El síndrome del doble check y las redes sociales, una amenaza para parejas

El síndrome del doble check y las redes sociales, una amenaza para parejas

Por Ludmila Moscato
Estar conectado hasta tarde en el chat, tardar en responder un mensaje en WhatsApp, que un ex ponga “me gusta” en el muro de Facebook, responderle a un tercero en Twitter? todo esto puede convertirse en foco de conflicto en las parejas de hoy en día y hasta incluso deteriorarlas. Sí: los efectos del control que se ejerce sobre el otro mediante las redes sociales pueden ser nocivos.
La semana pasada se viralizó un supuesto informe que aseguraba que 28 millones de parejas se separaron por el “síndrome del doble check” de WhatsApp. ¿Qué significa esto? Ver las dos tildes y pensar que el otro recibió un mensaje que no fue respondido cuando no siempre es eso lo que sucede. La noticia, que ya fue desmentida por muchos medios debido tanto a lo dudoso de su veracidad como a la dificultad de verificación, generó, sin embargo, una multiplicad de comentarios en portales, programas y hasta en cenas de amigos. Evidentemente, determinados usos de las redes sociales han venido a sacudir a las parejas, modificar sus hábitos y, también, a generar peleas.
“Para preservar la relación con mi novia optamos por no tenernos de amigos en Facebook ni seguirnos en Twitter. Llegó un momento en el que ella controlaba cada interacción con otras mujeres en las redes sociales. Además, si llegaba a estar conectado hasta tarde en Gtalk, al otro día me trataba mal porque estaba molesta; no entendía qué hacía yo online -resume Martín, de 28 años-. Podía llegar a ser Sherlock Holmes, stalkeando a cada chica que aparecía en mi timeline . La decisión la tomamos hace dos meses, veremos cómo sigue”. Y agrega: “Hace poco descubrí que puedo configurar en mi iPhone un modo para que el WhatsApp no diga mi última hora de conexión; yo tampoco puedo ver la de los demás. Lo prefiero, siento que es liberador”.
El caso de Ruth, de 32, terminó mal. De novia y con una convivencia de cuatro años, decidió ir sola a visitar a una prima en México. Una vez ahí, se encontró con un grupo de amigos del secundario que estaban viviendo en el DF, con los cuales empezó a salir seguido. Al enterarse su novio por algún comentario hecho en Facebook, no solamente stalkeó a cada uno de los integrantes del grupo, sino que se puso en contacto con la novia de uno de ellos, para sacarle información.
“De repente él empezó a hacer una investigación, un verdadero trabajo de inteligencia, y yo no entendía cómo tenía cada vez más datos. Cuando volví, me pedía todo tipo de explicaciones y nos terminamos separando”, añade.
Es evidente que las redes sociales nos brindan (demasiada) información, pero ¿es útil y sano utilizarla? “Las redes sociales facilitan los sistemas de control. Pero los facilitan cuando hay personalidades que son desconfiadas, celosas o que se encargan de poner en alerta a su pareja. El tema no es matar a las redes sociales, que serían el mensajero, el tema es el mensaje, que en estos casos es que la pareja está bajo un sistema de controles que impiden lograr armonía”, sostiene Adriana Guraieb, psicoanalista miembro de APA e IPA.
Por otra parte, hay determinadas cuestiones que forman parte de la intimidad, pero que por algún motivo se hacen públicas o la pareja es capaz de rastrear. Es el caso de Manuel, de 30: “Cuando empezamos a conocernos con mi novia yo le conté de una relación que había tenido. Una vez, estando en su computadora, me puse a ver fotos de esta ex, y eso quedó en el historial de la máquina. Al rato me llamó a los gritos, diciendo que por qué había estado viendo esas imágenes”, recuerda.
“Se genera la ilusión de que se puede penetrar en la interioridad del otro -sostiene la doctora en psicología Teresa Popiloff, coordinadora del Departamento de Pareja de APA-. La categoría de lo privado tal como se entendía hace un tiempo se modifica totalmente. Entonces el otro cree que puede entrar en ese mundo mío.”
Las elucubraciones que se pueden llegar a generar por una simple respuesta tardía en el WhatsApp -como grafica el corto del español Paco Caballero Doble check , que se viralizó en las redes sociales y que muestra cómo una pareja se termina separando porque uno no le respondió al otro un mensaje- y el rastreo de información pueden tornarse exagerados. ¿Qué se busca con estas actitudes? ¿Hacerle pisar el palito al otro? Guraieb arriesga: “O me vuelvo loco buscando cosas, o confío hasta que la realidad me demuestre lo contrario. La realidad siempre muestra: si nunca quiere salir con vos, si no quiere proyectar nada, si no quiere que estén solos y llena la escena de gente, si no se comunican: eso te lo dice la realidad, no te lo dicen las redes sociales”.
Sin embargo, Popiloff advierte que no cualquiera adopta este comportamiento, sino solamente personas con determinadas estructuras de personalidad. “Hoy hay una mayor intolerancia a la frustración, al hecho de que el otro ponga un tiempo de espera. Esa intolerancia hace que uno rápidamente quiera llenar ese límite con algún armado imaginario”, opina.
La instantaneidad en la comunicación, por otra parte, puede llegar a confundir. “Es cierto que el otro está más fácilmente accesible. Y el hecho de que uno lo pueda localizar en coordenadas puede alimentar la fantasía de que lo puede controlar. Pero el otro es otro, y el lío se arma cuando, a pesar de que hay coordenadas y a pesar de que está el telefonito, a pesar del GPS, no se lo puede controlar, no es un juguete que uno puede manipular porque tiene autonomía y pide que se la respete”, agrega el especialista.
Por supuesto, los celos y el intento de tener un dominio sobre la intimidad de la pareja no son nuevos. Lo que cambió es la accesibilidad a redes sociales que se terminan convirtiendo en verdaderas herramientas de control: mientras que antes se podía llegar a contratar a un detective privado para seguir al otro, hoy es posible enterarse de muchas cosas por medio de un simple clic. El riesgo sigue siendo el mismo: perder el respeto por la intimidad ajena. Y llegar a arruinar un vínculo para siempre.