08 Sep Serena asombra e iguala a Chris Evert y Navratilova
Por Jose Luis Dominguez
Quizá sólo el tiempo, y los logros, puedan determinar el lugar que ocupará Serena Williams en la historia del tenis femenino. Desde hace 15 años, la norteamericana se mantiene vigente; ha tenido sus rachas y sus caídas, pero siempre se ha levantado. Siempre volvió más fuerte, más ganadora. Es la número 1 del mundo, un lugar que se ha ganado con mucho esfuerzo, con determinación, con mentalidad ganadora. Serena es campeona del US Open por sexta vez. Es una cifra que impacta, pero más asombra que ya ha llegado a 18 títulos de Grand Slam, con lo cual está a la par de otras leyendas como Chris Evert y Martina Navratilova.
Esta vez, la última resistencia la ofrecía la danesa Caroline Wozniacki, amiga cercana de Serena. Pero, en su afán de ganar, nada la detiene. Un triunfo con tintes de rutina, por 6-3 y 6-3, determinó una nueva coronación para quien es, desde hace largo rato, la reina del circuito femenino. Serena buscó mucho este 18º título grande. No había tenido una buena temporada en los Grand Slams, con inesperadas caídas prematuras en Australia, Roland Garros y Wimbledon. Pero, en Nueva York, todo cambió.
Ninguna rival le pudo ganar más de tres games por set; en siete partidos acumuló menos de ocho horas de juego. Mientras, a su alrededor, las otras candidatas se iban despidiendo; ni Sharapova, ni Azarenka, ni el resto. La morena hizo su parte, con la tenacidad y la ambición de que nada podría interponerse en su camino.
Poco menos de un tercio de sus 63 títulos corresponden a trofeos mayores. Es un porcentaje enorme para cualquier jugador, en varones o mujeres. Aquí superó, en cantidad de Grand Slams ganados, a Roger Federer, que tiene su misma edad -ella cumplirá 33 el 26 de este mes-, aunque, para muchos la aureola del suizo es mucho más grande. El propio Federer analizó y trazó paralelos sobre Serena, a la que reconoció que admira: “Ella trajo la potencia. Realmente revolucionó el tenis. Hubo otras jugadoras, pero ella fue la líder. Creo que ella es grandiosa para el tenis femenino, aunque quizás a veces hubo demasiado dominio de las Williams. La diferencia entre ella y yo es que Serena entró y salió más del deporte, mientras que yo me mantuve todo el tiempo”.
Aquí, como campeona, le correspondió un premio de 3 millones de dólares, al que debe sumarse otro millón como vencedora del US Open Series, por ser la mejor jugadora en el tour previo al Abierto norteamericano. Totaliza US$ 60 millones sólo por ganancias oficiales, pero esto es apenas un costado de la dimensión de su figura. “Es un gran placer haber ganado aquí mi primer Grand Slam -en 1999- y ahora lograr el número 18. Estoy muy emocionada. No podría pedir un lugar mejor para lograrlo”, dijo durante la premiación, que incluyó la presencia de Navratilova y Evert, que le entregaron una pulsera de oro de 18 kilates.
“Quizás este título sea el más importante. Esperé mucho tiempo para lograrlo, pero nunca pensé que estaría en ese grupo de leyendas, con Chris (Evert), con Martina. ¿Quién soy yo para estar con ellas?”, agregó, con una pregunta que encierra un mensaje. Ahora, en la lista de máximas ganadoras de Grand Slam, Serena tiene por delante a Margaret Court (24), Steffi Graf (22) y Helen Wills Moody (19). Quién sabe cuánto tiempo pasará hasta que otra jugadora se acerque a semejantes cifras.
“No sé cuál será mi lugar en la historia; aún estoy jugando. Todavía no pienso mucho en eso, quiero seguir, y tratar de hacer lo mejor posible; aún me gusta mucho el tenis, y ganar torneos”, expresó Serena. Aquella chiquita de 17 años, surgida de las canchas públicas de Compton, y que asombró al ganar aquí en 1999, hace ya quince temporadas, es hoy una mujer con una carrera inmensa sobre sus hombros. Es, para el tenis femenino, una enorme influencia e inspiración, y también una ganadora inalcanzable para estos tiempos del tour. Nadie duda de que su senda exitosa continuará mientras ella se lo proponga, una cualidad que sólo pueden alcanzar los grandes del deporte. Mientras, Serena profundiza su huella en la historia.
LA NACION