Un chico manipulado por su mente

Un chico manipulado por su mente

Por Juan M. Strassburger
Cuando Alfred Hitchcock estrenó Psicosis, tal vez su película más icónica, en 1960, probablemente nunca se imaginó que cincuenta y pico de años después, saldría a la luz una precuela contando lo que pasó antes de que esa famosa escena del cuchillo en la bañadera tuviera lugar. ¿Cómo eran Norma y Norman Bates (o sea, los célebres madre e hijo del motel) antes de que se revelara su psicópata costado asesino? El film del famoso director fue tan potente en aquel momento que dio lugar desde entonces a infinidad de especulaciones. Sin embargo, hasta la llegada de Bates Motel, con Freddie Highmore (el recordado niño de Charlie y la fábrica de chocolate) en el rol de Norman y Vera Farmiga (la misma de Los infiltrados) como Norma, nadie se había animado a interiorizarse tan a fondo en los orígenes de aquella enferma relación.
Pero ahora, con la llegada de la segunda temporada (los jueves a las 22 por Universal Channel), muchas de esas especulaciones comienzan a ser plasmadas, más allá de que la acción transcurre en un tiempo actual y de que el pueblo ficcional original (Fairvale, California) muta a White Pine Bay de Oregón. Drama, thriller y misterio se combinan en los guiones de la serie. Y el resultado no es exactamente lo previsto. Porque a la hora de limitar las influencias de la serie desfila obviamente Hitchcock pero también David Lynch (sobre todo con Twin Peaks) en un interesante giro estilístico de la trama original. “Considero que esta segunda temporada va a traer varios momentos y sorpresas que van a gustar a los fans”, dice Highmore en perfecto español durante una conferencia de prensa para medios latinos.
–¿Qué es lo que te atrajo de Norman como para elegir interpretarlo?
–Muchas cosas. Pero la principal, quizá, poder mostrar a lo largo de los episodios su transformación psicológica. Cómo pasa de ser un muchacho encantador a un asesino serial. Lo que de ningún modo se podría lograr en una película. Es una problemática universal porque es en esencia bueno, tiene un buen corazón, pero cuenta con una parte enferma de su mente que lo manipula. Para el joven actor, esta dualidad tiene una origen biográfico: “Su estado psicológico no es todo su culpa sino algo de lo que le pasó antes: la relación que tiene con su madre y con el pueblo donde crece”, explica.
–¿A qué tipo de carrera aspirás?
–Acabo de terminar la carrera en la Universidad de Kennedy. Leo mucha literatura en español, también latinoamericana. Y me entusiasmé mucho.
–Algunos hablan de una influencia de Twin Peaks en la serie. ¿Coincidís? ¿Qué otras influencias observás?
–Sí, Twin Peaks es una influencia de los directores, sin duda. De hecho, la tuve como referencia durante la primera temporada. Dicho esto, la influencia de Psicosis es indudable a lo largo de la serie. Aunque por suerte no es la única influencia.
–Recordás la primera vez que viste Psicosis? ¿Cómo te impactó? –Fue a los 14 años. O sea, una edad bastante temprana. Y me impresionó mucho. Me gustó mucho el lugar que le dejaba al espectador para la incertidumbre.
–Uno de los atractivos de esta temporada es que Norman descubre que es un asesino. ¿Cómo le afecta esto al personaje?
–Sí, evidentemente las preguntas que tiene Norman en su cabeza lo llevan a preguntarse quién es. La duda lo carcome. Y todavía no acepta demasiado su condición. –¿Qué retos actorales se te presentaron a la hora de interpretar a Norman?
–Siempre implica un desafío interpretar a un personaje de estas características. En esta segunda temporada hicimos mucho hincapié en la relación madre-hijo porque ahí está la clave dramática de la serie y de lo que va a venir después.
TIEMPO ARGENTINO

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