“Este trabajo me gusta demasiado”

“Este trabajo me gusta demasiado”

La nueva comedia romántica Juntos… pero no tanto, que se estrena este jueves, podría describirse como una historia de amor para jubilados, pero mejor no decírselo a Michael Douglas en esos términos, porque a los 69 años se lo ve muy bien, saludable y jovial.
Hace 18 meses le dieron el alta del tratamiento por un cáncer de lengua. Hace poco se reconcilió con su esposa de 44 años, Catherine Zeta Jones, tras una breve separación y su internación por trastornos bipolares. Para completar este panorama positivo, en su nueva película se enamora de una mujer, aunque sea un poco mayor que en la época de Sharon Stone y Bajos instintos. Se trata nada menos que de Diane Keaton, de 68 años.
“De pronto –cuenta Douglas– comenzás a escuchar todo tipo de historias sobre la vejez y las cosas que le pasan a los actores con sus carreras, pero yo estoy trabajando más que nunca.”
No es casualidad, entonces, que el actor celebre la idea de una historia de amor que ocurre entre gente grande. “¡Es algo que debería verse más seguido! Realmente me gusta mucho el mensaje de mostrar que alguien puede abrir su corazón a cualquier edad.” Con respecto a su propia experiencia, cuenta que hizo terapia de pareja. “Creo que si ambas partes quieren solucionarlo, es bastante fácil, y Catherine ha sido una excelente pareja.”
¿Y cuál es la lección que aprendió? “Creo que ya no me preocupa lo que la gente piensa de mí. Muchos se esfuerzan mucho en lograr que los terceros se lleven una buena impresión de uno, y descuidan a la persona que tienen más cerca. Ahora mi foco está puesto en mi familia y ser más sensible y compasivo con la gente que tengo más cerca.”
Nacido en la realeza de Hollywood, Michael creció a la sombra de su famoso padre, Kirk Douglas. Logró su primera repercusión importante con la serie televisiva Las calles de San Francisco, entre 1972 y 1976, y en 1975 ganó su primer Oscar como productor de Atrapado sin salida. En los años ’80 le fue muy bien con varias comedias románticas, como Tras la esmeralda perdida y La guerra de los Roses, aunque ganó un Oscar por su rol dramático en Wall Street, de 1987. Luego profundizó papeles más oscuros, sexualmente explícitos, como Atracción fatal, Bajos instintos y Acoso sexual. “Yo los llamo mi trilogía sexual,” dice entre risas a Tiempo Argentino.

–¿Qué recordás de aquellos films?
–Es cierto que, a su manera, todo el mundo es un experto en sexo, pero en la pantalla grande se trata de una danza coreografiada. El secreto es que siempre lo ensayé bien con la actriz, para que se sienta cómoda frente a la cámara. Nos sentábamos y yo le decía los pasos: “Besos, besos, manos que van a tu blusa, luego te toco los pechos y el culo”. Así, estábamos los dos listos para la filmación en sí.

–¿Qué es lo que más te atrajo de la historia de Juntos… pero no tanto?
–Creo que lo central es la idea de la reconciliación. Es decir, la idea de que cuando perdés el amor, podés encontrarlo otra vez.

–Tu personaje es muy divertido, de una manera indirecta. ¿Quién te inspiró para hacerlo así?
–Creo que hay que apreciar ese aspecto en los amigos. Es fácil para un actor ser dramático o serio, pero realmente uno tiene que apreciar a las personas que tienen un gran sentido del humor. Y eso es lo que hago.

–¿Fue fácil hacer este personaje, entonces?
–Había un muy buen guión, del mismo que hizo Mejor imposible, la película de Jack Nicholson. Evidentemente es alguien que tiene un muy buen sentido del humor.En este caso, se basa en un exitoso corredor de bienes raíces, que cuando suceden muchas crisis en los 70, el negocio se cae. Además, su esposa está enferma por muchos años, termina falleciendo, y tiene una edad en la que se enoja con la vida, no tiene relación con su hijo, y todo parece estar sin alma, sin corazón. Pero lentamente descubre que se puede tener amor en la vida otra vez.

–Tenés una gran trayectoria. ¿Cuál dirías que fue la mejor parte de tu carrera y de tu vida en general?
–La mejor parte de mi carrera es probablemente el año de Atracción fatal y tres meses después, que hice Wall Street, que fue el año en que me elevé como actor. Respecto a mi vida, estuve trabajando los últimos 40 años en la eliminación de las armas nucleares y todas mis energías están en tratar de que desaparezcan antes de que muera. Creo que es uno de los mayores peligros que tiene este planeta actualmente. Esto creo que es lo mejor que estoy haciendo, y por lo cual me siento orgulloso.

