El clan de los jugadores en red

El clan de los jugadores en red

Por Franco Rivero
Lunes, cinco de la tarde. Después de la jornada escolar, Federico Samra apura la chocolatada para correr a sentarse frente a su computadora. A sus 11 años, es un paladín en el Minecraft, un juego online que se encuentra dentro de los más elegidos por niños y adolescentes. La partida no es aleatoria: Federico ya se organizó previamente mediante Facebook con sus amigos y tiene en claro las misiones que realizará esta tarde. Allí permanecerá hasta la hora de hacer la tarea, pero regresará a su trono frente al monitor al terminar de cenar. “Juega dos horas los días de semana, aunque sábados y domingos lo dejamos un poco más porque también logramos que combine esa actividad con el fútbol”, cuenta su padre Marcelo, que comparte con él la pasión por los videojuegos. El caso de Federico es uno de los tantos en que los jóvenes realizan junto con amigos una recorrida habitual por la red de redes controlando a su alter ego digital. Entre la búsqueda de información para la escuela y las actualizaciones de Facebook, muchos encuentran amparo en la tendencia de los juegos en red, una propuesta que brinda la posibilidad de crear un personaje para recorrer mundos virtuales y, sobre todo, de hacerlo junto a otros.
Las opciones se multiplican y cada vez hay más universos fantásticos para transitar. Uno de los primeros fue Linage II, pero hoy los más jugados son League of Legends y World of Warcraft. En cada juego, el usuario debe crear un personaje, equiparlo con armas y poderes y dotarlo de ciertas características.
La diferencia con respecto a jugar solo y desconectado es clave. Consultado por LA NACION, Pablo Salaberry, Director de Tecnología del sitio especializado en videojuegos www.irrompibles.com.ar, opina: “En solitario, jugás vos, con un guion argumental o una historia contra la máquina. En un juego online en red, al jugar con otras personas, surgen dos cosas: la propia entropía que genera no saber cómo puede reaccionar el otro jugador (porque es otro ser humano) y el sentido de pertenencia a un clan, que es muy fuerte”. A tal punto ha llegado, de hecho, la idea de una comunidad de gamers, que el próximo 19 de julio se celebrará en Buenos Aires el primer torneo latinoamericano de League of Legends. Allí, más de 4 mil personas podrán experimentar una de las instancias internacionales de la competencia. Según los organizadores, sería algo así como la “Copa Libertadores” de los gamers de la región.
Si bien la gran expansión de estos juegos se debe a los títulos lanzados para computadoras, las consolas de nueva generación, como la PlayStation 4 y la Xbox One, realizan interesantes aportes. Durgan Nallar, profesor de diseño de videojuegos en la Escuela de Game Design América Latina (www.gamedesignla.com), sostiene que la nueva generación de máquinas para jugar hace foco en el aspecto sociable: “Todas tienen alguna manera simple de compartir en Facebook y Twitter las proezas al jugar, capturas de pantalla o comentarios y, por supuesto, cuentan con sus propios espacios donde lucir medallas, puntos y reconocimientos obtenidos durante las partidas-explica-. En cuanto a la cantidad de títulos disponibles, acabamos de terminar una E3, la expo de juegos más grande del mundo, que se hace anualmente en Los Ángeles, y allí se vieron muchos títulos de altísima calidad visual y sofisticación”.

TRABAJAR Y JUGAR ES POSIBLE
En muchos casos se piensa en los videojuegos online como una actividad arraigada en chicos y adolescentes. Sin embargo, los números comienzan a cambiar. Según el doctor Claudio G. Waisburg, director médico del Departamento Infantojuvenil y jefe de Neurología Infantil de Ineco (Instituto de Neurociencias Cognitivas), “el promedio de edad de los gamers es de 33 años y sigue subiendo. Según la Entertainment Software Association, en los Estados Unidos, casi la mitad de los jugadores (47,6%) tiene entre 18 y 49 años, el 28,8% tiene menos de 18 y el 24,2%, más de 50”.
Patricio Knight, de 34 años, es un claro exponente de esto. Paleontólogo de la Facultad de Ciencias Naturales y el Museo de la Universidad Nacional de La Plata, Knight es también un experto y prolífico jugador de los juegos en red. “Trato de hacerme tiempo para mis dos actividades: trabajo por las mañanas y parte de las tardes en el museo y dando clases para la facultad. Pero mientras estoy en casa, preparando las clases, puedo alternar con una partida de League of Legends o de Guild Wars 2 -comenta-. Hasta ahora, esto nunca incidió en mi trabajo; yo conozco mis tiempos. En general juego desde las seis de la tarde en adelante. Para mí esto no es sólo jugar, es estar conectado con mis compañeros de equipo (y amigos) por medio de Skype, charlando, riéndonos, compartiendo cosas.”
Un caso similar es el de Ezequiel Ramírez, de 21 años, quien trabaja en un hotel nueve horas por día y luego entrena un promedio de seis, dado que es, en sus palabras, “un jugador profesional” de League of Legends. “De chiquito veía jugar a mi hermano mayor y a los 9 años empecé a jugar en un cíber hasta que tuve mi computadora. A partir de los 15, ya me dediqué a competir”, describe el gamer.

UN NUEVO ESTATUS
Lejos del amateurismo y más allá de un jugador experto están los que ostentan títulos y galardones de “jugadores profesionales”, un nuevo estatus con el que, en países como los Estados Unidos, los jugadores llegan a vivir de esta actividad. Al respecto, Nallar afirma: “Legue of Legends se comporta como un gran deporte electrónico y mediante las campañas y los torneos de Riot Games, su desarrollador, la comunidad se vuelca en forma masiva a competir. Los partidos entre equipos son excitantes y la variedad de personajes lo hacen más atractivo todavía. Además, se ofrecen premios de millones de dólares y los torneos se juegan con representantes de todo el mundo”.
Uno de estos jugadores que dedican su tiempo completo a entrenar es Alejo Vásquez, de 19 años, que considera a la competencia como la actividad principal de su vida. “Ahora no trabajo ni estudio, estoy tratando de focalizarme completamente en el League of Legends competitivo -cuenta-. Todos los días entreno a partir desde las cuatro de la tarde, hasta las once. Cuando puedo juego al fútbol y básquet con mis amigos y salgo con ellos los fines de semana, que no tengo que competir.”
Si en paralelo a estas actividades, afloran los miedos al sedentarismo y a la alta exposición ante la pantalla, relativizar y apelar al sentido común parecen ser los caminos que se imponen. En este sentido, el doctor Waisburg afirma que “si los videojuegos tienen el riesgo de aislar, sobre todo a los niños y adolescentes, es porque ya tenían dificultades de interrelación previas. Algunos expertos, por otra parte, destacan su utilidad a la hora de agilizar la mente, tomar decisiones, trabajar en equipos y descargar tensiones cuando se utilizan con cierto control y monitorización”.
La red de jugadores se extiende. Habrá que encontrar el momento para animarse a saltar sobre ella.
LA NACION