17 Sep “Cuando deseo hacer algo, voy y lo hago”
Por Nicolás Peralta
Una producción de Luc Besson se ve como ninguna otra. Tiene rasgos inconfundibles que llevan su firma. Eso definitivamente tiene que ver con el hecho que el escritor/director/productor francés se involucra profundamente con cada aspecto del rodaje. Es que Besson trabajó en cada departamento antes de convertirse en un director hecho y derecho. Cuando un accidente no le permitió convertirse en biólogo marino como había soñado de pequeño y la vida lo llevó a meterse al mundo del cine, pasó por todos los puestos que se ven en los créditos finales.
Lucy, la película que estrena este jueves en nuestro país, no es distinta a todas sus anteriores. Nació de una idea escrita en un momento de aburrimiento. Más de una década después de haber escrito el guión original, Besson finalmente está listo para que el mundo vea su trabajo de amor de tantos años. Sentencia: “Deseo que las personas salgan del cine y digan: ‘¡Ay, Dios mío! Me encantaría descubrir más sobre el cerebro y la inteligencia y luego investigar en línea para aprender más sobre el tema’.”
–¿Cómo es su forma de trabajar como director?
–Soy muy práctico. Cuando deseo que algo se haga, simplemente voy y lo hago. Así es como logró la intensidad de las escenas y los actores. Una vez que estás en el set, lo más importante es darle a los actores el centro del escenario y no preocuparte por el aspecto técnico de las cosas. Los artistas valoran el hecho de que estés cerca de ellos, sosteniendo la cámara y hablándoles mientras filmas. O estoy en la cámara, o tengo la cámara sobre mi hombro. Me gusta estar muy cerca de los actores. Me di cuenta de que cuando decís “¡Acción!” es como clavarle una jeringa en el brazo del actor. Es un anestésico. Entre el momento en que se dicen “Acción” y “Corten”, está anestesiado. Es otra persona. Así que no quiero romper eso. A veces, en el medio de una línea de diálogo, puedo decir “Está bien, respirá. Hacelo de nuevo. Decilo de nuevo. Volvé al principio.” No corto porque deseo obtener lo máximo que pueda del estado en que se encuentra el actor. Valoran eso porque lo difícil para ellos es acumular esa presión para el “¡Acción!”
–¿Cuál fue la premisa que funcionó como punto de partida para el argumento de este nuevo film?
–El cerebro humano y sus capacidades desde siempre intrigaron y fascinaron profundamente a los mejores científicos. Si bien habitualmente se sabe que aprovechamos mucho menos de la capacidad de nuestra mente de la que somos capaces de usar, el porcentaje exacto sigue siendo incierto… siempre fluctúa. A partir de allí, imaginé cómo sería si pudiéramos acceder a los rincones más recónditos de nuestro cerebro, preguntándome cómo eso afectaría a nuestra comprensión de la vida… y nuestro papel en ella. ¿Tendríamos más control sobre nosotros mismos y los demás? A mí me interesaba contarlo desde la mirada de una muchacha promedio, que desarrolla capacidades mentales y físicas súper humanas cuando su mente se destraba. Lucy tiene problemas, como todos, y ella no sabe qué hacer con su vida. Sin embargo, va a alcanzar el conocimiento máximo en el universo.
–¿Por qué convocó a Scarlett Johansson?
–Lucy era un papel sumamente exigente. Y sabía que ella era talentosa. Aun así, logró ir más allá de las expectativas de todos. Fue mucho más difícil, dado que Lucy comienza como una chica común y se convierte, de la nada, en un superhéroe. ¡Ella pasa por tantas cosas! Scarlett fue capaz de hacer el viaje con facilidad. Fue excepcional. Le podés pedir lo que desees y ella responde: “Está bien.” Siempre está dispuesta a intentarlo. Es muy trabajadora y sensible. Ve la humanidad detrás de las circunstancias en cada escena.
–Morgan Freeman tiene un papel clave. ¿Por qué él?
–Es el profesor, máximo conocedor, por dos razones: En primer lugar, está fascinado por la teoría que desarrollamos en la película porque está familiarizado con ella. Fue un placer para él sólo hablar del tema. Y en segundo lugar, es un buen actor al que le creés todo lo que dice. ¡Morgan es una de esas pocas personas que puede interpretar a Dios! Así, para interpretar el personaje de sabiduría en la película, era bastante obvio que era el actor perfecto
–Esta película tiene un villano muy fuerte. ¿Te gusta eso, no?
–En el negocio del cine, siempre somos un poco tímidos respecto de los villanos. Cuando ves la realidad en las noticias, las personas son mucho más crueles de lo que podemos imaginar. Así que tenemos mucho margen cuando trabajamos en un villano. El Sr. Jang, el personaje encarnado por el surcoreano Choi Min Sik, es un hombre de negocios puramente villano. Él sabe que hay una posibilidad del 50% de que muera esta noche, así que no le importa demasiado. Es el mejor villano con el que tuve desde el personaje de Gary Oldman en El perfecto asesino. En esta película, mientras Lucy es la inteligencia máxima, el Sr. Jang es el máximo demonio.
–¿Fue un desafío tener un actor que no hablaba una palabra de inglés ni francés?
–Yo creía que encajaría en el papel a la perfección. Es divertido porque nuestro lenguaje corporal era nuestro sistema de comunicación. Yo interpretaría la escena, y él me indicaría qué hizo con ella. Nos comunicábamos casi como monos al principio. Estoy fascinado con Choi. Es uno de los mejores actores que conocí, y es tan adorable y tan dulce que sólo con talento puede ser tan violento, frío y brutal en pantalla; ¡es tan increíblemente expresivo!
–Además, hay un actor egipcio, y fue rodada en Taiwan y París. ¿Tiene eso algún significado?
–Sí. Quería mostrar la diversidad en este planeta y una combinación de todas esas culturas diferentes.
–¿Buscaste ayuda de profesionales para darle realismo?
–Me reuní con algunos científicos, y me sorprendí por lo que me dijeron respecto del cáncer, respecto de las células y respecto del hecho de que tenemos cientos de miles de millones de células que se comunican entre sí. Aparentemente, cada célula envía algo así como mil señales por segundo. ¡La Web no es nada comparado con eso! Me llevó algunos años encontrar el equilibrio justo entre la realidad y la fantasía. A veces hay que refrenar la creatividad un poco con hechos para que sea mejor para el público. Por supuesto, cuanto más avanza Lucy en la película, la historia se vuelve más ficticia, algo que me resulta sumamente sólido. Cuando ves la película, te resulta creíble. Te atrapa porque está basada, en cierto punto, en la realidad.
–¿Cual es la combinación de factores que buscaste en el guión para hacer esta historia posible?
–Involucrando a personas muy malas y a nuevas clases de drogas, algo iba a salir. Aunque en realidad no es exactamente una droga. De hecho, lo que desencadena la trama es una sustancia natural que producen las mujeres embarazadas en la sexta semana de desarrollo natal llamada CPH4. Propuse esa idea, que según algunos médicos con los que hablé, no es totalmente lógica. En algún punto, cuando abrís la capacidad de tu cerebro, si podés acceder al 20%, podés abrir un 30 por ciento. Y cuando alcanzás un 30%, podés abrir un 40%, y así sucesivamente. Es un efecto dominó. Así que Lucy está colonizando su propio cerebro, y no puede detenerlo. Ella no lo desea, y ni siquiera sabe qué hacer con eso.
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