08 Aug Salvar alimentos: consejos para no desperdiciar un bien cada vez más escaso
Por Fernando Massa
Son miles de toneladas las que todos los días terminan en la basura. O la comida se pierde durante la cadena de producción, o en el almacenaje, o directamente los consumidores la echan al tacho. El problema del desperdicio, en un mundo que padece hambre y desnutrición, es tan considerable como la cifra que anunció la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) durante la última conferencia regional: el 40% de la comida que se produce en el mundo se tira o se pierde de distintas maneras.
“Los datos de la FAO son verdaderamente certeros, injustos y terribles -dice Eduardo Andreu, presidente de la Red Argentina de Bancos de Alimentos-. Hablar de más de un tercio del alimento que se tira cuando 870 millones de personas en el mundo padecen hambre todos los días muestra que hay mucho que no está bien.” En ese sentido, los 17 bancos de alimentos presentes en doce provincias argentinas son un foco de esperanza para reducir esta problemática a nivel local: sólo el año pasado rescataron más 8 millones de kilos de comida (un camión de 30 toneladas por cada día hábil), que luego fueron distribuidos a más de 1600 organizaciones, llegando así a más de 245.000 personas.
Pero, más allá del trabajo que realizan los bancos de alimentos, hay que tener en cuenta que todos somos parte de la cadena alimentaria y que cada uno puede sumar su aporte: los voluntarios, las empresas, los organizadores de eventos y hasta los consumidores cada vez que hacen las compras, las almacenan o cocinan. Para Edgardo Ridner, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, hay que convencerse de que “cuidar los alimentos no es una señal de pobreza, sino una valiente actitud de solidaridad”.
Agrega Ridner: “La cultura del cuidado ha ido cediendo a la cultura del consumo. Esto se nota en la falta de planificación de las compras, la tendencia a acumular y a preparar y servir porciones innecesariamente grandes”.
BANCOS DE ALIMENTOS: ¿CÓMO FUNCIONAN?
Hay mucha mercadería que por la proximidad de la fecha de vencimiento se saca de las góndolas. Lo mismo sucede con aquellas que tienen problemas de envoltorio o incluso con productos estacionales, como el pan dulce o los huevos de Pascua que quedan sin venderse, pero que, dentro de su fecha de caducidad y con sus valores nutritivos intactos, se retiran de las góndolas y… se tiran.
El rango de acción de los bancos de alimentos alcanza todos estos casos, según cuenta Eduardo Andreu, presidente de la Red Argentina de Bancos de Alimentos. “Como tenemos aceitados los sistemas, si el producto está a una semana de la fecha de vencimiento es muy probable que se pueda ubicar de forma correcta. A veces incluso a tres días del vencimiento también llegamos a distribuirlos, pero mientras antes sepamos de la donación, mejor”, dijo.
¿Cómo funcionan? Luego de que el donante hace su parte, el banco se encarga de seleccionar los alimentos, los clasifica, controla y distribuye a beneficiarios a través de las organizaciones adheridas. Como éstos tienen un registro de todas las personas a las que se atiende, se sabe qué mercadería es la que más está necesitando cada beneficiario.
EMPRESAS: DONAR, PERO TAMBIÉN INVOLUCRARSE
Que esa mercadería pueda llegar a alimentar a las personas. Ese es el fin último. Por eso, no necesariamente la empresa que colabore con los bancos tiene que ser alimenticia. Así lo manifiesta Facundo Etchebehere, director de Asuntos Corporativos de Danone Argentina, empresa que el año pasado aportó un millón de kilos a la red de bancos de alimentos.
“Es importante que la empresa salga de ese rol de donante, que se involucre y entienda dónde están las oportunidades para aportar ese valor social -dice Etchebehere-. Además de la donación misma, puede ser voluntariado, cadena de frío, cuestiones de logística, transporte, infraestructura como un galpón para el almacenaje, difusión de campañas o sistemas para manejar inventarios. Ningún esfuerzo es poco.”
Otro punto importante que aporta Eduardo Andreu, presidente de la Red, es que al no existir una ley que ampare al donante, por todo alimento que se done, el banco de alimentos entrega por escrito el compromiso que ese producto se va a consumir dentro de la fecha de vencimiento y que se va a conservar con las medidas de higiene necesarias.
