24 Sep ¿Cómo piensan los exitosos?
Por Carlos Mira
Todos hemos llegado a este mundo para ser algo. Es como un objetivo y al mismo tiempo como un faro que impide que nos salgamos de un camino de progreso. Las personas que tienen éxito en la vida, sean ellas deportistas, científicos, empresarios, intelectuales y hasta personas que trabajan en relación de dependencia, se destacan por tener la capacidad de identificar aquello para lo que han sido puestos en la Tierra. Una vez que uno identifica el propósito de su vida, los recursos, las personas y las oportunidades gravitan hacia uno; es como si uno se convirtiera en un imán que atrae lo que necesita para conseguir lo que quiere.
Una vez que hayan identificado ese por qué es importante visualizarlo y repetirlo. El ejercicio de la visualización como si las cosas ya se hubieran materializado es otra de las características comunes que manifiestan quienes tienen éxito.
Como paso siguiente, para iniciar el camino hacia el objetivo es fundamental establecer qué se quiere hacer, qué ser quiere ser y qué se quiere tener.
En ese sentido hay que prestar atención al bagaje negativo que cada uno de nosotros trae desde la infancia. Esa etapa de la vida suele estar cargada de negaciones: no hagas tal cosa, no toques eso, no pongas las manos encima de eso, deberías avergonzarte de eso, etcétera, etcétera.
A medida que crecemos, empezamos a escuchar frases conformistas como no puedes tener todo lo que deseas simplemente porque lo quieres, dejá de ser egoísta, haceme caso, hacé lo que yo te digo.
Nada de todo esto es amigo del exitoso. Quien está llamado a tener éxito no vive de acuerdo a los sueños y a los pareceres de los demás; vive de acuerdo a los sueños propios. Por lo tanto no negocie por menos de lo que quiere, por menos de aquello a lo que aspira. Seguir los sueños de los demás es muchas veces un hábito. Un hábito cómodo. Los hábitos pueden cambiarse. Y este es uno de los principales si se quiere tener éxito en la vida.
Es muy útil tomar un papel y un lápiz y listar los yo quiero. Es probable que al comienzo la lista aparezca como una cascada de materialidades, pero a medida que se avanza empiezan a salir otras profundidades como quiero que la gente me quiera, quiero ser útil, quiero hacer una diferencia, quiero expresarme libremente.
Mucha gente está convencida que no puede vivir haciendo lo que le gusta; que las entradas que requeriría para poder darse el tipo de vida que quiere no serán aportadas por la actividad que más le gusta hacer. Eso es falso. Y hay miles de ejemplos que lo prueban. Para poner uno extremo, que muchos dirían es la respuesta de un vago: Bueno lo que pasa es que lo que a mí me gusta es andar por ahí charlando con la gente. Bueno Oprah Winfrey se gana la vida andando por ahí, charlando con la gente. Longobardi lo hace aquí, en Buenos Aires. A Messi le gustó jugar al fútbol, aunque seguramente sus padres le decían que estudiara. Lo mismo que Tiger Woods. Me dirán a mí también me gusta el fútbol pero no estoy capacitado como Messi. Muy bien, pero hay decenas de cosas que pueden hacerse en derredor del fútbol (más allá de que también se puede llegar a ser un jugador muy digno sin ser Messi). Se puede ser periodista deportivo, entrenador, preparador físico, reportero gráfico. En fin, un abanico de posibilidades que le permiten a uno estar cerca de su centro y al mismo tiempo ser productivo económicamente.
Las personas exitosas tienen claramente identificadas siete áreas de sus vidas: su carrera, sus finanzas, su tiempo libre y de recreación, su salud y su estado físico, sus relaciones personales, sus metas y sus contribuciones a la comunidad en la que viven.
Esas siete áreas dan lo que se llama una visión de la vida. No hay que permitir que nadie nos aparte de nuestra visión en la vida. Ese centro es como un GPS personal que constantemente contrasta contra la realidad y nos reubica en la senda correcta, en aquella que es compatible con nuestra meta, con nuestro objetivo, con nuestro destino. No hay que ser perezoso en esa visión. Hay que ser grande.
Un ejercicio ideal es tomar las siete áreas de nuestra visión e imaginarlas en nuestra mente lo más claramente posible, como si estuvieran ya alcanzadas. Es importante vernos en esas imágenes. Que estemos incluidos en ellas. Será la plataforma para nuestro próximo principio: Creer.
EL CRONISTA