04 Sep El gran salto de los actores
Por María Fernanda Mugica
El camino al éxito como actor no es fácil, ni corto. Jon Hamm y Bryan Cranston lo saben. Ambos actores pasaron por pequeños papeles y publicidades bochornosas hasta conseguir los roles que los llevaron a la fama internacional, les hicieron ganar dinero y les dieron la oportunidad de elegir en qué proyectos embarcarse. Ellos son dos de los elegidos para capitalizar su fama televisiva y afianzar una carrera cinematográfica. Actualmente están en la cartelera de cine local: Hamm, como protagonista de Un golpe de talento, que se estrenó la semana pasada, y Cranston tiene un papel central en Godzilla.
Cuando concluyen las series exitosas que los llevan a la fama uno se pregunta qué rumbo tomarán las carreras de estos actores. Son dos caminos posibles: el de George Clooney, quien después de E.R. se convirtió en una megaestrella de cine, o el de David Duchovny, apenas un ejemplo entre muchos, que no pudo construir la gran carrera que su trabajo en Los expedientes secretos X prometía. ¿Estas nuevas figuras podrán conservar el éxito que tanto les costó?
Mucho antes de convertirse en Don Draper, el misterioso, mujeriego, alcohólico y talentoso creativo publicitario de la agencia Sterling Cooper en la serie Mad Men, Jon Hamm pasó por varios trabajos intrascendentes. En YouTube, ese archivo que parece infinito y no perdona, se puede ver al actor cuando tenía 25 años participando de un programa en el que una mujer tenía que elegir entre tres hombres para una cita ideal. Viéndolo resulta muy difícil imaginar que ese chico lindo pero algo torpe podía interpretar a un hombre de una confianza y atractivo arrolladores. Tan difícil resulta que a Matthew Weiner, creador de Mad Men, le costó convencer a los directivos de AMC de que el actor, de 36 años, dueño de un currículum un tanto pobre, era el indicado para protagonizar la serie. Pero Weiner insistió y después de muchas pruebas Hamm se quedó con el papel.
Para Bryan Cranston el rol consagratorio también tardó en llegar. El actor que alguna vez quiso ser policía hizo personajes de un solo episodio en una gran cantidad de series; desde Walker Texas Ranger, pasando por Baywatch hasta Sabrina, la bruja adolescente. Su oportunidad de brillar llegó con un papel recurrente en Seinfeld, donde interpretó a Tim Whatley, un dentista que, entre otras rarezas, se convierte al judaísmo para poder contar ciertos chistes sin ser acusado de antisemita. Cranston tomó prestada algo de esa excentricidad para el personaje del padre en la comedia familiar Malcolm in the Middle, que con siete temporadas fue el trabajo que lo hizo conocido. Cuando la serie terminó, el actor, de 52 años, buscaba despegarse de aquel personaje y se encontró con el fascinante guión del piloto de Breaking Bad, que el creador de la serie, Vince Gilligan, le envió porque recordaba su trabajo en un episodio de Los expedientes secretos X, serie en la que trabajó como guionista.
Hamm y Cranston fueron clave en la construcción de dos de las series centrales de la nueva era de oro de la TV norteamericana. Ellos pusieron sus herramientas interpretativas al servicio de dos personajes complejos, llenos de secretos y con una incertidumbre metafísica que se expresa de maneras distintas en cada uno. Sobresalientes en su trabajo, Don Draper y Walter White son hombres en pugna con su identidad, negándola o aprendiendo a vivir con ella, mientras sus familias sufren las consecuencias y libran sus propias batallas. Tal como lo hiciera antes James Gandolfini en Los Soprano, Hamm y Cranston, sostenidos por un material de escritura superlativa, lograron convertir a estos antihéroes en personajes que el público apoya, aun ante cada nueva mala decisión que toman.
Pero todo llega a su fin. Breaking Bad terminó en 2013, cerrando la historia de Walter White con la solidez que mantuvo la serie durante sus cinco temporadas y dejando a Cranston rico, famoso y con tres Emmy y un Globo de Oro en su haber. En los recesos de filmación de la serie el actor hizo papeles secundarios en películas como Argo, Drive y La era del rock. Este año ya se estrenaron Cold Comes the Night, de Tze Chun, y Godzilla, de Gareth Edwards, ambos films en los que el actor tiene un papel protagónico. Pero la gran jugada de Cranston fue su reciente debut en Broadway con la obra All the Way, en la que encarna a Lyndon B. Johnson, papel por el que acaba de conseguir el premio Tony como mejor actor. Entre el prestigio del teatro y un tanque como Godzilla, que lleva recaudados más de 395 millones de dólares en todo el mundo, Cranston parece estar aprovechando su amplio registro actoral.
Aunque todavía no terminó Mad Men (la segunda mitad de la séptima y última temporada se emitirá en 2015), Jon Hamm ya comenzó a delinear sus siguientes pasos. Su trabajo en la película Un golpe de talento parece indicar una intención de convertirse en un protagonista tradicional de cine. Para esto cuenta con su aspecto de galán clásico y su ya probado talento, en películas como Atracción peligrosa, dirigida por Ben Affleck, y Plan perfecto, dirigida por Jennifer Westfeldt, su novia desde hace 16 años. Si bien Un golpe de talento no fue tan bien recibida por la crítica es un puntapié para demostrar qué tan lejos de Don Draper puede llegar. Hamm podría enfocar su carrera en la comedia, género para el cual demostró especiales aptitudes en sus participaciones en 30 Rock y Saturday Night Live.
El mundo ya conoce sus nombres y sus caras. Los dos comparten un gran sentido del humor y demostraron que pueden interpretar tanto la oscuridad más profunda como escenas de pura comedia. Parecen no haber tenido dificultades para lidiar con el éxito, que al encontrarlos en la madurez les permitió disfrutarlo y tomarlo con calma. Todo indica que Hamm y Cranston tienen mucho más camino por recorrer al dejar atrás a los personajes con los que entraron en la historia de la televisión.
LA NACION