15 Aug Homero Economicus: la teoría menos pensada
Por Manuel Torino
Desde Springfield, la familia más popular de la televisión tiene mucho para decir sobre la economía. Por eso un best-seller analiza los principales conceptos económicos a traves de Los Simpsons. En diálogo exclusivo con 3Días, su editor, Joshua Hall, cuenta qué se puede aprender de una economía en donde la mano invisible sólo tiene cuatro dedos… y es amarilla. Políticos ineficientes y enquistados en el poder, policías corruptos, empresarios inescrupulosos, familias disfuncionales y una sociedad adormecida que se refugia en el consumo y en la televisión. Cualquier similitud entre la Argentina y Los Simpsons no es pura coincidencia. Durante los 25 años que lleva en el aire, la popular serie animada pasó de ser una sátira de la clase media norteamericana a abarcar, con su singular sarcasmo, temas tan universales como la política, la educación, la salud o la economía. Mucho se ha escrito respecto al bagaje social de la sitcom creada por Matt Groening, pero tuvieron que pasar 557 capítulos e incontables repeticiones desde aquel primer piloto emitido en la Navidad de 1989 para que alguien publicara un libro sobre lo que Homero y su familia tienen para decir sobre la economía. Fue el economista Joshua Hall, profesor de la Universidad de West Virginia y fanático de la serie hasta límites insospechados (ver recuadro Entre dos…) , quien decidió combinar sus dos grandes pasiones para demostrar que las ciencias económicas están en todos lados, incluso en Springfield. Para eso convocó a algunos de sus colegas más reconocidos de los Estados Unidos y les propuso que utilicen escenas de la serie para explicar conceptos como el costo de oportunidad, la escasez, el uso del dinero, los mercados, el gasto público, los incentivos, el emprendedorismo o el rol del Gobierno en la economía. “Creo fervientemente en que hay que hacerle llegar el conocimiento a la gente de distintas maneras”, dice Hall, vía Skype, en diálogo exclusivo con 3Días. Y se extiende, desde su casa en las afueras del campus universitario: ”Una de mis frases favoritas es la del científico social Herbert Spencer, quien decía que lleva múltiples reiteraciones tener que forzar conceptos extraños en mentes reacias. Por eso trato de ofrecer enfoques alternativos y que mis alumnos estén familiarizados con lo que hablo. En ese sentido, Los Simpsons está en el aire desde siempre y fue algo natural usar la serie como ejemplo”. Así nació Homero Economicus: la economía y Los Simspons, un libro del creciente género conocido como economía pop, en donde la mano invisible tiene solo cuatro dedos y es amarilla. Para empezar, su título parece concebido por uno de los cráneos creativos que dirige Greoning: juega con el concepto latín clásico del individuo racional y previsor, el homo economicus, y lo contrapone con la estrecha lucidez del impulsivo jefe de la familia Simpson. “Para ser un dibujo animado, Los Simpsons es una serie muy realista en cuanto a las motivaciones humanas. Y de eso se trata la economía, al final de cuentas”, dice Hall.
CERVEZA, MANÍ Y DINERO
La escena es reconocible hasta para el televidente más esporádico: Homero acostado en el sillón del living, cerveza en mano. En esta oportunidad, la acompaña con maníes. En un momento, se manda a la boca el último del paquete, pero el tiro falla y la presa cae debajo del sillón. Enseguida se agacha y comienza a buscarlo pero en lugar de un maní encuentra un billete de u$s 20. Es entonces cuando se da uno de los ya clásicos diálogos entre Homero y su propio cerebro: – ¿Veinte dólares? Yo quería un maní…, se lamenta Homero. – Veinte dólares puede comprar muchos maníes, interviene su cerebro. - ¡Explica cómo!, se enoja Homero con su propia mente. - El dinero puede ser intercambiado por bienes y servicios, aporta, didáctica, la voz de su cabeza. - ¡Iujú!, festeja Homero antes de salir corriendo y volar por los aires al resbalar con el maní perdido. Así, la fugaz secuencia da pie para explicar uno de las tres funciones básicas del dinero según los manuales de economía. “Ese es uno de mis capítulos favoritos del libro. El dinero es un tema difícil de explicar a la gente”, cuenta Hall. En otro pasaje, se cita un textual de Milhouse, el mejor amigo de Bart, quien ruega: ”No puedo ir a prisión juvenil. A los chicos como yo los usan de moneda de cambio en prisión”. Y acto seguido se analiza en qué sentidos el entrañable nerd de pelo azul está en lo cierto al considerarse una moneda y se retoman las características distintivas del dinero. ”Y todo sale de esa frase casi aislada de Los Simpsons”, agrega el editor de Homero Economicus. Explorando la ciudad natal de la familia más famosa de televisión mundial, los economistas convocados por Hall van encontrando situaciones y personajes que sirven de disparadores para desarrollar conceptos aún más complejos. De esta forma, el mini-mercado que regentea el indio-americano Apu Nahasapeemapetilon sirve para explicar la búsqueda de beneficios en un negocio. O el Hospital General de Springfield, donde la comunidad siempre es atendida por el sonriente pero temerario Doctor Hibbert, se usa como caso para ahondar en la costos económicos del sistema de salud y en los alcances de proyectos como el Obama-Care, que impulsa la administración norteamericana actual, en la vida real.
