21 Aug Salud móvil: el teléfono se convirtió en un centro de atención y control médico
Por Sebastián A. Ríos
Blas Correas ama andar en moto. Pero en su casco plateado lo que llama la atención es la presencia de un código QR. Quien acerque un celular y lo escanee no se encontrará con nada relacionado con el motociclismo. El código generado por la aplicación ToViver contiene toda la información acerca de la salud de Blas -datos clínicos como su grupo sanguíneo, medicamentos que toma, alergias y enfermedades preexistentes-, para que, en caso de accidente, pueda ser evaluada por el personal de emergencia. “Creo que esta aplicación para un motociclista es muy importante, ya que en el caso de un accidente en el cual quedás inconsciente no hay forma de auxiliarte”, dice Blas, de 44 años, miembro del Grupo Harley de Córdoba y vicepresidente del Vespa Club de esa provincia.
Esta aplicación es un ejemplo de cómo los teléfonos móviles se han convertido en un aliado de la salud, en un fenómeno apodado “mobile health” o “mHealth”. “El número de aplicaciones de mHealth hoy disponibles en las diferentes plataformas supera ya las 40.000 y se espera que crezca un 20% anual durante los próximos 3 a 5 años, según los datos recogidos por AppCircus”, dijo el doctor Pablo Tregnaghi, CEO de Docencia, compañía cuya área de Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Salud desarrolló ToViver, aplicación que funciona como asistente de emergencia: “Permite que ante cualquier eventualidad que requiera asistencia médica en la vía pública, el equipo médico de emergencias pueda acceder en forma instantánea a la información médica clave del paciente, lo que le permitirá tomar las mejores decisiones terapéuticas antes de que el paciente llegue a la institución médica”.
En la actualidad, las apps médicas disponibles para ser descargadas a los smartphones ofrecen una gran variedad de herramientas sencillas e intuitivas para el cuidado de su salud y su calidad de vida. Así, hoy existen aplicaciones que permiten usar el celular para recordar cuándo uno debe tomar un medicamento, llevar un registro personal del tratamiento de enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión, calcular cuántas calorías uno ha quemado durante el día, estimar cuándo ocurrirá la próxima ovulación o, entre muchas otras, controlar el ritmo cardíaco con el teléfono.
Es el caso del flamante Samsung Galaxy S 5, que cuenta con un sensor cardíaco incorporado que, con sólo apoyar el dedo, realiza una lectura de las pulsaciones. Ese smartphone viene de fábrica con otras aplicaciones útiles para el cuidado de la salud: “S Health 3.0”, que ofrece información sobre salud y bienestar; “Walk Mate”, un podómetro que mide el número de pasos que da el usuario para calcular la distancia recorrida y el número de calorías que quema, y “Food Tracker”, que advierte sobre cuántas calorías aporta un alimento, permite llevar un diario de alimentación e incluso indica cuándo el usuario está por superar la cantidad de calorías diarias recomendadas en función de su peso y su altura.
“La inclusión del sensor y de éstas y otras aplicaciones busca dar respuesta a una tendencia: antes de diseñar y construir el S 5 se analizaron los intereses del consumidor y se observó el interés por mantenerse en forma -comentó Patricio Bazarra, gerente de Producto de la división celulares de Samsung Argentina-. De ahí que las aplicaciones y los dispositivos complementarios como el Gear Fit o Gear 2 [que se usan en la muñeca como un reloj] desarrollados para este modelo permitan acompañar a los usuarios en ese proceso.”
DEL LADO DEL MÉDICO
Los médicos también cuentan con apps diseñadas a la medida de sus necesidades, que les permiten acceder vía smartphone a prestigiosas bibliotecas médicas, recibir las noticias más relevantes de su especialidad e incluso resolver sin más que un celular tareas cotidianas como calcular la dosis de un medicamento, determinar sus posibles interacciones con otras drogas o visualizar un estudio de diagnóstico por imágenes.
En muchos casos, los smartphones se convierten en el dispositivo que, Internet mediante, les permite controlar o monitorear la salud de sus pacientes a distancia. La telemedicina móvil se encuentra en franca expansión: la consultora PricewaterhouseCoopers calculó que para 2017 los servicios de diagnóstico remoto con tecnología inalámbrica generarán US$ 3400 millones en ganancias a nivel global.
M2M es la sigla de una de las tecnologías que emplean las redes inalámbricas para permitir el monitoreo a distancia de los pacientes. “M2M o machine to machine [máquina a máquina] son aplicaciones que interconectan dispositivos médicos a través de las redes de celular, y que sirven para dar seguimiento de muchos aspectos de salud de los pacientes”, explicó Carlos Romero, de Gemalto, compañía que desarrolla servicios M2M, como, por ejemplo, MedMinder: un dispensador de pastillas para pacientes polimedicados (en general, personas añosas), que registra el cumplimiento del tratamiento, informa al médico al respecto e incluso envía alertas médicas.
Parecidas a un celular, existen en la actualidad computadoras móviles que permiten a médicos y enfermeras identificar a los pacientes internados y medicar o realizar chequeos sin errores, basándose en la lectura mediante sencillos escáneres de códigos de barra colocados en pulseras en los pacientes. “En Motorola Solutions disponemos de computadoras móviles, para utilizar dentro de una clínica o también para visitas a domicilio o atender emergencias médicas en una ambulancia”, confirma Gustavo Verardo, gerente de Canales de la firma.
Las apps médicas para smartphones y las M2M coinciden en acercar la medicina al paciente, acortando distancias y reduciendo costos. “La prestación de servicios sanitarios mediante el uso de dispositivos móviles ha abierto nuevas oportunidades que prometen mejorar a futuro. PricewaterhouseCoopers presentó recientemente las conclusiones de un informe que advierte que asciende a 99.000 millones de euros el potencial ahorro anual que se podría conseguir sólo en la Unión Europea en 2017 si se llegara a adoptar la mHealth de manera plena”, concluyó el doctor Tregnaghi.
LA NACION