Un amor que partió de Retiro y llegó a Alaska

Un amor que partió de Retiro y llegó a Alaska

Por Daniel Balmaceda
Eran dos matrimonios muy amigos. Alfredo González Garaflo y María Teresa Ayerza -también llamada Marietta-, y Ricardo Güiraldes y Adelina del Carril compartían muchas actividades. Los varones habían sido compañeros del secundario, cursado en el Instituto Libre de Enseñanza Libre (ILSE), y la afinidad se había transmitido a las mujeres. Las dos parejas se llevaban muy bien y consideraron realizar un viaje juntos. Por supuesto, a los cuatro les hubiera encantado pasear en grupo por Europa, pero la Primera Guerra Mundial no lo permitía. Entonces organizaron un viaje a Jamaica a fines de 1916. Una hermana de Adelina, Delia del Carril (las dos, nietas de Salvador María del Carril), se sumó al tour. La travesía arrancaba en la estación Retiro. Allí abordarían el tren a Mendoza. Luego cruzarían los Andes en el ferrocarril trasandino, inaugurado seis años antes. De Santiago, Chile, pasarían al puerto de Valparaíso para embarcar en el vapor que los llevaría a Panamá. Realizarían el cruce del istmo a través del novedoso Canal de Panamá (inaugurado en 1914) y navegarían a Jamaica. ¿Por qué no remontaban el Atlántico en viaje más directo? Porque era considerado zona de conflicto debido a la Gran Guerra y porque cruzar el canal artificial era uno de los hitos del viaje.
El quinteto se reunió en el andén de la estación Retiro, sin saber que allí los aguardaba una sorpresa. Hizo su aparición Adán Diehl, otro ex alumno del ILSE, muy amigo de Güiraldes y muy admirador de Delia, la cuñada de su amigo. Adán Carlos Diehl, sobrino del financista Ernesto Tornquist, era pintor y abogado, escribía poesías, era entusiasta admirador del mundo oriental (había llevado a Güiraldes de gira por países asiáticos y africanos), tenía ascendente sobre sus amigos y lo consideraban un bromista de peso. Pesado. Solía arrimarse a los amigos y susurrarles su vaticinio acerca de la fecha en que morirían. Era atractivo, elegantísimo, muy culto y también adepto a las utopías. Adán tenía 28 años. Delia, 32.
Abordaron el tren el 30 de diciembre por la mañana. Antes de fin de año estarían casados. Durante el trayecto a Mendoza, Adán aplicó todas las técnicas de galantería y, por las dudas, amenazó con quitarse la vida si ella no lo aceptaba como marido. En la capital mendocina celebraron el casamiento en austera ceremonia, acompañados por Adelina, Marietta, Ricardo y Alfredo. Enviaron por telégrafo la información a Buenos Aires, donde los Diehl y los Del Carril se preguntaban si era una broma. Se consultaban unos a otros para tratar de entender qué pudo haber ocurrido y si existían indicios previos. Pronto pudieron confirmar que el anuncio había sido verdadero. Mientras tanto, los novios resolvieron abandonar a los compañeros de viaje y partir hacia su luna de miel.
Decidieron que sería en Alaska. Por eso despidieron a sus amigos en Valparaíso, viajaron a Canadá en barco y desde allí cubrieron en tren el resto del recorrido. El noviazgo duró un día. El viaje de bodas, 20 semanas.
LA NACION