EMPRENDED…OUCH!
En un genial episodio de 1998, Homero se queja porque todos sus amigos menos élentre ellos su envidiado vecino Ned Flanders- se están haciendo ricos con el auge de Internet. En un arrebato más de emprendedorismo, crea su propia puntocom y la bautiza Compu-Global-Hyper-Mega-Net. La historia termina con Bill Gates apoderándose del start up, aunque en lugar de ofrecerle una suma millonaria, le propina una golpiza junto a un grupo de ingenieros-matones. ¿Qué se puede aprender de Homero como emprendedor serial?, se le pregunta a Hall. ”Hay mucho debate aún en la biblioteca sobre qué es realmente ser un entrepreneur y lo que hicimos fue explorar esas ideas a través de los emprendimientos de Homero”, responde el economista. Otro detalle sobre el desarrollo económico en Los Simpsons: si bien es cierto que los personajes no envejecen durante el cuarto de siglo que lleva la serie en la televisión por si alguien no lo notó, Bart siempre tiene diez años y Lisa, ocho- hay detalles que marcan el paso del tiempo y el crecimiento económico en Springfield. Uno de los indicadores que toman los autores es que el clásico televisor de tubo y antena de alambre que aparece en los créditos iniciales en el living de la casa de la Avenida Siempre Viva es reemplazado, hacia 2010, por un moderno plasma. EL
CASINO DEL SEÑOR BURNS
“Creo que la serie funciona tan bien para explicar los mercados y la economía en general porque se trata de un grupo reducido de personas tomando decisiones diarias, o lo que Ludwing Von Mises llamaría acción humana ” , opina Hall en referencia al célebre tratado publicado por el economista liberal austríaco. Sin embargo, el investigador también señala que ”en muchos episodios suele quedar en evidencia la falla del mercado”. Un claro ejemplo, es el recordado capítulo en el que el Señor Burns con el apoyo de su fiel asistente, Smithers logra convencer al ayuntamiento de que la apertura de un casino lograría revitalizar la economía de la ciudad. En el libro, las consecuencias de la legalización del juego son analizadas por Doug Walker, uno de los principales expertos en la economía detrás de los juegos de azar y las apuestas en los Estados Unidos. ”Cuando la gente piensa en un casino, por lo general le viene a la mente el entretenimiento o quizás los problemas de adicción, como los que desarrolla Marge en el show, pero no siempre se piensa en temas económicos. En ese capítulo medimos el costo económico que genera un casino en una ciudad si llega a atraer más crimen organizado, por ejemplo”. En la misma línea, para explicar la presión impositiva y el déficit fiscal en un gobierno, Homero Economicus hace refencia a un capítulo de la séptima temporada. La aparición de un oso merodeando Springfield genera que el gobierno anuncie la creación de una costosa patrulla anti-osos que incluye hasta un avión equipado con modernos radares. Pero el gasto pronto se ve reflejado en una suba de impuestos y para justificarse, el alcalde Diamante culpa a los inmigrantes, como el ya mencionado Apu. ”Es gracioso, pero es reflejo nuestro como sociedad: siempre pensamos que hay dinero disponible y que el Estado puede recortar de algún otro lado. Sin embargo, a nivel individual, somos mucho más cuidadosos y conscientes con los gastos. Por eso el déficit fiscal suele ser un problema en todos los gobiernos”, reflexiona Hall.
FUENTE: LA NACIÓN