AYUDA EXPERTA: PLANIFICAR LA NUTRICIÓN
A todos les puede sobrar comida. Pero para aprovecharla, Edgardo Ridner, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, dice que además de las recetas como los salpicones y las albóndigas, se pueden tener en cuenta dos cuestiones: en primer lugar, si no se puede congelar, usarlo en la comida siguiente; en segundo, si se puede congelar, hacerlo en un recipiente que sirva para cocinarlo directamente, ya sea en un horno común o en el microondas. Es decir, facilitar el proceso.
“Y una sugerencia que no falla es usarlo como «tapeo», parte de un surtido tanto caliente como frío: a veces dos restos de comidas diferentes se juntan con algún pequeño agregado y forman una comida completa”, dice.
Otro punto importante es el referido a la fecha de vencimiento. “Si bien es solamente indicativa, conviene respetarla. Lo más probable es que el alimento todavía esté en buen estado, pero eso nunca lo sabremos hasta que pase algo. En programas de asistencia a cargo de personal entrenado se suelen aprovechar los alimentos envasados con fechas de validez vencidas, pero no sería conveniente que todo el mundo estuviera rescatando alimentos sin el conocimiento adecuado”, afirmó.
EN EL HOGAR: PENSAR LA COMPRA FAMILIAR
Como voluntaria del Banco de Alimentos de Buenos Aires, Dolores Ayerza, madre de tres hijas, aprendió ciertas cuestiones que hacen a la conservación de los alimentos que luego aplicó en su propia casa. Un plan que arranca en el supermercado y termina a la hora de cocinar cada comida.
El primer hábito que implementó en casa, algo que incorporó con la clasificación de alimentos en el banco, es la de ordenar las compras del supermercado apenas llega y por fecha de vencimiento. “Es lo primero que aprendí en el banco. No es una idea brillante: simplemente poner atrás lo nuevo y adelante lo ‘viejo’ -dice-. Pero la verdad es que te salva de que no se te venzan.”
Después, es dedicar un rato de la tarde del domingo a organizar las comidas de la semana, con platos tentativos para cada día: ver qué tiene comprado que no haya usado y meter en alguna parte del menú lo que venza antes. Y sí, todos en la familia lo saben: los domingos a la noche se liquidan las sobras.
“Igual tampoco sobra tanto ya. Trato de hacer las porciones justas, y no generar sobras que sepa que no voy a usar. Por ejemplo, los fideos, que es raro que se vuelvan a comer al día siguiente”, dice. Y lo último: no almacenar, comprar sólo lo que necesita e ir al mercado y la verdulería más seguido.
EN EVENTOS: SALIR AL RESCATE DEL CATERING
Alexis Vidal observaba que en los eventos siempre se tiraba mucha comida elaborada. El tema le quedó picando en la cabeza y decidió charlarlo con dos colegas, Sabrina y Paula, que con Getting Green se dedican a la sustentabilidad en eventos. De ese ida y vuelta surgió Plato Lleno, una vía para que ese excedente de comida que sobra en los eventos -carnes y verduras, tortas y tartas, panes, facturas o masitas- pueda ser rescatado y aprovechado en un comedor.
Ellos hicieron el cálculo: en un evento tradicional se produce un kilo de comida por persona entre la recepción, el plato principal, el postre y la mesa dulce, y aproximadamente el 5% de esa comida puede ser donada por ser excedente. Un evento de 500 personas deja entonces 25 kilos de comidas que pueden ser donadas.
¿Qué eventos? Cualquier tipo: corporativos, foros, congresos, desfiles, inauguraciones, etcétera. ¿El paso a paso? Se avisa a Plato Lleno del evento por mail (proyectoplatolleno@gmail.com), Twitter (@PlatoLleno) o Facebook (ProyectoPlatoLleno), un auto particular, una empresa de logística o un flete pasa a buscar el sobrante, y se llevan a un hogar de niños, ancianos o adultos para servirlos como almuerzo, cena, merienda o desayuno.
LA NACION