 18 y 19 grados como temperatura máxima. En invierno, entre 2 y 5 grados. Contemplar abrigo.
Sol. Vientos fuertes y cielos diáfanos. Es bueno protegerse la vista, más cuando se visitan los glaciares. El reflejo del sol se siente y más si se fija la vista por largo tiempo.
Hoteles. Los hay céntricos y otros muy alejados. Si se viaja en auto no hay problema, pero si se llega en avión, el problema del traslado puede ser grande. Los taxis, caros.
Luz de día. En invierno, además del frío hay que tener en cuenta para poder moverse que el sol sale cerca de las 10 de la mañana y que, a las 5 de la tarde, cae la noche.
Salidas. Para contratar tours hay que ir casi día por día. Si hay mucho viento y lluvia se suspenden las salidas en barco, por ejemplo. Ver el pronóstico y a pocos días.
EL LITORAL