Ubatuba nunca pierde sus atractivos

Ubatuba nunca pierde sus atractivos

Por Santiago Igarzábal
La dinámica del mercado turístico necesita todo el tiempo de la novedad, del descubrimiento; hace falta poder contar que tal o cuál es la nueva playa de moda, la que realmente vale la pena descubrir. Entonces uno se pregunta qué pasó con lo maravillosa que era aquella otra franja de costa que prometía ser el paraíso hace un par de años atrás.
La noticia es que no es para nada necesario seguir esa dinámica de paraísos efímeros. Hace 20 años Torres, Ubatuba y todo el litoral de San Pablo aparecían como sitios que nadie podía dejar de visitar. Hoy están relegados detrás de las praias del nordeste. Y sin embargo, Ubatuba sigue siendo el mejor lugar, o al menos uno de los cinco mejores puntos de Brasil para hacer surf o buceo. Sus playas continúan siendo variadas, desde la brava Itamambuca hasta la mansa Lázaro, y desde las céntricas Itaguá hasta las alejadas Brava, de la Almada y Cedro, a las que hay que llegar caminando por senderos entre la floresta atlántica.
La ubicación de Ubatuba no ha cambiado, de modo que aún ese punto estratégico permite tanto disfrutar de un día de historia en la vecina Parati, ubicada al norte, ya en el en el estado de Río de Janeiro, o bien de un día de sierras, arroyos y selva en el Valle del Paraíba, en dirección al oeste. De hecho, el Parque Sierra del Mar se mantiene al tope del ranking de excursiones que el viajero debe aprovechar en esta región.
Y lo mejor de todo es que romper con esa necesidad de ir solo por lo nuevo, permite disfrutar de los destinos más relajados, más amigables y con todos los sentidos puestos en lo que es y no en lo que parece.
Playas y más
Cuando se dice que Ubatuba es un sitio estratégico es porque su ubicación en la costa la encuentra a 234 kilómetros de San Pablo y a 344 de Río de Janeiro, sobre la carretera Santos.
En su contacto con el mar se forman más de 25 playas tan variadas que resulta sencillo encontrar una que se ajuste exactamente al perfil del viajero. Una de las más tradicionales y concurridas es Perequê-Açú, céntrica y con cuatro kilómetros de extensión. Otra alternativa es Prainha del Matarazzo, una pequeña faja de arena en la que se encuentra la desembocadura del Río Grande; el encuentro de las aguas genera espacios fantásticos. Lo mismo puede decirse del efecto de las rocas en Playa de la Fortaleza, un reducto repleto de piedras que forman bellas grutas y pasajes en una costa escarpada. También es un sitio de muy buen oleaje.
Finalmente, la extensión y el mar híper calmo de la Playa Dura, o la buena infraestructura de Playa del Lázaro son ideales para las familias que viajan con chicos.
Para todos los gustos
Sin duda, el punto más importante en la oferta turística y natural local es el Parque Estatal de la Sierra del Mar. Se trata de la mayor área natural protegida paulista, con 315.390 hectáreas. En la zona de Ubatuba, el parque llega al mar, por lo que se pueden disfrutar los ecosistemas costeros, cinco playas y también dos poblados -Cambury y Picinguaba- cuyos habitantes todavía mantienen aspectos de su cultura tradicional. El límite del Sierra Mar se confunde con el del vecino Parque Nacional de la Sierra de la Bocaina, por lo que la riqueza preservada es aún mayor.
En la misma línea se ubica el Proyecto TAMAR, sigla que se refiere a Tortugas Marinas y que funciona desde 1980 para proteger de la extinción a las cinco especies de tortugas que utilizan el litoral brasileño para alimentación y reproducción.
La historia, además de la vecina Parati, ubicada a 75 kilómetros, se puede explorar en sitios como Casa de la Farinha, un antiguo local en medio de la Floresta Atlántica. Sabiamente preservada, la Casa de la Farinha es el comienzo de una importante senda, que pasa por el Jatobá, Poço de la Rasa y sigue hasta el Morro del Corisco. Las recorridas por las sendas junto a los guías especializados resulta una experiencia enriquecedora y un paseo difícil de igualar.
Claro que luego de desandar los caminos entre la humedad y la calidez de la sierra, el cuerpo vuelve a pedir lo que vino a buscar: la paz de la playa o la bravura de las olas. Eso que hace 20 años puso de moda a Ubatuba y que hoy sigue siendo tan atractivo como entonces.
EL CRONISTA