14 Oct A los 92 años murió Antonio Cafiero y todo el arco político lo homenajeó
Por Ana Clara Pérez Cotten
Tiene algo de religión: en el fondo es un acto de fe”, definió –cansado de responder qué es el peronismo– el histórico dirigente Antonio Cafiero, quien falleció ayer a los 92 años luego de estar diez días internado por una neumonía. Su biografía política –que comenzó en el primer gobierno de Juan Domingo Perón y llegó hasta el kirchnerismo– es un reflejo de la vida partidaria y de la historia argentina. A los dos días de duelo que decretó primero el gobierno nacional y luego el bonaerense y al velatorio en el Congreso, se sumaron, con el correr de las horas, los mensajes recordatorios desde distintos sectores del arco político, cuyos mayores exponentes se dieron cita en el Salón Azul del Senado, donde se desarrolló el velorio del dirigente. También hubo espacio para el compendio de anécdotas surgidas de sus 70 años de carrera política.
Poco después de las 16, se abrió al público la capilla ardiente por la que pasaron, además de familiares y allegados a Cafiero, el gobernador bonaerense y precandidato presidencial por el FPV, Daniel Scioli; el ministro de Defensa y otro de los postulantes kirchneristas, Agustín Rossi; el ministro de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni; el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota; el ex ministro del Interior de Carlos Menem, Carlos Corach; el diputado nacional Dante Gullo (FPV); su par Felipe Solá (FR), el senador Aníbal Fernández (FPV); el actual funcionario sciolista Jorge Telerman, quien supo revestir en el cafierismo; los dirigentes Ricardo Gil Lavedra (UCR) y Lorenzo Pepe (PJ).
BIOGRAFÍA E HISTORIA
Contador y doctor en Ciencias Económicas de la UBA, comenzó a militar durante su juventud en la universidad y en la Acción Católica Argentina. Era uno de los pocos dirigentes que podía contar en primera persona lo que sucedió el 17 de octubre de 1945.
Fue secretario de Comercio en 1974, puesto que dejó al convertirse ese mismo año en interventor federal de la provincia de Mendoza. Luego volvió al Gabinete nacional como ministro de Economía de la administración de María Estela Martínez de Perón hasta que, en 1976, fue nombrado embajador ante Bélgica y luego ante la Santa Sede, cargo que ocupa desde 2008 su hijo Juan Pablo. Cuando volvió al país, ya en plena dictadura, fue detenido.
En 1983, con la restauración democrática, lideró el movimiento Unidad, Solidaridad y Organización y, tras la derrota del PJ en las presidenciales frente a Raúl Alfonsín, fundó junto a otros dirigentes del peronismo la “Renovación Peronista”.
La impronta democrática e institucional que persiguió para el partido alimentaron esos primeros años de democracia bajo el gobierno radical: durante el levantamiento carapintada de Semana Santa, en 1987, Cafiero llegó antes que Alfonsín a Campo de Mayo para comunicarle a Aldo Rico que el peronismo apoyaba al gobierno democrático. “Nos perdimos de un gran presidente. Fue una pieza elemental en la transición de la década del ’80 y en la consolidación de la democracia”, aseguró ayer Ricardo Alfosín al recordar el rol de Cafiero aquellos años aciagos.
Ayer, tras conocerse la noticia de su fallecimiento y en sintonía con la decisión de la Rosada, Scioli recordó el paso del dirigente por el cargo que él ocupa hoy: “Me gustaba mucho escucharlo reflexionar. Era un hombre con una vasta experiencia y bregaba por traer a estos tiempos la doctrina justicialista y aggiornarla.”
En 1988, con José Manuel de la Sota como compañero de fórmula, Cafiero compitió en la primera interna justicialista en la que votaron los afiliados. Fue para dirimir las candidaturas para las elecciones presidenciales del año siguiente. Perdieron frente a Carlos Menem y Eduardo Duhalde.
“Menem fue un traidor. En su afán por querer modernizar el partido, no tuvo la suficiente inteligencia para darse cuenta de que a esa cabalgata le faltaba un marco de valores. Y así dejó, sin marco ético ni de control, a las empresas privatizadas”, sostuvo sobre la década de los ’90, gobernada por su histórico adversario interno.
En 1992 fue embajador en Chile. Luego volvió al Congreso como senador. Tras el final abrupto y trágico del gobierno de la Alianza, a fines de 2001,, fue jefe de Gabinete durante el efímero mandato de Eduardo Camaño. Desde 2005, presidía la Conferencia de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe y el Instituto de Altos Estudios Juan Perón.
POLÍTICA EN FAMILIA
Casado con Ana Goitía, quien falleció en 1994, tuvo 10 hijos –cinco mujeres y cinco varones– y era el abuelo orgulloso de 40 nietos. Sus hijos Juan Pablo y Mario y sus nietos Santiago y Francisco siguieron sus pasos en política. Compartió su experiencia con ellos pero también mantuvo debates acalorados sobre la pertenencia partidaria. A fines de los ’90, Juan Pablo y Mario se fueron al Frepaso. “¿Por qué no va usted también al Frepaso?”, le preguntó durante una entrevista el humorista Jorge Ginsburg. La respuesta de Cafiero fue lacónica: “Boludeces, no, por favor.”
Ayer, Juan Pablo Cafiero –luego de confirmar que los restos de su padre descansarán en el cementerio de San Isidro junto a los de su esposa– pidió que no se envíen ofrendas florales sino una donación al Hospital Materno Infantil Ana Goitía de Avellaneda: “Es una forma de honrar la vida que tuvieron mi madre y él y que nosotros queremos que se siga fortaleciendo.”
PERONISTA Y KIRCHNERISTA
“Me hago cargo de lo que digo: Kirchner sabía que iba a morir pronto y sin embargo siguió jugando fuerte a la política sin amilanarse ni refugiarse en la falta de fe”, soltó Cafiero, fiel a su estilo, días después de la muerte del ex presidente. Pragmático, definió al kirchnerismo como “una variable del peronismo que nació de las dificultades y los efectos de la crisis de 2001”. Pese a la buena relación que mantuvo con el matrimonio, no ahorró en críticas y advertía sobre los riesgos de convertir al partido en una caja electoral vacía: “La mayor omisión de los Kirchner es no reorganizar el partido. Si eso no les interesa cometen un error porque tarde o temprano van a necesitarlo.”
En 2011 publicó sus memorias, un libro de 700 páginas titulado Militancia sin tiempo, mi vida en el peronismo prologado por la presidenta. “Es una fascinante narración en primera persona de la historia argentina de los últimos 80 años, contada por uno de sus protagonistas –sostiene allí Cristina–. Pero fundamentalmente, creo que es un poderoso testimonio del valor de la militancia, del compromiso y de la confianza en la política como instrumento irremplazable para transformar la realidad. Confianza que la historia ha convertido en certeza.”
TIEMPO ARGENTINO