–¿Qué tipo de película te gusta más?
–Bueno, creo que es un reflejo de mi carrera. Hice más de 50 películas y excepto una, son todas sobre hoy en día, no sobre el futuro o el pasado. Entonces está claro que yo aprecio la buena comedia, y me gusta reírme. Me gusta el presente.

–Está claro que te tomás la actuación muy en serio, y se te ve muy apasionado. Es así, ¿no?
–Este trabajo me gusta demasiado. Debería retirarme a mi edad, pero la idea de un retiro parece extraña cuando nos gusta lo que hacemos. Cuando vas envejeciendo, y te sentís cómodo en tu propia piel, actúas más fácil y con más placer.

–Contame cómo está tu salud actualmente.
–Mi salud está muy bien. Estuve tres años afuera de la actividad de filmaciones y demás por mi cáncer, pero es común con mi tipo de cáncer que después de tres años desaparezca en el 95%. Me hago chequeos una vez al año, me siento bien, trabajo mucho y eso también me hace bien.

–¿Cuán importante es la familia para vos?
–La familia es muy importante. Es la que te da el propósito de preocuparte por otras personas. Yo aconsejo que se casen más tarde de lo que piensan que deben. Primero, porque es mejor que se enfoquen en sus carreras, porque es difícil hacer un buen balance entre la familia y la carrera. Enfócate en tu carrera y cuando las cosas vayan bien y tengas tiempo para enfocarte en tu familia, hazlo.

–Y como papá, ¿cómo te describirías?
–Definitivamente me pongo mejor con los años, tengo armadas mis prioridades y mi familia está en la primera posición. Paso más tiempo con ellos ahora que en los años anteriores. «

Rob Reiner: “hay un público de gente mayor”

A los 67 años, el director Rob Reiner sigue cosechando éxitos y dándose el gusto de dirigir a grandes actores, creando una filmografía que incluye a clásicos como el rockumental apócrifo This is Spinal Tap, donde una supuesta banda de rock, y Cuando Harry conoció a Sally.

Ahora, a tres años de El verano de sus vidas con Morgan Freeman, y a siete de Ahora o nunca, con Jack Nicholson, se mete de lleno en una inusual historia de amor entre Michael Douglas y Diane Keaton. Además, Reiner se reserva para sí mismo un papel como pianista de Keaton.

–¿Cómo puede ser que Michael y Diane nunca filmaron juntos antes?
–Es algo increíble. Son dos figuras que ganaron premios Oscar, verdaderos íconos, y ambos querían filmar juntos. Yo leí hace poco que Diane contó que tenía una lista de actores que le gustaría besar en una filmación, y Michael Douglas era uno de ellos. ¡Ya pudo tacharlo de la lista de asignaturas pendientes!

–Al convocar al cantante Frankie Valli para el rol del dueño del club, ¿ya sabías que se iba a estrenar Jersey Boys, sobre su vida?
–No. Eso simplemente se dio por casualidad. Recibí un llamado de su manager, que me dijo que Frankie estaba dispuesto a actuar en películas, y le comenté que tenía un pequeño papel que me encantaría que hicera. Lo genial fue que el día de filmación, mientras Diane se estaba metiendo en su personaje, le pregunté si no estaba nerviosa porque Frankie Valli estaba en el set. ¡Y ella no tenía idea que estaba ahí!

–¿Te parece que hay un aumento de películas para mayores de 50, como Alguien tiene que ceder, Último viaje a Vegas y El exótico hotel Marigold?
–Sabemos que hay un público importante para ese tipo de films desde que hicimos Ahora o nunca y fue un gran éxito. Sin dudas que hay un público de gente mayor. La generación del “baby Boom”, a la que yo pertenezco, es la mayor parte de la población en Estados Unidos, y crecimos yendo al cine, aparatos electrónicos que entra en la palma de la mano. Así que estamos ahí, pero hay que tener algo para atraer a la gente a los cines. En la época de Ahora o nunca bromeábamos que nuestro público tenía un 100 por ciento de ganas de ir, y un 40 por ciento de capacidad para hacerlo. (risas).
TIEMPO ARGENTINO