25 Sep Por el shutdown, China llama a “desamericanizar el mundo”
Por Natalia Tobón
Mientras se debilita el liderazgo de un Estados Unidos dominado por las peleas internas y los bloqueos económicos, China quiere hacer oír su voz y convertirse en promotor de un mundo “desamericanizado”, lejos del dólar y en donde se respeten los intereses de todas las naciones, “grandes y pequeñas, ricas y pobres”.
El llamado de Pekín por un mundo multipolar quedó plasmado en un duro editorial publicado en octubre de 2013 en Xinhua, la agencia de prensa estatal china que refleja el pensamiento de los líderes del partido. “Esos días alarmistas en donde los destinos de otros estén en manos de naciones hipócritas deben terminarse y un nuevo orden mundial debe ser puesto al mando”, sostiene el texto.
La crítica surgió después del anuncio del cierre del gobierno norteamericano, que duró 16 días, cuando republicanos y demócratas llegaron a un acuerdo para elevar provisoriamente el techo de la deuda. La crisis presupuestaria afectó a Pekín ya que puso en jaque los intereses económicos de China, dueña de 1,3 billones de dólares de la deuda norteamericana.
El artículo de Xinhua reflejó la voluntad expresa de China de reforzar su autoridad a nivel mundial como referente de las naciones en desarrollo, un referente que reclama una voz colectiva más influyente ante organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial.
La estrategia se adscribe a una posición que China insinúa desde que se catapultó como un protagonista clave de la economía mundial tras la crisis financiera de 2008: ni el dólar puede ser la moneda base en el intercambio internacional ni Estados Unidos puede dictar el orden mundial. China vuelve a reclamar una petición que lleva mucho haciendo: el yuan debe ser considerado una moneda de reserva internacional.
Por otro lado, el artículo de Xinhua le sirvió al gobierno para mostrarse fuerte ante los propios chinos. “Washington abusó de su estatus de superpotencia e introdujo aún más caos en el mundo, desplazando riesgos financieros al extranjero, instigando tensiones regionales y disputas territoriales y peleando guerras bajo excusas mentirosas”, acusa.
China no tiene un déficit económico, ayuda a otras naciones y no entra en debates internos que ponen en peligro el orden mundial, sugiere el texto.
El discurso antiamericano es parte de un pensamiento más de fondo dentro del Partido Comunista, en donde se establece que en Occidente hay peligros que ponen en riesgo no sólo el funcionamiento de una nación, sino la facultad de mantener integralmente el poder bajo la batuta unipartidista.
En abril se difundió un memorándum conocido como el Documento Número 9 (N09), en el que se explican los siete peligros occidentales a los que el partido debe oponerse, pues su aplicación en China podría minar la fuerza del Partido Comunista e incluso ponerlo en jaque. Entre estos peligros se encuentran la democracia constitucional, que ocupa el primer lugar, seguida de otros conceptos como participación civil, valores universales de los derechos humanos, independencia y libertad de prensa, neoliberalismo, libre mercado y criticismo nihilista al traumático pasado del partido.
Los peligros son catalogados como una oposición a la ideología del Partido Comunista chino. “Las fuerzas occidentales hostiles a China y los disidentes se infiltran constantemente en nuestra esfera ideológica”, sostiene el documento, avalado por el presidente Xi Jinping.
Si bien el documento es confidencial, fue filtrado hace poco a The New York Times. El documento simboliza el retorno a una ideología basada en conceptos comunistas, en donde un potencial proceso de apertura política y económica no tiene cabida.
Cuando Xi Jinping y Li Keqiang asumieron como los nuevos líderes de China, se afirmaba que podrían liderar la batuta de cambio. Xi, con su actitud de consenso entre las dos grandes facciones dentro del partido, y Li, proveniente de las filas de la Liga de la Juventud Comunista y de corte liberal, estaban llamados a aplicar las profundas reformas de las que hablaba el anterior premier, Wen Jiabao, antes de abandonar el poder.
Sin embargo, la realidad es que los miembros del actual Comité Permanente del Politburó -el grupo de siete personas con mayor poder de decisión oficial en China- son en su mayoría conservadores.
El rechazo de los valores occidentales expresado en el documento sugiere además que la disputa ideológica dentro del partido continúa. Liberales o reformistas, contra conservadores y neoizquierdistas, pujan porque sus visiones sean implementadas. Y con el N09, el round lo ganan los conservadores, ávidos de mantener el estatus y reforzar el control gubernamental.
Desde que Xi está al mando se puso en marcha una dura campaña para fortalecer la disciplina partidaria. Se atacó la corrupción y malversación de fondos públicos y se reforzó el control de Internet. Los blogueros que esparcen rumores falsos o son retuiteados más de 500 veces están en la mira, al igual que los portales en los que se presentan artículos críticos.
“Internet es un campo de batalla que, si no es ocupado por nosotros, es ocupado por los demás. Las palabras subversivas ya han ocupado un gran espacio y debemos contraatacar”, dijo a LA NACION un funcionario encargado de temas de seguridad.
Si bien el N09 apunta a una oposición ideológica, hay un objetivo ulterior: reforzar la identidad china mediante una unidad ideológica dentro del partido. Y el editorial de Xinhua publicado el domingo sirve a este objetivo.
LA NACION